XXIV

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KyungSoo revisó los papeles que sostenía en su mano por última vez. Su rostro era inexpresivo, y eso ponía nervioso a ChanYeol.

—¡Ya dímelo! —espetó el detective, golpeando el escritorio con ambas manos.

—El sospechoso pasó la prueba del polígrafo sin problema alguno —respondió KyungSoo, entregando el folder al detective.

Park ChanYeol lo revisó con cuidado. Era cierto, el sospechoso pasó la prueba, lo que indicaba que estaba diciendo la verdad. Cada palabra de su confesión era cierta.

—Él confesó. Los restos que encontramos concuerdan con los chicos desaparecidos estos meses. ¿Qué más quiere, jefe? Debemos llamar al fiscal para que empiece a preparar el caso en contra de Kim JongDae.

El detective se echó hacia atrás, para recargarse en el respaldo de su silla. Suspiró. Aunque todo parecía encajar, había algo que lo molestaba.

La puerta de la oficina se abrió de golpe. El detective Oh Sehun entró, pavoneándose como si fuera el rey del mundo. Aventó otro folder encima del escritorio, y le regaló una sonrisa burlona a los dos presentes.

—Llamé al fiscal esta mañana. Quiere que haga equipo con ustedes para que le entreguemos un reporte detallado con todas las pruebas que tenemos —anunció.

—¿Por qué llamaste al fiscal? Debiste haberme consultado —ChanYeol se puso de pie, listo para comenzar una pelea.

KyungSoo observaba a su superior, atento a cualquier reacción violenta de su parte.

—Relájate, Park. Es obvio que el tipo es culpable. ¿Qué caso tiene alargar más el proceso? —Oh SeHun cruzó los brazos sobre su pecho, su sonrisa permanecía intacta en aquel rostro sarcástico.

—¡Necesitamos más evidencia! Todavía no tenemos los resultados de sus exámenes psico...

—¡Ahí los tienes, idiota! —SeHun lo interrumpió, señalando el folder que tiró sobre su escritorio—. El tipo está cuerdo. Todos los exámenes concuerdan. Sí, tiene un trauma por la muerte de la esposa, pero fuera de eso, está cuerdo.

ChanYeol se sentó de nuevo y tomó el folder, para revisar su contenido. Era cierto. El detective Oh estaba diciendo la verdad. Otro suspiro.

—Necesitamos encontrar al señor Kim MinSeok —dijo KyungSoo, quien permanecía inmóvil en su silla.

—Con respecto a eso... Encontraron otro cuerpo cerca del río Dorimcheon. Está quemado con ácido, es imposible identificarlo. Pero, cargaba en el bolsillo una credencial del LOTTE Mart. El nombre impreso en ella, es Kim MinSeok.

Tanto el detective Park, como su subordinado, abrieron los ojos con sorpresa.

—Según el forense, la víctima fue asesinada el mismo día en el que JongDae mató a su esposa. Creo que el fiscal tiene suficiente evidencia ahora —Oh Sehun levantó la barbilla con orgullo, y salió de la oficina.

+++

A pesar de que tuvieron que hacer equipo con el detective Oh, tanto ChanYeol como KyungSoo, recibieron un reconocimiento por parte del Departamento de Policía de Seúl. Fue gracias su caso, que pudieron atrapar al responsable de las desapariciones en las que trabajaba Sehun. KyungSoo se sentía orgulloso mientras cargaba su pequeña placa de plata, empotrada en una pulida barra de madera. Sin embargo, ChanYeol no lo estaba disfrutando tanto.

—¡Vamos, jefe! ¿Acaso no se alegra ni un poco? —quiso saber el más bajo.

Ambos estaban dentro del viejo auto de ChanYeol. Irían a festejar su pequeño triunfo al bar Safari.

—No lo sé, KyungSoo. Esta victoria me sabe amarga —respondió el más alto, encendiendo el auto.

—Sigue con lo de su corazonada. Ya no tiene sentido. Todo encaja. El señor Kim JongDae es un asesino despiadado, y nosotros lo atrapamos. El juicio comienza mañana. Las pruebas son contundentes. Tenemos su confesión grabada y firmada por escrito también. Creo que hicimos un buen trabajo.

ChanYeol lo miró por un momento, media sonrisa adornaba su rostro. El auto comenzó a moverse por las calles de Seúl.

—Si tan solo pudiéramos encontrar al estúpido barman. Parece que se lo tragó la tierra.

—Incluso si lo hiciéramos. No es un testigo confiable.

ChanYeol dejó caer su frente sobre el volante, cuando se detuvo frente a una luz roja. Un pesado suspiro abandonó sus pulmones.

—¡Anímese! Piense que el señor Byun lo está esperando en el bar ahora. Vamos a tomar, a bailar y a divertirnos. Olvidémonos un rato de todo esto. Verá que sus ideas se aclaran, jefe.

—No me llames jefe, KyungSoo... —sollozó el detective, con el rostro enterrado en el volante.

El sonido de un claxon detrás de ellos, lo trajo de regreso a la realidad. La luz era verde ahora. Era momento de avanzar. Era momento de dejar todo atrás y seguir adelante. 

El jardín de almas  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora