Capitulo 19: «Inserte titulo aquí 2»

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En la tarde del mismo día-el viernes-los chicos no habían salido del cuarto. Al menos no por otra razón que no fuera ir al baño, que fue el caso de los gemelos. David las veces que uno de los dos salía, aprovechaba para hablar más con Castiel, puesto que el otro de los gemelos se quedaba viendo otra cosa, como por ejemplo, el extraño collar que Dean había olvidado colocarse esa mañana.

David comenzó a contarle a Castiel cosas sobre él: era hijo único, sus padres estaban juntos, y de la escuela no tenía mucho que decirle, salvo el hecho de que era como una cárcel para adolescentes. Según él, era terrible tener que levantarse a las seis de la mañana, desayunar a las prisas y salir disparado para no llegar tarde.

-Creo que exageras-dijo Ignacio.

- ¡Claro! Como ustedes tienen la escuela a la vuelta de la esquina, no deben preocuparse-contestó David.

-Pero si llegamos tarde igual-replicó Sebastián.

-Aún no entiendo cómo.

Castiel miró a Ignacio y vio que estaba respondiendo a toda prisa un mensaje de texto.

-Seb, tenemos que irnos. Mamá nos espera para el dentista-dijo Ignacio.

- ¡Diablos! ¡Lo olvidé!-Sebastián se levantó de golpe y dijo-: Perdón, chicos, tenemos que irnos. Pásenla bien mañana.

Los gemelos fueron a la sala y se despidieron de los Winchester, para luego salir disparados del lugar e ir hasta la salida, donde su madre ya los estaba esperando.

Castiel se sentó en la cama, junto a David, y siguieron hablando.

-Castiel, tienes un hermano, ¿verdad?-preguntó el rubio.

-Sí, se llama Gabriel.

- ¿Y dónde está?

-En la habitación. Discutimos y las cosas se salieron un poco de control y ahora no nos hablamos-contó brevemente.

-Entiendo. Qué bueno que no tengo hermanos-exclamó, restándole cierta importancia.

A Castiel no le molestó, ya que apenas lo conocía, por lo que era algo comprensible que fueran desconfiados, de cierta forma. Se conocieron hacia menos de una hora y media, así que no se podía esperar que ya fueran muy amigos. Si David lo había invitado a salir, fue justamente para conocerlo.

- ¿Cómo se llaman tus padres?-preguntó el moreno.

-Melina y Rogers. Estuvieron juntos desde la secundaria.

-Vaya. Es mucho tiempo, creo yo.

-Castiel, debo irme ahora. Olvidé que debía verme con mi padre-dijo David, levantándose de la cama-. ¿Me acompañas a la puerta?

-Vamos.

Los dos salieron del cuarto para dirigirse hasta la puerta. Dean y Sam no estaban. Seguramente habían vuelto a la casa para buscar algo, ya que Castiel los había escuchado hablar de eso antes. Le restó importancia al hecho de si habían llevado a su hermano o no.

- ¿Así que vas a salir mañana?-exclamó Gabriel. Castiel se volteó y vio que estaba con los brazos cruzados sobre el pecho-. ¿Pensabas decirme?

- ¿Debería?

-Castiel...

- ¿Qué? ¿Me vas a golpear de nuevo?-lo desafió.

Gabriel cerró los ojos y dejó escapar el aire por su nariz, como un suspiro. Se estaba comenzando a enojar, y eso no era nada bueno.

-Muy bien, haz lo que quieras-dijo Gabriel, mientras iba hacia la puerta de salida.

Le envió un mensaje a Sam para decirle que si no lo encontraba, no debía preocuparse, ya que necesitaba estar solo un rato.

«Solo», pensó. Eso hizo que se pusiera a pensar en algo: antes de estar con Sam, él casi siempre había estado solo. No había sido tan apegado a sus hermanos, a excepción de Lucifer, y, de cierta forma, Castiel, aun si éste último estaba más con Balthazar. Con Raphael antes era muy unido, pero las cosas cambiaron cuando él quiso tener el poder. Y sobre Michael... Siempre se habían amado, como Lucifer también lo hizo. Ellos cuatro de verdad se amaban, pero la traición hizo que cada uno tomara su propio camino, y que Lucifer acabara en la jaula del infierno.

