Capitulo 11: Conmoción y más problemas

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Cuando Castiel regresó al departamento, se topó, casi sin sorpresa alguna, a Dean y a Gabriel discutiendo, mientras Sam estaba entre medio de ambos, con cada mano en la frente de ambos. Suspiró y se acercó al más alto de todos para preguntar qué había pasado.

- ¿Por qué están peleando ahora?-preguntó el menor.

-La verdad creo que es más una rutina y no por «quién se metió con quién», Cas-respondió Sam.

- ¡Voy a matarte, hijo de perra!-gritó Dean, tratando se acercarse a él.

- ¡Inténtalo si puedes, rubio idiota!

Sinceramente, Sam no tenía ganas de enojarse, así que simplemente pensaba sostenerlos hasta que se cansaran. O hasta que se zafaran. Lo que pasara primero.

Castiel negó con la cabeza y fue a la pequeña cocina para buscar algo, mientras Sam luchaba por no enojarse y gritarles.

A los pocos minutos, Castiel regresó con algo en la mano. Sam no tuvo tiempo de preguntar que era cuando el menor sacó un spray de agua de su espalda y mojó al arcángel y al cazador. Los dos se echaron hacia atrás y se pasaron las manos por sus húmedos rostros.

-Así se hace, Cas-dijo Sam, revolviéndole el cabello.

-Gracias, Sam.

- ¿Y eso por qué?-preguntó Gabriel.

-Tenía que hacer algo para que dejaran de pelear-respondió Cas, con su habitual tranquilidad.

- ¿No pudiste encontrar otra idea?-dijo Dean-. ¿O simplemente dejar que matara e este estúpido?

- ¡¿A quién llamas estúpido?!-gritó el arcángel, lanzándose sobre Dean, haciendo que ambos cayeran al suelo.

Sam y Castiel intercambiaron una mirada. Se encogieron de hombros y dejaron que ellos pelearan. Si llegaban a escuchar que algo se rompía, iban a ir para separarlos. Pero mientras no pasara eso, que se arreglaran ellos.

Gabriel tomó por la chaqueta al rubio y lo sacudió con fuerza, provocando que se golpeara la cabeza. Pero Dean no se quedó atrás y lo tomó por el cabello, sacándole palabras de dolor. Reuniendo toda su fuerza, Dean logró girarse para quedar él sobre Gabriel, mientras sujeta sus muñecas para que no lo golpeara. El arcángel no se rindió y zafó una de sus manos para golpearle la cara. Dean lo soltó y se levantó antes de que eso ocurriera. Se quedaron de frente.

- ¿Por qué no admites de una vez que estabas enamorado de él, rubio idiota?-dijo Gabriel-. ¿O eres tan cobarde que ni eso puedes hacer? Siempre tratas de esconderte de la verdad que te rodea porque no eres capaz de aceptarla.

- ¡Tú no sabes nada de lo que nos pasó! Fuiste tú el que huyó como un cobarde de todo-lo provocó Dean-. No me vengas a decir que yo admita algo cuando tú tampoco lo haces. No fuiste capaz de matar a Lucifer, y por eso casi morimos.

Su cuñado volvió a saltar sobre él y sujetó los lados de la chaqueta de Dean. Éste no se quedó atrás y puso sus manos en los hombros de Gabriel para tratar de empujarlo, creyendo que se había enojado como la vez que dijo que sus hermanos eran unos arrogantes. Pero se quedó pasmado cuando vio que los ojos de Gabriel estaban llorosos.

- ¡¿Qué sabes tú para decir eso?! ¿Crees que era agradable ver como mis hermanos se mataban entre ellos? ¡¿Crees que me gustaba?!-gritó, dejando que sus lágrimas mojaran el rostro del rubio-. ¡No lo entiendes! ¡Tú pudiste salvar a Sam de la maldad! Yo no, no pude salvar a mi hermano mayor. ¡Yo perdí a Lucifer!

Esas palabras se quedaron clavadas en la cabeza de Dean. Había olvidado por completo que Lucifer quedó, de cierta forma, corrompido por la oscuridad. Y no había quedado más opción que devolverlo a la jaula. Eso debió ser duro para los demás. Y más para Gabriel... y Michael. Eran indiferentes hacia Raphael, así que lo descontaron.

El amor de un hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora