XVII

416 83 5
                                    


En cuando JongDae atravesó la puerta de aquella oficina. Quedó envuelto en los brazos de MinSeok. Aunque se sentía desconcertado por sus sentimientos, no podía evitar abandonarse a ellos. Esa necesidad de tener a su empleado tan cerca como para percibir su aroma, para besarlo o tocarlo a su antojo, se había convertido en algo más fuerte que él mismo.

Por su parte, JongDae nunca se había sentido más vivo. Ni siquiera en sus años más jóvenes, antes de conocer la tortura que era SooYun. Por primera vez en su vida, podía descubrir aquellos sentimientos tan intentos con los que siempre soñó. MinSeok representaba el peligro, lo que no debía ser. Inyectaba adrenalina en sus venas con cada beso, con cada caricia.

—Vamos a mi casa... —propuso el mayor, entre besos y caricias, mientas JongDae lo guiaba despacio hacia el escritorio.

El empleado suspiró contra sus labios y se separó de él. La expresión en su rostro cambió por completo, y sus ojos reflejaron su frustración.

—Le prometí a SooYun que llegaría temprano a casa —confesó, agachando la cabeza, como si se sintiera avergonzado.

MinSeok se alejó de él. Rodeó su escritorio y se sentó en su cómoda silla de cuero. Sus ojos profundos se clavaron en el muchacho. Había fuego en ellos, pero no era encendido por la pasión, si no por el odio.

—El bebé puede llegar en cualquier momento. Yo... no puedo dejarla.

MinSeok deslizó el celular ajeno sobre el escritorio.

—Ahí lo tienes. No ha parado de sonar en toda la tarde. Si te reclama cuando llegues a casa, dile que yo te lo quité —el jefe intentó sonreír. Aunque su expresión poseía detalles de dolor.

JongDae tomó el aparato y lo guardó en su bolsillo, sin mirar la pantalla. Con todo su corazón, deseó que SooYun desapareciera. Pero, el tesoro que guardaba en su interior, era demasiado precioso.

—No te presentes a trabajar mañana —dijo el jefe, entrelazando sus manos sobre el escritorio.

El corazón de JongDae dio un vuelco en su pecho.

—¿Me estás despidiendo?

—No. Quiero que te levantes temprano como todos los días. Quiero que te pongas el uniforme... —MinSeok se levantó de su silla y comenzó a acercarse a su empleado—. Quiero que te despidas de tu esposa. Quiero que salgas de tu casa y quiero que te dirijas a la mía.

El mayor acortó más la distancia entre ellos, hasta que su aliento se mezcló con el de JongDae, cuyos ojos se clavaron en sus labios, ansioso por bebes de ellos. MinSeok rozó su nariz contra la del más joven, tentándolo a dar el siguiente paso. El muchacho no lo dudó, y tomó los deliciosos labios entre los suyos.

—Está bien, señor. Estaré ahí a primera hora.

MinSeok le dio un último beso y lo dejó ir.


***


KyungSoo carraspeó para llamar la atención de su jefe, quien se encontraba ocupado, interrogando a uno de los empleados del bar Safari. El detective Park había insistido en prestar una última visita al lugar, antes de partir a Busán. Dijo que más valía asegurarse de obtener toda la información posible. Aunque, a KyungSoo le parecía que su jefe tenía otras intenciones.

—¿Eso quiere decir que no lo veré en unos días, detective? —un chico joven y bien parecido jugaba con la solapa del saco del detective Park. Se mordía el labio inferior coquetamente, ignorando por completo al pobre de KyungSoo, quien volvió a carraspear.

—Lo siento, el aburrido deber me llama. Pero, prometo que me daré una vuelta una de estas noches —ChanYeol tomó la mano entre las suyas. La estrechó por un momento y luego la soltó.

Ambos, el detective y el subordinado, salieron del bar en silencio, hasta que KyungSoo no pudo soportarlo más.

—Pensé que no frecuentaba esta clase de lugares, jefe —dijo, mientras subía al auto.

—No lo hago —replicó ChanYeol, subiendo al auto también—. Es solo un conocido.

—Sí, claro —exclamó el subordinado con sarcasmo.

—Y, si así fuera, ¿a ti qué te importa? —ChanYeol lo miró por un momento, antes de encender el automóvil.

—Si se pusiera a trabajar, en lugar de pasar las noches de bar en bar, sería un detective ejemplar, ¿no cree?

—¿Acaso no merezco un poco de distracción? ¿Ah?

—Yo no dije eso.

—Hasta el grandioso detective Oh tiene sus ratos de esparcimiento. No veo por qué yo no.

KyungSoo suspiró. En realidad, él veía a su jefe como una especie de hermano menor, aunque tuvieran casi la misma edad. Desde que lo asignaron a su oficina, trató de hacer que las cosas funcionaran mejor para él. Siempre escuchó cómo, prácticamente todo el departamento de policía, se burlaba del detective Park ChanYeol. Eso le caló hondo, porque, después de conocerlo mejor, se dio cuenta de lo bueno que era. A pesar de ser un tonto la mayor parte del tiempo, ChanYeol tenía un buen corazón, y siempre se involucraba emocionalmente en los casos que investigaba. KyungSoo podía ver el potencial que los demás ignoraban. Así que, como una promesa solemne, se prometió a sí mismo que ayudaría a su jefe a sobresalir. Por eso había contactado a un amigo que tenía en Busán, y le había pedido que buscara al barman en la dirección que encontró. Su amigo le dijo que el hombre se escondía en casa de sus padres, así que no sería difícil dar con él. Por supuesto, ChanYeol no tenía idea. KyungSoo dejaría que su jefe se vanagloriara con ese pequeño logro.

Diez minutos después de que emprendieron el viaje, el humor del detective Park volvió a la normalidad. Habían parado en una cafetería para hacerse de provisiones. Un par de muffins y el típico café helado que tanto le gustaba y que lo hacía feliz.

—Me siento solo a veces —soltó de pronto, antes de darle un mordisco a su muffin de chocolate.

KyungSoo lo miró con sorpresa por un momento, después siguió sorbiendo café por la pajilla.

—Entiendo —se limitó a decir.

—No es que vaya todas las noches a buscar a un chico para acostarme con él —siguió el detective. Sus manos se movían con maestría, balanceando el muffin y manteniendo el volante firme.

—No tiene que darme explicaciones, jefe.

—No me llames así.... Me gustaría encontrar a alguien, ¿sabes?

—Entiendo. Ese tipo de cosas llegan solas. Entre más las buscas, más parecen alejarse.

—Ahora eres un filósofo o un poeta —ChanYeol sonrió, luego mordió de nuevo el muffin.

—Creo que así funcionan las cosas. Es un gran tipo. Seguramente alguien lo notará.

ChanYeol sonrió de nuevo. El auto se desvió hacia la autopista, mientras mordía el muffin por última vez.   

----------------------

Nota: Ya se acerca el final. Quizá falten dos o tres capítulos más. Quiero agradecer a todos los lectores que han estado al pendiente de este fic. Cuando lo termine, subiré un fic ChanBaek en el que he estado trabajando. Muchas gracias por todos sus comentarios y por las estrellitas que me regalan <3

El jardín de almas  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora