Capitulo 4: Demasiadas emociones

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- ¡Maldito!-fue lo que se escuchó una tarde, mientras Sam cuidaba de Castiel.

Gabriel llegó riéndose a más no poder y se llevó una mano al estomago. El castaño supo que algo muy malo había pasado. Al menos para Dean.

-Gabe, ¿qué diablos pasó?-preguntó, dejando a Castiel en una silla. Total, se quedaba muy quieto.

- ¡Fue genial! Debiste ver su cara-dijo entre risas.

- ¿Pero de que estás...?

- ¡¡Tú!!-gritó Dean, apareciendo en la puerta. Lo que vio Sam lo dejó con los ojos blancos: Dean estaba cubierto de pintura. Era una mezcla de violeta, verde y rojo, hasta donde podía notarse.

-Ay, dime que no-murmuró Sam.

Dean avanzó bastante rápido, dispuesto a atacar al arcángel, pero éste se puso detrás de Sam, usándolo como escudo, sin dejar de reírse.

- ¡¡El muy hijo de perra puso una bomba de pintura en el maletero de mi nena!!-rugió, colérico.

-Dean, cálmate un poco-pidió Sam, tomando a su hermano por los hombros.

- ¡¿Cómo quieres que me calme?! ¡¿Sabes lo que tardaré en quitarme esto de la ropa?!

- ¿Sólo por eso? Que vanidoso debes ser-dijo Gabriel, aun estando detrás de Sam. Chasqueó los dedos y la ropa de Dean volvió la normalidad.

- ¡Eso no cambia nada!-gritó, antes de irse a su cuarto. Los dos escucharon la puerta cerrarse con una fuerza casi sobrehumana.

-Gabriel-dijo Sam en un suspiro.

-Ay, Padre... ¡Nunca podré olvidarme de eso!

-Gabe, no empieces-pidió Sam-. Yo dejé que vinieras, pero no sigas con esto. Haz un esfuerzo por dejarlo tranquilo. Está algo estresado por lo que le pasó a Castiel.

- ¿Y es mi culpa?... Voy a dejarlo cuando deje de divertirme-dijo eso y se sentó para comer un dulce que apareció-. ¿Quieres?

Sam suspiró. Era imposible hacer razonar a Gabriel. Se pasó la mano por la cabeza e iba a tomar a Castiel, pero al mirar la silla, no estaba.

- ¿Y Cas?

-Siguió al idiota.

Dean caminaba de lado a lado, sin dejar de murmurar palabrotas. Definitivamente, iba a terminar por devolver a ese maldito al cielo. Esa broma fue casi tan cruel como la vez que lo mató como cien veces. En serio, ¿qué tenía ese tipo en su contra?

Bueno, lo mató una vez, pero era necesario. Además, ni siquiera fue a él. Fue a una copia.

-Maldición-susurró, sentándose al borde de la cama-. ¿Por qué Sam insiste en que se quede? Si fuera por mí, ya lo habría echado de una patada.

Unos golpecitos en la puerta llamaron su atención. Abrió y vio que Castiel estaba sentado en el suelo, mientras tenía una mirada que él interpretó, era de compasión hacia él por lo que su hermano hacía.

Suspiró y lo cargó para luego entrar al cuarto y cerrar la puerta. Con eso, comenzó a darse cuenta que Castiel podía entenderles, y que simplemente no podía hablar como debía. Pero bueno, un bebé es un bebé.

- ¿Te asustó la discusión?-preguntó casualmente. El menor hizo un gesto que pudo descifrar como "más o menos"-. Tu hermano es un estúpido. Disculpa que lo diga, pero es la verdad.

Castiel hizo un ruidito y dejó su cabeza en el pecho de Dean. El mayor se sentó en la cama y comenzó a mecerlo lentamente, mientras tarareaba la melodía de "Hey Jude", lo suficientemente bajo para que solo el pequeño pudiera escucharlo. No quería que ni Sam ni Gabriel escucharan. Cuidarlo le traía los recuerdos de cuando cuidaba a Sam. La verdad... había extrañado esa época cuando se aseguraba de que su hermano menor no supiera nada de lo que pasaba en su familia; "del negocio familiar" y esas cosas. Y por alguna razón, comenzó a sentir un nudo en su garganta. Hizo un esfuerzo y se aguantó hasta que sintió que no pasaba nada.

El amor de un hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora