Capítulo XI

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Infancia

Absortos de lo que pasaba en la Mansión Wayne, con el joven heredero y el hijo del periodista de Metrópolis. Raitzi y An se encontraban en clases más aburridas en su vida, pero no dejaron pasar por alto la preocupación que reflejaba Tim y que solo se mostraba en pocas ocasiones a lo largo del día, y por más preguntas e interrogatorios este se negaba a decir el verdadero motivo con diferentes historias o simplemente cambiando el tema. Llegaron al final de día pero Raitzi le tocó irse sola a casa porque An le tocó quedarse más tiempo por el club.

   —¿Pasó las vacaciones de Navidad con mi familia o me quedo con la abuela?-se preguntaba internamente la chica, mientras caminaba con tranquilidad por las calles de gótica deteniéndose frente a una panadería- O lo dejo para después, y como algo-se dijo así misma en voz alta y entra al local.

Compro unos cuantos pastelillos y galletas de chocolate, mientras salió del local con la bolsa de pan se comía una de las galletas con tranquilidad y durante su camino alguien le quito la mitad de la galleta que comía, esta enfurecida se giró a encarar a la persona y dice:

—¿Jason?-dice confundida, pero luego recuerda el porque iba gritarle- ¡Oye esa era una de mis galletas!-molesta para patearle la pantorrilla al mayor, el cual solo rio divertido.

—Y estaba deliciosa-comenta antes de quitarle la bolsa de las compras a la rubia, la cual le miro extraño-. Vamos, te acompaño a tu casa-le dice antes de comenzar a caminar, ya que sabía la dirección de la chica. Está solo tardó unos segundos para procesar lo sucedido y seguir a Jason.

—¿Se puede saber el porqué y sabes dónde vivo?-le preguntó con curiosidad y calculo. Sin apartarse en ningún momento del chico, este solo siguió el camino guardando silencio por unos segundos como si pensara lo que debía decir para no revelar algo de vital importancia.

—El porque no se, y el saber es obvio vives cerca de garritas-respondió a ambas interrogantes con tranquilidad y sin mucha importancia. Raitzi, no le creyó para nada, su sexto sentido le impedía creerle y casi nunca se equivocaba en ello.

—Ya veo, no lo había pensado-dijo con falsa credulidad. Prefería esperar y mantenerse con una máscara, aún así ella agradecía internamente que alguien la acompañara a su vecindario y menos que le volvieran a asaltar como hace meses atrás que sea había aventurado a ir sola.

Su viaje transcurrió en silencio, un incómodo silencio que no rompía ninguno de los dos pero su caminata tranquila se cambio por correr al momento de que el cielo comenzó a llorar de manera violenta, de la única manera que caracteriza a la ciudad; llegaron al vecindario y cuando estaban a pocos pasos de llegar a la casa de Astilleros y carro los empapo y lleno de lodo a ambos, y al entrar a la casa la abuela de la chica los recibió y mando a casi al punto de regaños a Raitzi a que se fuera a bañar y cambiar, cosa totalmente diferente a Jason que fue más amable hasta le presto ropa que le pertenecía a uno de los primos de la joven (que dejó atrás cuando retorno a España), mientras la suya se lavaba y secaba.

Raitzi se tardó más tiempo en el baño a causa que su pelo llevo las de perder con el lodo, y con Jason el completamente listo se dirigió a paso tranquilo a la sala deleitándose por la pequeña y acogedora casa de la chica, encontrando varias fotos repartidas en todas partes sobretodo en la sala donde miro un foto en la que parecían unas niñas sonrientes, en lo que parecía ser una feria.

   —Son An y mi nieta, esa foto se la tomaron cuando solo llevaba mi pequeña aquí solo unos seis de meses de recibir en Gotham-Contó la abuela de la rubia, quien había atrapado infraganti al joven mercenario viendo el retrato de ambas amigas-. Dígame jovencito, ¿De dónde conoce a mi nieta?-preguntó curiosa la ancianita, que entregaba a Jason una taza de chocolate caliente para que entrara en calor.

¿Qué podria salir mal...? [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora