Capitulo 3: Inesperado

4.7K 509 93
                                    

El silencio reinó en el lugar. Gabriel primero miró a los hermanos y luego al bebé. E hizo eso unas tres veces. No podía creer lo que le estaban diciendo.

-Me están tomando el pelo-dijo finalmente el mayor de todos.

-No, de verdad que no. ¡Es Castiel!-aseguró Sam.

- ¿Cómo les puedo creer eso?

-Míralo bien. No es ninguna mentira-dijo Dean.

Gabriel, sin tener ganas de cargarlo, se arrodilló delante de él y lo examinó con la mirada. Esos ojos tan azules y esa mirada tan inocente era fácil de distinguir. Y el cabello negro también era inconfundible. Además, la mirada curiosa que tenía no era de cualquiera.

El arcángel les lanzó una mirada extraña a los hermanos.

- ¿Qué diablos pasó? Y no me vengan con «no tenemos idea.»

-Fuimos a investigar a una casa porque habían ciertas declaraciones de algo que parecía «llevarse» a las personas. No sabemos por qué, aún no tenemos tantos avances-explicó Sam.

Gabriel volvió a poner su mirada en el pequeño. Éste lo miraba de manera bastante curiosa, como antes. Tenía la cabeza de lado y lo miraba con una pequeña sonrisa. Por más que fuera un bebé, el mayor comenzó a sentirse un poco incomodo, por lo que se levantó y volvió a la silla. Dean tomó al pequeño Cas, pero cuando pasaron unos segundo, éste estiró sus pequeños brazos hacia Gabriel, queriendo que él lo cargara.

-Tómalo-dijo Dean.

- ¡¿Ah?! ¿Yo por qué?

- ¡Porque quiere ir contigo y porque es tu hermano!-contestó Dean.

- ¿Y?

- ¡Cárgalo!-ordenó el rubio, dejando casi de golpe a Castiel en los brazos de Gabriel, quien lo recibió un poco sorprendido.

El arcángel chasqueó la lengua y acomodó mejor al pequeño en sus piernas, dejándolo sentado. El pequeño lo miró con una sonrisa y estiró sus bracitos para tocar el rostro de su hermano. Puso sus manitas en las mejillas contrarias y se rió. Gabriel echó la cara hacia atrás y giró al menor para que le diera la espalda. No le gustaba que tocaran su rostro. O dependía de que quien fuera.

-No seas malo con él, Gabe. Sólo es un niño-dijo Sam, en un suspiro.

-De cierta forma-comentó él.

-Que amargado-dijo el rubio.

Dean bufó y también se sentó. No tenía ni pocas ganas de estar con ése bajo el mismo techo. Aceptaba que su magia o lo que fuera podía ayudarlos, pero nada más. Y Sam... Él no tenía ninguna opinión sobre el asunto. Le agradaba bastante tener esa ayuda. Gabriel y Castiel podían no ser los hermanos más unidos que conocían, pero podían conocerse bien. Eso era algo.

Nuevamente, aquel olor desagradable inundó el lugar.

- ¡Por Dios!-dijo Dean, tapándose la nariz.

-Oh, ¿por qué?-murmuró Sam, haciendo lo mismo que su hermano.

Gabriel simplemente corrió la mirada hacia otro lado, arrugando la nariz de vez en cuando.

-Cámbialo-dijo Dean.

- ¿Disculpa?-exclamó Gabriel, arqueando una ceja.

-Tú lo estás sosteniendo-agregó. Ante eso, Sam le lanzó una mirada asesina.

- ¿Acaso olvidas con quien estás hablado?-alardeó Gabriel. Chasqueó los dedos y el olor desapareció y Castiel se veía distinto, de cierto modo. Como si le hubiesen dado un baño-. ¡Como nuevo!

El amor de un hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora