Capitulo 26: Las promesas no se olvidan... La última respuesta

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Los cuatro salieron de toda prisa de la casa y se metieron en el Impala, tirando sus espaldas contra los respaldos, dejando ver que estaban agotados. Gabriel apoyó la cabeza en la ventana y suspiró casi silenciosamente. Castiel cerró los ojos y se relajó por completo. Y los Winchester se miraron un segundo antes de sonreír. Finalmente, habían acabado con todo. Haber podido ver lo que Lucas quería y que los hermanos celestiales iban a volver a la normalidad, les daba un sentimiento de paz inmenso. Habían esperado mucho poder terminar ese caso que tantos dolores de cabeza y hasta malos momentos les dio. Pero al final, ellos dos habían conseguido lo que tanto falta les hacía.

Dean arrancó y condujo hacia el hotel. Los otros parecían dispuestos a dormirse. De hecho, Gabriel y Cas habían cerraron los ojos y no tardaron en hacerlo. Estaban agotados. Sam giró la cabeza para verlos y sonrió ante la imagen. Dean miró por el espejo retrovisor e imitó el gesto de su hermano menor. Se alegraron de que los otros dos por fin pudieran ser casi como ellos y entender lo que era el amor de dos hermanos tan unidos.

Al llegar al hotel, los Winchester se bajaron y cada uno tomó en brazos a su respectivo ángel. Sam ocultó una sonrisa cuando vio a su hermano con el moreno en sus brazos y la forma tan pacifica en que dormía mientras estaba en los brazos del rubio. Se tomó un poco tiempo y miró a su novio: la forma tierna en la que se veía al dormir era lo más bello que Sam habría podido ver, sin duda alguna. Sonrió con dulzura ante la imagen, y luego siguió a su hermano cuando éste lo llamó para que entrara al hotel. Los se metieron en el ascensor, recibiendo una mirada extraña de un matrimonio cuando entraron con ellos en brazos.

-No nos juzguen-dijo Dean.

Sam simplemente se encogió de hombros.

-Aquí nos bajamos-dijo. Él y hermano lo hicieron, siendo seguidos por las miradas tan extrañadas de esas personas.

Llegaron a la habitación y cada uno fue a su respectivo cuarto para dejar a los ángeles. Sam recostó con sumo cuidado a Gabriel y le acarició con suavidad el cabello. Había pasado un susto de muerte cuando lo escuchó decir que pensaba suicidarse. Sintió que el corazón se le iba a salir del pecho y sus nervios estaban a mil por hora. Por suerte, Castiel lo había hecho reaccionar. Se habría atormentado de por vida si Gabriel terminaba por saltar de la ventana.

Alejó esos pensamientos y, sin cambiarse, se acostó al lado del más bajo, quien de manera instantánea se acercó y apoyó cómodamente la cabeza en el pecho de Sam. Incluso si eran las cinco de la tarde, se merecían un descanso.

Dean dejó a Castiel en la cama y él se sentó en el borde, respirando pesadamente. Aún estaba nervioso por las cosas que habían pasado. Sabía de sobra que Sam habría entrado en una depresión profunda si Gabriel terminaba por quitarse la vida, y eso lo quebraba por dentro. Y más saber que Castiel habría estado igual si perdía a su hermano mayor. Quería despertar y creer que todo había sido una horrible pesadilla. Si bien no lo decía en voz alta, él consideraba al arcángel parte de la familia, aun si éste siempre se metía con él y le hacía bromas terribles. Sam y Castiel sabían eso, pero también sabían que Dean era bastante orgulloso como para decirlo directamente.

Se levantó y se dirigió a la puerta para ir a la cocina, no sin antes darle un último vistazo al menor. Sonrió ante lo adorable que se veía y salió definitivamente. Atravesó el pasillo y vio por la puerta entreabierta del cuarto de su hermano a éste y a Gabriel abrazados, mientras Sam dormitaba un poco y el arcángel dormía cómodamente casi encima de él. Debía ser sincero consigo mismo: pasaba por el mismo sentimiento que Gabriel; sentía una punzada de celos. Pero ya le había dicho que iba a tragarse su odio para que fuera feliz con él. Además, sabía que Gabriel iba a cuidar y tratar bien a su hermano. Sam podía no ser más un niño, pero seguía siendo su hermano menor y eso era suficiente para que Dean siguiera detrás de él para cuidarlo.

El amor de un hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora