{17} Sorpresas

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Aún me parecía estar soñando. Las bellas imágenes de lo visto seguían dando vueltas en mi mente como la más perfecta visión. Me sentía increíblemente fascinada y todo gracias a él.

—Nunca pensé que volverían.— la voz de Charlenne atrapa mi atención, al tiempo que lentamente sigo sacando mis tacones. —Quiero decir, no después de lo que pasó.

—¿Qué pasó?— no puedo evitar hablar y todas las miradas se encuentran en mi de inmediato, como si se hubieran olvidado de mi presencia.

Observo a Sebastián directamente.

—No es algo que quieras saber, créeme.— añade Charlenne a los segundos, acercándose y desplomándose a mi lado con gracia.

—¿Leyda sabe que están aquí?— pregunta Henry a su hermano.

—No tengo idea.— dice y sus ojos azules se posan en mi con una rapidez grandiosa. —Pero, ya sabes, ellos siempre han hecho como han querido.

—Si, eso es lo que me preocupa.— responde Henry con verdadera consternación en su voz.

De nuestra espectacular noche, la presencia de ellos había sido, sin duda, lo más extraño. Leyda con dos hijos. Ni siquiera en mis sueños más salvajes lo hubiera imaginado. De hecho, aun se me hacía imposible de creer.

—Te ha impactado, ah.— siento el leve codazo que Charlenne me da, despabilando mis pensamientos en un respiro. —Penélope.— aclara ella.

—Ha sido...una sorpresa. Un poco incómoda, la verdad.

—Lo sé. A ella le gusta hacer eso. Es una chica bastante especial.— dice Henry desde su lado.

—¿Especial?— pronuncia exagerada su compañera, con una expresión en su rostro inigualable. —Deben reconocer que todos ellos han perdido la cabeza hace mucho ya.— Henry ladea su rostro a un costado como si con aquel gesto le diera la razón a la chica.

Vuelvo a observar a Sebastián, aun de pie a un lado de su hermano, con la misma rígida postura que hace unos segundos. Él termina con el tema ofreciéndonos a todos algo para beber, lo que quisiéramos, entablando una conversación completamente diferente.

Cuando Sebastián acompaña a su hermano y Charlenne al despedirse, yo voy a la habitación donde mi bolso se encontraba. Dejo el vestido caer al suelo y cubro mi desnudez con mi bata predilecta, ingresando al baño y teniendo mi mente inundada en preguntas de las cuales no puedo dejar de pensar.

—¿Cómo lo logras?— su voz inunda la habitación y cuando le encuentro, me parece que luce aun más desaliñado en sus ropas que antes.

—¿Qué cosa?

{ II } SUEÑOS SALVAJESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora