Epilogo + Nota

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Ocho meses.

Ocho meses desde que ellos habían empezado a salir. Meses en lo que, según Sam, sólo una vez había visto a Dean tan feliz, cosa que fue mucho antes de que Castiel apareciera en sus vidas, así que con eso dejaba a la vista que tenía que ver con él.

Pero fuera de eso, el rubio había estado increíblemente bien esos meses, al punto de que la mayoría de mañanas se levantaba de buen humor y hasta comenzaba a dejar un poco la «rivalidad» que tenía con Gabriel. Claro que cuando éste le hacía una de sus bromas, lo sacaba de sus casillas. Pero mientras tanto, era increíble verlo tan radiante. Para Sam, eso era increíblemente bueno, porque había pasado demasiado tiempo desde que lo había visto realmente feliz.

-Cas, ¿estás bien? ¿En qué piensas tanto?-le preguntó a su novio, que parecía un poco decaído. Se sentó a su lado, en el sofá, y pasó su brazo por los hombros del moreno para abrazarlo.

-La verdad, extraño un poco a los gemelos. Sé que ya han pasado meses, pero aún es duro-respondió, cabizbajo-. Siempre fueron muy amables conmigo... Creo que hubiera preferido olvidar eso.

-No digas eso. Sé que es difícil asimilar eso, pero con el tiempo podrás superarlo.

- ¿Dices que lo olvide?

-No, no, no dije eso. Nunca debes olvidar esas cosas. Las personas que de verdad valen la pena, no debes olvidarlas jamás.

-Lo entiendo... Gracias, Dean-dijo el ángel, acurrucándose cómodamente contra el pecho del rubio.

Sam miraba esa escena desde una esquina, sintiendo que en cualquier momento le sangraría la nariz.

« ¿Cómo soporté tanto tiempo?», pensó.

-Sammy, no es por nada, pero el piso estaba recién barrido-dijo Gabe.

El castaño miró hacia abajo y vio su baba ahí.

-Maldición-susurró, limpiando su boca.

Gabriel se acercó y lo abrazó por la cintura.

-Un año y dos meses... Casi no puedo creerlo.

-A mí también me hace muy feliz-dijo Sam, rodeándolo con sus brazos.

Para ellos dos, haber cumplido ya un año era casi una sorpresa. Es decir, con la personalidad tan madura de Sam y la actitud tan infantil de Gabriel, cualquiera diría que no iban a poder llegar a eso. Aunque muchos dicen que los polos opuestos se atraen. Tal vez esa era su situación.

-Eres la primera persona con la que salgo que no termina muerta-murmuró Sam-. La diferencia es que, si eso o algo peor te pasa, terminaré destrozado.

-No me perderás. Lo prometo-aseguró el más bajo, abrazándolo más fuerte.

Dean miró hacia ese lado y sonrió burlonamente.

-Esos dos siempre están en una burbuja-comentó.

-Yo no veo ninguna, Dean. ¿Eso qué quiere decir?

Dean soltó una carcajada.

-Dios, eres tan inocente... Amo eso de ti... Amo que seas inocente e ingenuo para algunas cosas-exclamó Dean, mientras le daba pequeños besos en la frente y mejillas, haciendo que el moreno sonriera.

Cuando se besaron, ninguno notó que Sam les tomó una foto.

- ¿Qué opinas?-le preguntó a su novio.

- ¡Salió genial! Deberías ser fotógrafo... Después de todas las que nos sacaste...

-Oh... ¿Lo notaste?-preguntó, avergonzado.

El amor de un hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora