Capitulo 15: En casa de los gemelos

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Cuando Dean entró al lugar y vio a Gabriel, lo primero que hizo fue decirle que Castiel se había ido con los gemelos. No se lo tomó muy bien, pero quería evitar desquitarse con el rubio. Le molestaba que su hermano no le dijera algo sobre eso. O consideraba el hecho de que Castiel había dicho que Sebastián e Ignacio iban a ir y no al revés. Ya veía lo siguiente que podía venir: fugarse para ir a una fiesta, hablarle mal, o simplemente ponerse distante. Vamos, no había que ser un genio para saber cómo podía comportarse un adolescente. Gabriel ya había tenido en mente eso. Había pensado que iba a llegar hasta la adolescencia, pero nunca pensó en prepararse para tener que pasar por el hecho de la rebeldía naciente en Castiel.

-Te molesta, ¿verdad?-exclamó el rubio. Más que una pregunta, fue una afirmación.

-No es que me moleste, es más bien el hecho de que no quiero que empiece con eso de irse sin avisar o planear cosas por sí solo-respondió Gabriel.

-Escucha, esto es solo un consejo: no se lo digas tanto o empezara a hacer lo contrario para desafiarte. Y sí, lo hará contigo porque eres su hermano mayor. Tenlo presente-dijo Dean, antes de irse a su cuarto.

Gabriel suspiró. Dean tenía razón en lo que estaba diciendo. No era del todo falso que Castiel iba a llevarle la contra en la mayoría de cosas que él podía decirle, así que no debía ser tan controlador, pero si vigilarlo bien. Él de verdad se preocupaba por su hermano, aun si esos meses fueron los primeros en los que pudo acercase únicamente a Castiel. Cuando estaba en el cielo, había convivido con la mayoría de sus hermanos, por eso mismo nunca pudo acercarse únicamente al moreno, sin mencionar que éste casi siempre estaba con Balthazar. Eso no le molestaba, pero sí había evitado de algún modo las cosas.

Sacudió la cabeza y se alejó de esos pensamientos.

«No debería estresarme. Ahora que soy humano, podrían salirme canas», pensó Gabriel.

- ¿Cómo es su casa? No me lo han dicho-dijo Castiel, mientras caminaba en medio de los gemelos.

-Ya pronto lo verás-respondió Ignacio-. Carl hoy no está, así que estaremos tranquilos.

-Sí. Y mamá trabaja. No volverá hasta las nueve. Si quieres, podemos decirle que te lleve al hotel cuando regrese-propuso Sebastián.

-Muchas gracias. No tengo ganas de que mi hermano me regañe por llegar solo.

Los gemelos rieron.

-Lo entendemos. A veces, Carl lo hace con nosotros-dijo Ignacio.

Al llegar a la casa, por fuera parecía grande y era muy bonita. Estaba muy bien pintada y no tenía algún rastro de imperfección. Las ventanas estaba impecables y el jardín era esplendido. Castiel pudo ver que había algunas abejas sobre las flores. Sus insectos favoritos.

-Cas, ¿vienes?-exclamó Sebastián, abriendo la puerta.

- ¡Ya voy!

Por dentro también era muy bonita. Tenía fotos de ellos, su hermano y de Susan, y algunas con un hombre que Castiel pensó, era su padre. Era igual a Carl, pero no mucho a los gemelos. No le prestó mucha atención a eso y siguió mirando la casa. El comedor y sala principal eran bastante grandes, y hasta el baño era bastante lujoso. Los gemelos lo llevaron hasta el cuarto que compartían. Era algo grande. Tenía una televisión y una consola de videojuegos.

- ¿Te gustan los juegos de lucha, Cas?-preguntó Ignacio, tomando uno de los mando.

-Nunca he jugado-respondió el moreno. Los gemelos arquearon las cejas-. No tenemos una de esas en casa. Pero no importa mucho, no me aburro con los chicos.

El amor de un hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora