Café y Lágrima [Wonkyun|Showki]

Los negociantes

Era miércoles pasado el mediodía y Hyunwoo tenía que hablar finalmente con Hoseok para entablar una relación de amistad entre sus negocios. Ambos se promocionarían y tratarían de quedarse con todo el público homosexual de la zona. Los dos eran hombres altos, que mantenían un aura jodidamente sensual y -valga la redundancia- sexual. La mitad de sus clientes iban solo para verlos por lo que era importante que cada noche asistieran. Estaban ubicados bastante distanciados unos de otros, unas quince cuadras pero eso no impedía que cada tanto hubiese cierta rivalidad, después de todo era la misma zona.

— Hyung, llegaste temprano. — un chico rubio con un collar agarrado al cuello y ropa completamente ajustada y rasgada entraba por el bonito bar-restaurante. Un lugar completamente normal y bastante conocido, con un aura delicada entre vintage y un poco formal. El joven se acercó a la mesa donde estaba un moreno alto y de mirada rígida, vestido con un traje, pero bastante relajado. Éste le sonrió de lado a su invitado y asintió, se le achicaban los ojos cuando sonreía. Kihyun estaba mirando toda la escena como un jodido baboso.

El chico de baja estatura y cuerpo delgado estaba con su uniforme de trabajo mientras limpiaba un vaso una y otra y otra y otra vez. Sintió un toque en su hombro y no prestó atención. Lo volvió a sentir y se volteó algo enojado porque lo estaban interrumpiendo.

—¿Quééé? — un chico apenas una pulgada más alto que él pero con un semblante que daba miedo y una voz extremadamente gruesa estaba de frente a él.

— Te toca ir a atender, Hyung. Son bonitos, aunque el rubio es demasiado gay. — contempló como si nada y tomó el vaso que su mayor tenía en la mano, dejándolo a un costado. El peli rosa murió por un instante y contempló las posibilidades de caminar sin avergonzarse y eran absolutamente nulas, cuando se miró en el reflejo de un vidrio ya se vio el sonrojo.

Estúpida vida de vergüenza y homosexualidad reprimida.

Se maldijo y despacito fue caminando a la mesa con el rostro contraído y la mirada agachas, de repente se dio cuenta que el piso tenía marquitas, quizá le faltaba una limpieza profunda. Se chocó con dos mesas y apretó los ojos intentando reprimir una puteada. Cuando por fin llegó no pudo mirar a ninguno.

— Buenos días... les dejo la carta. Hoy el menú del día es guiso de carne con arroz blanco y salsa, de acompañamiento pueden elegir cualquier vino de la casa o bebida sin alcohol. El postre es a elección. — su voz siempre había sido suave, hermosa y pulcra, por algo estudiaba música en la universidad. Pero, joder, nunca en su vida se escuchó tan bajo y tímido como ahora, parecía que se le iba a caer el ojo en cualquier instante. Se mordió los labios, por alguna extraña razón sentía una mirada profunda en su cuerpo y eso le obligó a ni siquiera atinar a levantar la vista. Suelo, creo que me he enamorado de ti. Se bromeó a sí mismo el menor.

— Rico. Me pregunto si será. ¿Me lo recomiendas? — preguntó el rubio con una sonrisa hermosa que Kihyun no vio en absoluto. Solo se avergonzó y asintió, sus dedos se apretaron contra la libretita que tenía en la mano.

— Alza la mirada. — el peli rosa hizo caso en automático y miró a quien lo llamaba, con una expresión algo extrañada y de repente se topó con una oscuridad muy profunda, pero no se movió ni un centímetro. Sintió mucho miedo y literalmente le temblaron las piernas por suerte la sonrisa del hombre le tranquilizó al instante.

— Lo siento, no podía escucharte. Entonces, ¿es bueno el menú? — le insistió en que contestara y los labios del más chico se abrieron poco a poco.

— Es delicioso. — aseguró con el rostro ardiendo, principalmente porque era él quien hacía el menú ese día, aunque Kihyun siempre se enorgullecía de su comida, esa vez moría de pena. El chef del restaurante le dejaba hacer algunos platos por semana.