Capitulo 18: Distancia y alguien nuevo

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Durante la noche, Gabriel había estado sentado en la mesa, bebiendo cerveza. Quería que el alcohol hiciera que olvidara durante un momento las palabras de Castiel y la bofetada que le había dado. Se sentía abatido. Nunca pensó que unas palabras le dolerían tanto, pero simplemente pasó. Ni siquiera Lucifer o Raphael antes le habían dicho algo como esas palabras. Y la cerveza... no ayudaba para nada. Únicamente lo empeoraba, pero aun así no iba a dejar de beber. Al menos por esa noche, y hasta la mañana. En uno de esos tragos, sintiendo que su cabeza estaba un poco más pesada, hasta el punto que se le iba para atrás. Cosas como esa no les pasaba cuando era arcángel, por lo que encontró otra desventaja de ser humano. Muchos dirán que podía ser un exagerado, pero a nadie jamás le gustaría escuchar palabras como esas.

Sam se acercó a su pareja y se sentó a su lado, mientras ponía una mano en su hombro y se lo estrechaba con gentileza. Gabriel no lo miró. Por el contrario: giró la cabeza hacia el otro lado para que Sam no viera sus ojos cristalizados.

- ¿Tan mal hermano soy?-preguntó en un hilo de voz.

-No, no, no digas eso. Eres muy buen hermano, y no lo digo porque soy tu pareja... Gabe, vi la forma en que él te veía cuando era niño: de la misma forma que yo veía y veo a Dean.

- ¿Cómo tu ídolo?

-Castiel lo dijo sin pensar, fue una reacción del momento-dijo Sam, tomando su mentón para girarle el rostro con suavidad. Gabriel se dejó, pero no se atrevió a mirarlo a los ojos.

-Ustedes dicen tanto eso que... no sé cuando es una reacción y cuando es en serio-exclamó, afligido.

Sam se acercó a él y le besó la frente, y luego le dio uno en los labios con toda la ternura que portaba. Gabriel, siendo humano, podía ser más sensible que cuando era arcángel, pero siempre trataba de no demostrarlo, ni siquiera a Sam.

El más alto hizo que dejara de beber, aunque se llevó un pequeño berrinche, y le dijo que ya se fueran a dormir. Cuando quiso dar un paso, Gabriel volvió a caer en la silla.

-Estoy mareado-fue todo lo que dijo.

Sam suspiró y, sabiendo que no llegaría a ningún lado solo, se acercó al más bajo y lo cargó como lo hacen los «recién casados.»

- ¿Qué haces?-preguntó, con voz cansada.

-Ni siquiera puedes estar de pie. No creo que puedas llegar solo a la habitación-respondió.

Gabriel suspiró y dejó la cabeza en el pecho de Sam, mientras éste lo llevaba a la habitación. Apenas cerró los ojos, se quedó dormido. El castaño lo miró y sonrió dulcemente. Gabriel se veía tan tierno, tan inocente al dormir... Sabía que estaba pasando por un momento difícil, pero no lo haría solo.

Al entrar al cuarto, lo recostó en la cama y luego se cambió para dormir. En ningún momento dejó de mirar al ex-arcángel. No dejaba de pensar en la vez que Gabriel apareció de la nada en su cuarto, mientras comía un Kit Kat, y dijo que estaba feliz de verlo. Y cuando dijo que simplemente había ido para visitarlo, comenzaron a hablar y conocerme mejor. Incluso si Gabriel sabía la historia de Sam, no conocía sus motivos: ambos se habían ido de sus hogares porque ya no podían aguantar los problemas familiares; ambos amaban a sus familias, pero eran un poco más despegados que sus hermanos; y finalmente, ambos trataban de evitar los conflictos, aun sabiendo que eran completamente inevitables. Definitivamente, ellos habían sido creados para estar juntos.

Sam se recostó al lado de Gabriel, e instantáneamente, el mayor abrazó al castaño y dejó la cabeza en su pecho nuevamente, respirando tranquilamente. Sam le dio un pequeño beso en la cabeza y cerró los ojos.

El amor de un hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora