Capítulo XXIII

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Salida.

Raitzi regresó a casa aburrida y casada de la vida, tiro la mochila al piso de su cuarto y se dejó caer cual árbol sobre su cama, pero el escuchar que alguien la llamaba del piso inferior (que era su abuela), gruño molesta y sin ganas de mover un dedo aún si eso le llegara a salvarle de algo en esos momentos y con una cara de los mil demonios se despegó del mullido mueble, bajo en búsqueda de su abuela encontrándola en la sala y esta no estaba sola sino que tenía compañía muy bien conocida y sin pensarlo dijo Raitzi:

   —¿Qué rayos haces aquí, no se supone que tenias que cuidar al demonio?-mirando aún sin creerlo, hasta se tallo los ojos y volver a ver en dirección del invitado-... [...] Si no estoy soñando-aquello fue dirigido a sí misma después de caer en cuenta que no era un sueño.

   —Que graciosa, no sabía que te habías vuelto comediante aunque te falta pratica-contesto lleno de burla e ironía en su voz. La rubia solo frunció el ceño y estaba que reventaba de las ganas de golpear al chico al frente suyo por su burla.

   —Los dejare solos para que hablen, y cariño...-llamó la señora mayor su nieta le miró- No quiero otra mesa rota o jarrón, por favor-pidió con una sonrisa pero la menor, sabía que esa sonrisa era un disfraz de la seriedad que comunicaba sus palabras e hizo tragar grueso a esta. La anciana se alejó con paso tranquilo a la cocina donde estaba preparando una tarta.

El invitado se levanto de su asiento que le brindaba el sofá, y se acercó hasta donde estaba parada la chica que le miró aún enojada y con los brazos cruzados esperando una explicación a su inesperada visita. El chico en lugar de decir algo, le revolvió el pelo por completo importándole poco las protestas de su víctima mientras su otra mano la aprisionó contra el.

  —¿Tendré que mandarte a un puto exorcista o algo? Por qué, me parece que se te metió el maldito demonio que tenía garritas, ¿Porque será?-siguió cuestionándose completamente reflexivo sin dejar de torturar a la chica de forma totalmente infantil. La rubia intento patearle pero no hacían efectos en el más alto que ella, sin añadirle el hecho que le ganaba en fuerza y músculos.

   —¡Suéltame, idiota!-gritó furica la menor, antes de lograr morder el brazo que la tenía apresada. Jason la soltó de forma inmediata, no le dolía la mordida ya que la chaqueta que llevaba amortiguó el ataque. Mientras que Raitzi le dio la peor mirada que ella casi nunca a nadie le daba- Dime de una maldita vez, Jason, ¿Qué haces aquí?-volviendo a su pose agresiva y alejándose un poco del contrario.

Jason alzó las manos en señal de rendición pero sin quitar su estúpida sonrisa burlona que sacaba más de las casillas a la rubia, pero antes que pudiera decir algo el mercenario la tomo del brazo y la jalo en contra de su voluntad hasta llegar a la pequeño pasillo que era más una intercepción entre la puerta de la entrada, las escaleras al segundo piso y la parte que conectaba la sala con el comedor y dijo:

—Ponte ropa cómoda, que vendrás conmigo a un lado-De forma directa y sin titubeos. La chica parpadeo fuera de sí, no creía lo que escuchaba del mayor. Era la primera vez que este le decía que le llevaría aún lado, bueno a su manera claro- ¿Qué espera? O será que acaso, ¿Tú quieres ir en falda?-comentó con malicia y una sonrisa propia del mismísimo demonio.

—No te doy una por...-se contuvo la menor de darle una cachetada al contrario por el comentario que le dio. Se dio la vuelta y pasó rápido se perdió en las escaleras y el segundo piso, mientras escuchaba las carcajadas divertidas de Jason en el fondo.

¿Qué podria salir mal...? [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora