VII

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La casa se sentía fría, sola y oscura. Por un momento, MinSeok no pudo creer que ese fuera su hogar. Se recostó sobre el sillón, con los pensamientos revueltos. Los acontecimientos de esa noche lo habían dejado en un profundo estado de confusión. Se sentía incómodo dentro de sí mismo. Era como si toda su existencia se hubiera alterado. Dos energías que chocan en el espacio exterior, dándole vida a algo nuevo.

MinSeok se levantó y caminó hasta el gabinete donde guardaba el licor. Se sirvió un coñac y regresó al sillón. Mientras bebía, se sumergió en el recuerdo de lo sucedido. El rostro abatido de su empleado parecía ser el centro de todo. Aquella mezcla de emociones era desconcertante, porque MinSeok conocía el miedo, lo disfrutaba. Ese terror brillando en las pupilas de sus víctimas al dar el último aliento, era el delicioso alimento de sus malas intenciones. Conocía la decepción, la tristeza, la impotencia... Pero, lo que había visto en el rostro de JongDae unas horas antes, era totalmente desconocido para él. Ahora, su mente se dividía entre dos misterios: ¿Qué era lo que JongDae sentía? Y, ¿por qué le importaba tanto? Por primera vez, MinSeok no se preocupaba por arrebatarle la vida a su empleado, sino por descifrar lo que ocurría dentro de él.



Tres días después.

En la estación de policía, el detective Park Chanyeol disfrutaba de su frappuccino con chispas de chocolate, como cada mañana. Se relajaba detrás de su escritorio, con los pies sobre éste y los ojos cubiertos por su espesa melena.

—¡Detective Park! ¡Detective Park! —KyungSoo entró de golpe a la pequeña oficina de su jefe.

Do KyungSoo era un cadete que había solicitado un cambio de puesto al área administrativa en la estación de policía, debido a una lesión. Sin embargo, terminó siendo el subordinado del detective Park Chanyeol, el peor elemento del cuerpo policiaco, o por lo menos, esa era la imagen que tenían de él sus compañeros. Con sus cinco años de experiencia, no había podido solucionar un solo caso, y su pequeña oficina estaba repleta de expedientes que nunca encontraban una solución. A pesar de que trabajaba duro en ello, su mala suerte no le permitía cumplir sus metas. Los sospechosos siempre escapaban, nunca encontraba suficientes pistas o su instinto de detective siempre lo llevaba por el camino equivocado. Los últimos meses, le habían asignado casos pequeños, como robos o problemas de violencia intrafamiliar. Sobra decir, que el detective Park estaba sumido en la depresión.

—¿Qué demonios te pasa, KyungSoo? —quiso saber Chanyeol, mientras seguía sorbiendo el frío líquido a través de la pajilla.

—¡Nos acaban de dar un caso nuevo! ¡Esta vez es un caso grande! —respondió KyungSoo emocionado. Puso una carpeta amarilla frente a Chanyeol, la gran sonrisa en su rostro, aunque brillante y sincera, era escalofriante.

—¿Estás seguro?... ¿No es otro robo más, o una pelea? —Chanyeol se acomodó en su silla y abrió la carpeta—. Mm... La desaparición de un hombre chino.

—Así es. Ningún otro detective en el departamento quiso tomar el caso. No quieren lidiar con los familiares. Yo le dije al superintendente Kang que nosotros nos haríamos cargo —KyungSoo se sentó frente a su jefe, seguía sonriendo orgulloso, expectante. Aunque, el silencio momentáneo del superior, comenzó a ponerlo nervioso.

ChanYeol suspiró después de leer la información. Clavó sus ojos en los de su subordinado. Su expresión era plana, como una hoja de papel.

—¡Hiciste bien! —replicó al fin, sonriendo de oreja a oreja—. El resto de los detectives son unos mediocres, no quieren aceptar el reto.

La sonrisa de KyungSoo se hizo más grande (y más aterradora). Chanyeol sintió un escalofrío ante la imagen, y frunció el ceño por un momento.

—Bien, bien. Debemos comenzar ahora mismo. Llama a los familiares del desaparecido y concreta una cita. También consigue un traductor, porque yo no sé una mierda de mandarín o chino o cantonés o lo que sea que ellos hablen.

—¡Sí, jefe! —KyungSoo asintió efusivamente y salió corriendo de la oficina.

—¡Oye! ¡Que no me digas jefe! ¡Sólo llámame ChanYeol! —el detective gritó hacia la puerta, pero KyungSoo prácticamente se había esfumado—. ¡Aish! Este muchacho me saca los demonios que llevo dentro.



El señor y la señora Zhāng fueron interrogados en la estación de policía al día siguiente. El hombre se mantenía impasible, mientras que la mujer se había entregado a un llanto desesperado.

—Entonces, su hijo fue visto por última vez en el bar Safari, ¿es correcto?

El traductor le repetía las preguntas al padre del desaparecido, quien era el más adecuado para responder, ya que la madre no paraba de sollozar, con las manos temblorosas en su regazo.

—Sí. YiXing salió con sus amigos el viernes por la noche. Sólo irían a tomar unos tragos a su bar favorito. Después regresaría a casa. El señor Zhāng dice que no es común que su hijo no llegue a dormir. Aunque consiguiera conquistar alguna chica, siempre llamaba para avisarles que llegaría más tarde.

Chanyeol dejó escapar una risita cuando escuchó aquello, provocando que todos lo miraran con extrañeza. Sin embargo, él continúo anotando los datos más relevantes del interrogatorio.

—Necesito que me proporcionen la información de contacto de los amigos de su hijo. Es necesario que los interroguemos.

—El señor Zhāng dice que con gusto le dará los teléfonos. Pero él habló con ellos personalmente y no pudieron darle mucha información. Sólo que su hijo se topó con un viejo amigo de la preparatoria, pero no lograron ver bien su rostro y tampoco escucharon su nombre.

—De todas formas, iremos a verlos. Quizá recuerden algo más. No se preocupen señores, vamos a encontrar a su hijo —ChanYeol puso su inmensa mano sobre las temblorosas manos de la madre, y le regaló una sonrisa llena de confianza. Mientras el traductor repetía sus palabras en chino, la mujer asintió.

Después de la entrevista, ChanYeol y KyungSoo salieron de la estación de policía y subieron al viejo Honda del detective.

—¿A dónde vamos ahora, jefe? —preguntó KyungSoo, mientras se abrochaba el cinturón de seguridad.

—¡Dime Chanyeol! Por Dios, tenemos la misma edad... Vamos al Safari —replicó Chanyeol, encendiendo el motor.

—Por cierto, ¿por qué se rió hace un rato cuando al señor Zhāng mencionó ese bar?

—Porque el Safari es un bar gay —el detective miraba el espejo lateral, esperando a que el resto de los autos lo dejara avanzar.

—Mm... ¿y usted cómo lo sabe?

La expresión en el rostro de Chanyeol se endureció. KyungSoo podía jurar que nunca había visto a su jefe sonrojarse así.

—¡Porque soy un detective! —gritó—. ¡Cualquier detective profesional debe conocer todos los bares de mala muerte en Seúl!

Okay... —KyungSoo lo miró apenado por un momento, después dirigió su atención hacia la ventanilla.

El Honda logró salir a la calle, mezclándose en el tráfico.

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Nota: Quiero disculparme por tardar tanto en actualizar. La vida real se lleva gran parte de mi tiempo y no puedo sumergirme tanto como me gustaría en la ficción. Sin embargo, ya tengo la historia terminada en mi cabeza, así que no la dejaré a medias. Agradezco mucho a los y las lectoras que se toman el tiempo para seguir esta historia. Gracias por su paciencia. Prometo esforzarme más para actualizar más seguido. 

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