Sacudió la cabeza y siguió caminando por las calles del lugar, mientras su mirada ser perdía en la nada. Comenzó a sentir una punzada en el pecho. Lo que le había dicho a Castiel no lo dejaba de seguir. Sabía que decirle a un adolescente «haz lo que quieras» nunca trae nada bueno. Este era su caso en este momento. No iba a volver y decirle que se olvidara de lo que le había dicho, pero si las cosas se ponían feas, hablaría con él.

- ¿Hola?-dijo, atendiendo su celular.

- ¿Gabe? Soy Sam. ¿Estás bien? ¿Por qué te fuiste de aquí?-preguntó el castaño.

-Necesitaba salir un poco. Tranquilo, regreso en diez minutos o un poco más.

-Gabe...

-Dame tiempo, Sam. Necesito enfriarme.

Sin esperar respuesta, colgó, esperando que Sam no le reclamara por su actitud. Suspiró y siguió caminando. Dio una vuelta entera por el parque, miró algunas vidrieras, se compró dulces con el dinero que Dean se había dejado en la cocina, y finalmente, dio la media vuelta para volver al hotel. Necesitaba descansar un rato. Mientras caminaba, vio que el parque estaba vacío. Decidió sentarse en una banca y miró al cielo. Sin saber por qué, comenzó a hablarle a Dios.

-Padre, no entiendo. Sé que no debería molestarte por esto, ya que yo acepté ayudarlos por voluntad propia, pero aun así, necesito que me des una señal, algo que me diga que está ocurriendo. ¿Tú lo sabes?-preguntó en voz baja-. ¿Qué debo hacer?

Miró el cielo un momento, y luego bajó la cabeza. Sabía que no iba a obtener respuestas, así que se levantó y siguió su camino hasta el hotel. Mientras caminada, sentía que un montón de cosas pasaban por su cabeza a toda velocidad: los problemas que estaban teniendo, darse cuenta que no era del todo fácil ser un hermano mayor, ya sea en el cielo o en el mundo humano, y cosas así eran las que pensaba. Hiciera lo que hiciera, quería estar tranquilo aunque fueran cinco minutos enteros.

- ¿Gabriel?-escuchó una voz femenina a su espalda.

-Susan... Hola. Creí que llevarías a los chicos al dentista-dijo él.

-Sí, pero fue hace una hora-contestó ella, sonriéndole.

- ¿Qué...?-susurró. « ¿Cuánto tiempo di vueltas?», pensó.

- ¿Estás bien?

-Sí, sí, lo siento... Susan, necesito preguntarte algo-exclamó Gabriel, con voz apagada.

-Dime.

- ¿Cómo lidias con un adolescente rebelde?

Susan abrió bastante los ojos ante esa pregunta, claramente sorprendida. Pero rápidamente pudo entender que Gabriel podía estar pasando un mal momento con Castiel.

-Bueno, primero que nada, tienes que intentar saber por lo que puede estar pasando, si es que hay algo o si simplemente busca llevarte la contra. Sea como sea, primero ve como van las cosas, ve si empieza a comportarse de una forma más «dura». En caso de que en algún momento se pase, pero tampoco haga algo grave, habla con él y trata de que se sienta en confianza para hablarte de su problema-explicó-. Sé lo duro que es; yo tengo tres hijos adolescentes.

-Lo sé y lo entiendo. Muchas gracias, Susan. Me hacía falta el consejo de alguien que estuviera pasando por lo mismo.

-No hay de qué. Espero que puedas solucionar los problemas con tu hermano-dijo, mientras le guiñaba un ojo.

Ella se fue a paso apresurado a su auto, y Gabriel siguió su camino hasta el hotel.

El amor de un hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora