Capitulo 13: Nueva etapa

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Castiel, siendo adolescente, había cambiado bastante de actitud: parecía más sociable, tenía una actitud menos inocente -aunque siempre había algún rastro de la inocencia que tenía de adulto- y un gran interés por salir más con Sebastián e Ignacio.

Sí, Susan los había llevado al departamento porque querían ver a Castiel y ahí vieron que también tenían quince años.

Tanto Dean como Sam sabían lo que se venía: rebeldía, peleas con ellos, y más con Gabriel por ser su hermano y quien más lo «controlaba». Esperaban que su actitud no cambiara tanto, pero de que vendrían esas cosas vendrían. Eran consientes de ello. Pero fuera como fuera, los tres debían darle algo de espacio o iba a terminar por ser peor de lo que podía llegar a ser.

-Hay que darle tiempo. En la adolescencia, a los chicos les encanta desafiar a la autoridad-dijo Dean, mientras comía un trozo de tarta, que a duras penas dejó que Gabriel tomara también un trozo.

-Es verdad, se le pasará antes de que nos demos cuenta-exclamó Sam.

-Eso espero. No es lo mío lidiar con un adolescente rebelde-aclaró Gabriel.

Hay que decir que Dean estaba casi seguro de que todas esas cosas no tardarían en pasar si Gabriel llegaba a ponerse «molesto» con su hermano sobre los horarios y eso.

Castiel, Sebastián e Ignacio habían ido a un lugar de baile para adolescentes. Según Ignacio, era bueno, pero no tanto como los que son para mayores de dieciocho. En el de adolescentes menores de esa edad, no estaba permitido fumar ni tomar, pero había algunos que eran muy ingeniosos y tenían sus formas de hacer pasar alcohol sin ser vistos por los de seguridad. Lo único que no pasaban casi nunca eran cigarros. O bueno, algunas veces había alguno fumando, pero lejos del resto.

Castiel no tenía interés alguno en probar el cigarrillo. No quería meterse en esos vicios de los que no iba a poder salir fácilmente. Y lo mismo podía decirse de los gemelos. Ellos tomaban algo de cerveza, pero nunca se emborrachaban ni fumaban. Hasta le decían a Castiel que se mantuviera alejado de quienes lo hacían, en caso de que no fueran, justamente, cigarrillos comunes. También le dijeron que si le ofrecían, no aceptara bebidas que no fueran hechas en su cara por razones de seguridad.

Los tres adolescentes la pasaban genial en ese lugar. Bailaban mucho, conocían gente nueva y tenían un rato lejos de los adultos. Eso ultimo no lo decían querían insinuar que eran una molestia, pero para ellos, nunca venía mal alejarse un poco.

-Cas, acompáñanos-dijo Sebastián, tomándolo de la muñeca para llevarlo hasta el baño. Allí, la música resonaba muy poco.

- ¿Qué ocurrió?-preguntó el moreno.

-Yo quiero ir al baño, pero no es bueno separarse en estos lugares si estás en grupo-contestó Ignacio-. Espérenme un momento.

Ignacio entró a uno de los cubículos y los otros dos se quedaron esperando.

-El lugar es genial. ¿Carl viene aquí?-preguntó Castiel.

-No. Al parecer mayor, él puede entrar al que es para los que tienen dieciocho-contestó Sebastián-. De todas formas, créeme cuando te digo que no nos perdemos de mucho.

- ¿En serio?

-Bah, también depende del lugar. Algunos sí lo valen; otros, no tanto.

-Lo entiendo.

Ignacio salió, se lavó las manos y los tres salieron para pedirse alguna bebida. Durante el tiempo que estuvieron esperando, Castiel podía sentir una mirada pegada a su espalda. Al girarse, vio que un chico que era muy parecido a Dean lo veía fijamente. Miró al frente de nuevo y sacudió la cabeza. Seguramente estaba imaginando cosas.

El que atendía les dio sus órdenes y se quedaron ahí, bebiendo mientras hablaban de cosas banales.

La horas que estuvieron ahí se pasaron volando. Se habrían quedado más tiempo, pero los tres estaban cansados. Los gemelos le preguntaron si alguien iba a buscarlo, y Castiel les respondió que un amigo iría por él. Justo en ese momento, vio el Impala y por la ventana vio a Dean. Se despidió de sus amigos y fue casi corriendo.

- ¿Qué tal tu noche?-preguntó el rubio.

-Genial. El lugar es perfecto para pasar un rato con amigos-contestó el moreno, acomodándose mejor en el asiento.

-Me lo imagino. Además, los gemelos deben ser divertidos.

-Lo son. Me dijeron algunas cosas para evitar los problemas.

- ¿Cómo por ejemplo?

-Bueno, que no me acercara mucho a los que fuman, que no aceptara bebidas si no las hacían delante de mí o si alguien me ofrecía, y que si vamos en grupo, hay que ir juntos al baño.

Dean soltó una pequeña risa ante eso último.

-Qué bueno que son chicos responsables, a pesar de su corta edad.

-Planeamos vernos el próximo sábado-dijo, cada vez más despacio.

El rubio miró a Castiel y vio que se había quedado dormido. Era compresible, ya que seguramente estaría cansado luego de quien sabe cuántas horas bailando y conociendo gente. Apagó el radio para que el ruido no lo molestara y siguió conduciendo hasta que llegó al hotel. Una vez allí, se bajó del auto, abrió la puerta del copiloto y tomó a Castiel en brazos, mientras éste seguía durmiendo plácidamente. Con un poco de esfuerzo, debido a que no quería hacer nada que pudiera perturbar el sueño del menor, pudo llegar hasta la habitación. Fue hasta la suya y dejó al moreno en la cama con delicadeza. Al voltearse, vio a Gabriel delante de sus narices.

-Dios-susurró-. ¡Gabriel!

-Adivino: espacio personal-dijo con burla.

-No me molestes-exclamó el rubio, pasando por su lado.

Gabriel miró a su hermano. Le pareció adorable verlo dormir tan tranquilo. Y eso le recordó que ahora, sin sus poderes y siendo humano, debía hacerlo también. Salió del cuarto y fue a ver a Dean.

-Rubio, ¿te dijo algo en el camino?

-Dijo que la pasó genial con los gemelos, que el lugar le gustó, y que planean salir de nuevo el sábado que viene-avisó Dean.

- ¿Te lo dijo así sin más?-preguntó Gabriel, algo sorprendido.

-Es adolescente, le gusta pensar que puede controlar su vida-contestó Dean, encogiéndose de hombros-. O, bueno, eso es lo pasa seguidamente. Tendremos suerte si no lo hace.

-Dean, mira, esto no lo hago porque me lo haya pedido Sam, pero no esperes que lo repita, así que escúchame bien-dijo con cierta severidad. Dean asintió-. Siento lo que te dije la otra vez. No tengo por qué presionarte, aun sí sé que es verdad que estás enamorado de Castiel.

Dean guardó silencio ante las palabras de Gabriel. Estaba algo impresionado de que le pidiera perdón.

-Después de lo que me dijiste-continuó-, de las personas que perdiste, me di cuenta de que no era muy «justo» que me metiera contigo. Y menos que te dijera eso de que no aceptas la verdad.

-Yo tampoco he sido justo contigo. No debí atacarte con lo de Lucifer-vio que el gesto de Gabriel decayó ante esas palabras-. También igualamos ahí: yo tampoco pude matar a Sam. Jamás me lo habría perdonado.

-Y por no matarlo, liberaste a mi tía, la Oscuridad-dijo el otro, divertido.

-No me lo recuerdes.

-Oye, no debería decirlo, pero hasta Balthy se había dado cuenta de «eso.»

-Ay, no. ¿Él también?

Gabriel asintió y, antes de irse con Sam, le dio un golpecito amistoso en el hombro a Dean. Éste se quedó unos segundos pensando en las palabras de Gabriel. En las dos cosas que había mencionado.

-Espero que podamos revertir esto. De verdad necesito hablar con Cas-se dijo.

Decidió dormir en el sofá esa noche. No se sentía con fuerzas para dormir en la misma cama que Castiel.

El amor de un hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora