Capítulo XXX

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Nieve.

Raitzi fue el saco de boxeo verbal de una furiosa y alterada An, que no paraba de detallarte todo lo acontecido esa mañana y no sólo fue ese día, sino los posteriores a esos él como el tercer Robin cumplió su promesa de hacer de todo con tal que le personará y ganara su amistad, aunque amistad no se le calificaría el que te robaran un beso, pero ella no hizo falta en tirársela en cara al chico.

La pobre chica corrió a refugiarse a la casa de sus padres durante todo el día, en búsqueda de un poco de paz y un respiro de Drake, pero al pisar su antiguo hogar también tuvo problemas y regaños con sus padres que la orillaron a irse de la casa con un humor de mil demonios, devuelta a su departamento donde al ingresar ni dos segundos bloqueo la puerta con el sofá y otros muebles, puso cerrojo las ventanas como las tranco y cerró las cortinas; al terminar su trabajo de fue acostar a su cama pensando que tendría un respiro, un error que nunca imaginó ni pensó y menos cuando se dejó arrastrar por Morfeo al mundo de los sueños.

A las 7 de la noche se hacía presente, y con ello An se despertó de forma perezosa estirándose como si fuera un gato antes de levantarse de despertar del todo sus sentidos; y cayendo en cuenta que estaba cubierta con las sabanas y no tenía sus botas puestas, un tic nervioso apareció en una de sus cejas pocos segundos antes de que saltara fuera de la cama al frío piso de madera, tomó entres sus manos un bote de crema para el cuerpo más pesado que tenía cerca de su mesa de noche y se encaminó a paso lentos por la estancia revisando por el más mínimo ruido que hubiese en el lugar. Vio la luces encendidas de la sala y la cocina desde el pasillo de los dormitorios, aferrándose más a su improvisada arma llegó al lugar levantándola dispuesta o a lanzarla o golpear al intruso, pero no había nadie.

—¡¿Acaso no comprendes el significado de propiedad privada. A no por su puesto que no?!-gritó en voz alta, sin recibir respuesta. Unos maullidos alegres se escucharon cerca de ella, sus ojos almendrados bajaron al suelo encontrándose a la pequeña bola de pelos de matices grisáceas, que restregaba su cabeza en una de las piernas de la anteriormente castaña.

Resopló cansada y tiro el bote de crema al sofá de la sala, y tomo al pequeño felino afinándolo entre sus abrazos para repartirle un par de caricias en la cabeza y orejas de este que comenzaba a ronronear gustoso de los tratos de su dueña, An se había encamino hacia la cocina pero tenía que pasar al lado de la mesa del comedor, donde no su vista no había logrado captar con anterioridad algo fuera de lugar, y ese algo era una flor, un hermosos Lirio blanco. La chica con aún el gato en uno de sus brazos, alargó su mano a la hermosa flor blanca, pulcra y llena de vida. Dejó al felino en el piso de nueva cuenta antes de entrar a la siguiente habitación con la flor en una de sus manos, no quería darle el gusto a la persona que ya tenía una vaga idea que había osado en invadir su privacidad pero ese pequeño gesto, nadie en su vida ni siquiera su propia familia se lo había hecho y le había encantado eso dejándole una sonrisa entre sus labios, dejó el Lirio en un pequeño florero de cristal que había conseguido.

Mientras la morena esmeralda sonreía por su pequeño regalo, su mejor amiga se encontraba que se moría del terror por la película de miedo que por su estúpida curiosidad había visto, y ahora le tenía miedo a cualquier rincón oscuro por creer que saldría un fantasma llegando a correr como loca lejos de los pasillos con escasa luz y con la creencia que algo o alguien estaba a sus espaldas.

—Cleo, ¿A dónde crees que vas?-le dijo a su gata, al ver cómo está se iba de su habitación dejándola sola- Bien, vete ni quería tu compañía-le riño a su mascota y cerró la perita de su cuarto. Lo que no planeo la pobre rubia fue que hubo un apagón generalizado por toda Gotham (a causa de la tormenta de nieve que había en esos momentos) que le sacó un grito de terror, antes de correr y esconderse entre las sábanas de su cama.

Pasó un tiempo bajo sus sabanas con su celular siendo su única fuente de luz. Debes en cuando asomaba su cabeza fuera de las mantas para alumbrar al lugar y asegurarse que no había algo o alguien allí, y al estar segura regresaba dentro de estas hasta que escucho el crujir de la madera del pasillo que daba a los cuartos, chillo aterrada y temblando pensando que debía ser aquel niño fantasma que venía por su alma. Los pasos siguieron avanzando, cada vez más pesados y fuertes, Raitzi estaba que moriría allí mismo de un paro cardiaco y al captar como la puerta de su habitación se abría ahogo un grito de terror puro y se cubrió más con las mantas deseando que sea solo un sueño, solo eso. Los paso resonaron más cerca y cerca, y su cama se hundió del lado derecho y no teniendo más auto control grito y chillo a toda voz y comenzando a negociar con el "fantasma" para que no la matase.

—Joder Razpunsel, deberías dejar de ver películas de terror. Te pones peor que Grayson, cuando descubrió que Tim no era tan casto y puro como lo creía-regaño molesto la persona, la menor escucho el timbre de voz como las maldiciones de una persona muy familiar para ella. Sin quitarse las sabanas, se abrazó al invitado no esperado que quedó perplejo de su acción.

—Jason, por favor no te vayas. No quiero que venga él y me coma-pidió enterrando su rostro en el pecho del mercenario, mientras sus brazos se cerraron más fuerte no queriendo apartarse de el en ninguno momento.

El chico de orbes verde azulado sonrío con burla y diverison, sin embargo están no duró mucho tiempo antes de que se suavizará e iniciará su forma vaga de tranquilizar a la rubia sin apartarse de su lado. Le acariciaba la cabeza o donde creía que estaba, escuchando y sintiendo como poco a poco la menor se calmaba, se quedaron así juntos por un par de horas hasta que regresó la luz de nueva cuenta a la ciudad. Jason al final se quedó a pasar la noche en la casa de Raitzi, por la tormenta que aún no cesaba.

~Notas finales~
~...Adelanto...~

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~...Fin del adelanto...~

Neko: No se vale, él se comió mis papitas *haciendo un puchero en la esquina de una habitación*

Joseph: ¡Tú te comiste mi helado! *le grita el niño de 12 años, que estaba en otra esquina de la habitación*

An: ¡Basta, ustedes dos destruyeron medio estudio! *grito enfurecida y regañando al par*

Neko/Joseph: ¡El/Ella empezó! *gritaron al unísono y señalándose de forma acusadora*

An: Lamento, las demoras pero debido a fallas técnicas... *mirando al par de forma acusadora* El adelanto no se hará, hasta nuevo aviso

¿Qué podria salir mal...? [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora