¿Qué podria salir mal...? [Pausada]

Capítulo XXVI

Pensamientos y reflexiones.

¿Porqué la vida se complica tanto?, ¿Por un demonio era tan indecisa?, ¿Qué escondo por dios?... [...] Ese pensamiento inundaba junto a otros a la pobre chica de cabellos rubios mientras miraba el tiempo pasar frente a sus ojos y escuchar la charla de su profesora sobre, la universidad. Ya iba a cumplir los 18 años, y muy pronto que tarde ese año se acabaría y tendría que buscar algo que desempeñar para ser una adulta y lo peor de todo eso era que no sabía qué hacer, qué carrera escoger, donde estudiar y la preciona no ayudaba en nada.

Suspiro y miro a su amiga Delphine que estaba atenta a todo lo que su profesora decía con una sonrisa de triunfo, sabía dónde iba irse su amiga ya tenía todo listo desde que estaba en secundaria, ¡¿Desde la secundaria?! Se pueden imaginar y ella hasta ahorita le cae el veinte de lo que pasaba, con pocos meses y días al contado de cuánto le faltaba. Medicina no sería su fuerte, no es que le molestara el hecho de la sangre y eso pero el cargar con la culpa de una muerte era diferente; abogacía era mucha memoria y estrés por acumulado, definitivamente no; ¿Pedagogía? No gracias, pero no, andar de tras de escuincles no era lo suyo suficiente con ser la mayor de dos hermanos en España... [...] Cuando recordó su patria le dio una leve nostalgia de pensar de todo lo que se perdía, sin contar la comida deliciosa que abundaba allá..

   —Tengo hambre...-murmuro con tristeza al saber que faltaba mucho para el receso. Suspiro de nueva cuenta al ver que la clase se perdería solo por esa tontería de charla vocacional que había, y prefirió vagar más en sus pensamientos pero alejándose de la comida o moriría de hambre allí mismo.

Y como si fuera una revelación recordó el papel que Jason le entregó aquella noche hace casi un año, papel que nunca leyó por olvidadiza pero siguió viendo al mercenario que no comentó nada. Se golpeó la frente por olvidadiza, lo gracioso de todo era que no llamó la atención de nadie aquello por qué todos o estaban muy aburridos de sus vidas o estaban expectantes a su docente en ese momento, cosa que no le importo a Astilleros que se hundía en su negatividad y autos regaños por un momento.

Estuvieron dentro de aquella charla por más de dos horas hasta que dieron por fin el receso, y que con suerte nadie salió corriendo ante la mirada sería de la vieja maestra que no toleraría una acción infantil como esa. Raitzi al pisar el pasillo ni lenta ni perezosa corrió directo a la cafetería, donde tomó varias cosas que comer y se sentó a la mesa esperando a Delphine que coqueteaba con un chico del club de baloncesto. Tenía más amigos, pero eran contados con los que se llevaba de tal manera que parecían hermanos o hermanas, tal caso era An y su comportamiento de hermana mayor y mama gallina de todos pero una niña infantil cuando se lo proponía; aún sentía tristeza y pena por ella al no ser correspondida y que sabía que está por más que decía que lo había olvidado seguía allí aún preguntando por el, era masoquista. Al criterio de la rubia, pero, ¿Quién no lo sería? Ella también lo era, y lo aceptaba sin vergüenza alguna y como se fuera un foco iluminándose le cayó una idea, mas bien una interrogante y sin pensarlo ni darse cuenta dijo:

—¿Cuándo será su cumpleaños?-miro con confusión. Es cierto llevaban tiempo conociéndose tres años a lo mucho con el chico de cabellos azabache y mechón blanco, pero el pensar en su hermanos adoptivo y la partida de su amiga, hizo que se preguntará aquello porque de la boca del chico nunca lo supo y el investigar esas cosas tan privadas era un límite que tanto la castaña como ella misma se pusieron desde niñas.

Cuando el tiempo acabo y retomó a su salón se hizo una nota mental, que iría ese mismo día a la mansión a buscar al mayor y sino a preguntar por este a Alfred y quizás de paso comer un par de galletas del anciano mayordomo. Siguió con sus clases hasta que dieron por finalizadas, tomó su mochila y se disculpó con Delphine de no poderla acompañar a su casa porque debía ir a otro lugar de último momento que recordó, Ligthman aceptó y con rapidez se fue detrás del chico que acosaba e insinuaba. Raitzi se subió a un bus hasta La academia de Breatwood y de allí siguió su trayecto a pie hasta la mansión, donde fue recibida por Alfred y como era de esperarse este le invito a pasar a la sala y entregarle unas galletas recién hechas junto a un poco de té verde; cuando la rubia se disponía a preguntarle su interrogante los pasos acercándose a la estancia los inundó junto a una voz, que decía: