Capitulo 6: Aclarando cosas

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Sam soltó las muñecas de Gabriel y ambos se pararon. Dean tenía los ojos en blanco y estaba pálido. Su hermano intercambió una mirada con el arcángel y ambos trataban de decir algo para que el rubio no empezara a crearse cosas.

Aunque... Bueno... ¿Qué era lo que podía pensar de eso, aparte de lo más obvio?

—Dean...

—Sam... ¿por qué...?—fue todo lo que dijo.

—Bueno... Nosotros... Esto...—Sam no sabía muy que decirle.

—Rubio, no es... Bueno...

Sam comenzó a decirle cualquier cosa. Y por lo nervios, terminó por decirle que salían... hacía seis meses.

— ¡¿Seis meses?!—dijo, más sorprendido.

—Dean, por favor, no grites—pidió Sam—. Sé que esto te molesta, pero...

—Espera, espera un momento—lo interrumpió—. ¿Cómo que me molesta?

— ¿No estás molesto?—preguntó Gabriel.

—Ehh... No—respondió Dean.

— ¿Y qué fue ese «por qué»?

—Por qué no me dijiste, Sam. La próxima vez déjame terminar de hablar.

— ¿No estás molesto?

— ¡Para nada! Ni se les ocurra... Sé que Gabriel no me agrada, pero si te hace feliz y no te hace nada, me tragaré el odio... Y no le vayan a decir a nadie que yo dije esto.

Sam suspiró, muy aliviado y lo abrazó para decirle: —Gracias, hermano.

—Además, si me enojara, sería hipócrita de mi parte—dijo al separarse de Sam. Éste lo miró con una sonrisa de lado y Dean imitó el gesto.

— ¿De qué hablan? ¡No me dejen fuera!—exclamó Gabriel, tomando el brazo de Sam.

—Lo siento, Gabe, pero no puedo decirte. Eso es un asunto de mi hermano.

—Eso no es justo—se quejó, haciendo pucheros.

—Bueno, si quieren, los dejo para que terminen lo que empezaron—comentó Dean, con una mirada pícara.

— ¡No, idiota! Además, tenemos que ir a hablar con las personas del lugar—recordó Sam.

— ¡Cierto, lo olvidé!—gritó Dean, yendo por las cosas que necesitaban.

—Gabe, ¿tú puedes quedarte con Cas? Serán solo unas horas—pidió Sam.

—Mmm... Bien, pero me deberás algo, cariño—dijo, guiñándole un ojo de forma coqueta.

—Calla. Nos vemos—le dio un beso rápido y salió, siendo seguido por Dean.

—Sabía que no duraría mucho el secreto—dijo para sí mismo.

Fue hasta el cuarto y vio que Castiel dormía plácidamente en la cama del rubio. Se acercó sigilosamente y se acostó a su lado. Claro que él quería a Castiel, pero... orgullo es orgullo. Además, habiendo pasado por todo lo que ellos pasaron, algo les faltaba. Y él lo sabía. Pero no sabía qué era.

Sacudió la cabeza y echó la cabeza hacia atrás. Le quedaba esperar que los Winchester volvieran.

— ¿Por dónde comenzamos?—preguntó Sam.

—Mmm... ¿Qué tal a la señora que está allá?—Dean señaló a una mujer que estaba regando sus plantas.

—Bien, vamos.

El amor de un hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora