XXI

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El detective Park observaba al sospechoso a través de un cristal- JongDae se encontraba postrado en la fría cama del hospital. Estaba inmóvil, su respiración era apenas perceptible, una máscara cubría la mitad de su rostro, brindándole preciado oxígeno. Sus ojos estaban cerrados a la fuerza, con pequeños trozos de delgada cinta adhesiva.

—El paciente no puede ser interrogado —comenzó a explicar el doctor, quien se encontraba de pie junto al detective—. Entró en un estado de catatonia. Cuando llegó aquí, ni siquiera parpadeaba.

—Necesito su declaración —respondió ChanYeol, tocando su barbilla con los dedos.

—No podemos saber cuándo despertará de ese estado, detective. Lo lamento mucho.

—¿Tiene alguna herida en su cuerpo? —ChanYeol giró levemente su cabeza para mirar al doctor.

—No. Estaba cubierto de sangre cuando llegó. Pero, después de examinarlo, no encontramos heridas de ninguna clase. Tenía la presión arterial alta y estaba en shock. Después de administrarle más calmantes, cayó en ese estado.

—Gracias. Por favor, llámeme en cuanto el señor Kim sea capaz de hablar —ChanYeol le entregó una tarjeta al doctor, y estrechó su mano.

Mientras caminaba hacia la salida del hospital, KyungSoo llegó corriendo hacia él.

—¡Jefe! ¡Jefe!

—¿Qué pasa, KyungSoo? —ChanYeol lo atrapó en sus brazos, como si se tratara de una pelota que alguien arrojó hacia él con mucha fuerza.

El más bajo tardó unos segundos en recuperar el aliento y poder explicar la razón de su agitación.

—El barman... El barman desapareció.

Los ojos de ChanYeol se abrieron como platos.

—¡¿Qué?!

—El departamento de policía de Busán se acaba de comunicar conmigo... el elemento encargado de vigilarlo... lo perdió.

—¡¿Cómo que lo perdió?! —ChanYeol se llevó ambas manos a la cabeza y luego arrojó los puños al aire.

—No lo sé, jefe. Al parecer... el barman nunca llegó su casa después de que lo dejamos, y, en algún momento, el elemento lo perdió de vista.

—¡Demonios!... Vamos a la estación.

Ambos salieron del hospital, con el corazón exaltado.


+++


JongDae flotaba entre sueños confusos. Aunque no estaba dormido, se sentía así. Los calmantes lo hacían sentirse ligero, como si volara. No había gravedad que lo atara a la tierra. No había culpa, no había miedo, ni amor. Nada. Su respiración acompasada, gracias al oxígeno brindado por la máscara, lo arrullaba como si fuera un bebé.

Entre aquella ensoñación, recordó el rostro de MinSeok. Delineó con su imaginación las delicadas facciones de su jefe. Miró dentro de sus grandes ojos, del color de las castañas asadas. Esos ojos que lo cautivaron desde la primera vez que se reflejó en ellos. Sintió sus cálidas manos sobre su cuerpo. Recordó el sabor de sus labios ansiosos. El corazón de JongDae reaccionó, y la máquina que marcaba el ritmo de aquel órgano, le hizo saber a la enfermera que lo revisaba, que algo ocurría.

¿Cuántos días han pasado? JongDae recordó el tiempo. Recordó que el mundo se mueve, aunque él no esté del todo presente. Pero, la oscuridad se lo tragó de nuevo. Era cómodo allí, era seguro, no había dolor.

El llanto de un bebé lo sacó de su letargo. ¿Lo imaginó? ¿Había un bebé llorando afuera de sus sueños? JongDae imaginó a su hijo. Tendría sus ojos alegres y su cabello negro. La risa de su bebé repiqueteó en sus oídos como dulces campanadas. Su corazón reaccionó de nuevo. El doctor de guardia entró a revisarlo.

¿Una semana pasó ya? JongDae no quería regresar de aquel vacío. Sin un destello de luz, todo parecía caer en el olvido. El muchacho deseaba quedarse allí, pero un olor reptó hasta él. Ese hedor nauseabundo que le quemaba las fosas nasales. Ese olor que había quedado impregnado en cada uno de sus pensamientos para siempre.

JongDae se vio a sí mismo en la casa de MinSeok. Ese lugar donde los sueños y las pesadillas se mezclaban. Se vio a sí mismo recorriendo las habitaciones, caminando por el pasillo hacia el sótano, bajando las escaleras. Todos los recuerdos de ese día regresaron a él y lo golpearon como una ola gigantesca. Su corazón comenzó a latir con fuerza dentro de su pecho. El oxígeno proveniente de la máscara, saturó sus pulmones. Se asfixiaba a causa del pesado dolor que cayó de pronto sobre él. La enfermera llamó al doctor, cuando notó el cuerpo del muchacho convulsionándose.

Muchas voces daban órdenes a su alrededor, los aparatos conectados a su cuerpo, emitían sonidos enloquecidos. JongDae no podía respirar, la oscuridad lo devoraba con avidez. Se hundía en un mar turbio, y el hedor congestionaba su nariz.

En medio de un grito, JongDae regresó a la luz.


+++


Nombre: Kim SooYun

Sexo: Femenino

Edad: 22 años

Causa de muerte: Herida con arma punzocortante en el arco aórtico. Treinta heridas con el arma antes mencionada.

Se encontró el cadáver en la habitación del departamento de la víctima. Estaba vestida. Sus ropas desgarradas por las múltiples heridas en el área abdominal. Se encontraron heridas defensivas en los brazos y las manos.

El cuerpo presenta cambios propios de un embarazo de ocho meses y medio. No se encontró el producto. Posiblemente, se llevó a cabo una cesárea improvisada.

Chanyeol leyó el reporte del forense una y otra vez. Había pasado una semana desde el asesinato, y su sospechoso aun no despertaba.

—Todavía no hay noticias del barman, jefe —anunció KyungSoo, guardando su teléfono móvil en el bolsillo.

Tanto el detective como el subordinado, se encontraban en los niveles más altos de frustración.

El detective Oh SeHun entró a la oficina sin tocar. Miró al subordinado con desdén, y se sentó frente al escritorio de ChanYeol.

—Parece que encontraste a mi muchacho —SeHun se rascó la mejilla y miró a ChanYeol.

—No sé de qué hablas.

—Bueno. He estado trabajando en el caso de las desapariciones de chicos por meses. Se regó el rumor de que tienes un sospechoso para mí.

—El sospechoso es mío —replicó ChanYeol, imitando los gestos de su interlocutor—. Si no mal recuerdo, decidiste no tomar el caso del muchacho chino. Fue tu error, el caso y el sospechoso son míos.

—¡Vamos, ChanYeol! Sabes perfectamente que nuestros casos están conectados. Sólo basta con levantarle cargos al malnacido. El fiscal lo tendrá muy fácil con todas las pruebas que he recabado. Le darán cadena perpetua y todos felices.

ChanYeol dejó salir una risa breve.

—No hay pruebas suficientes para levantar cargos en su contra. Ni siquiera he podido interrogarlo. El sospechoso es mío, Sehun. Yo solo seré feliz cuando tengamos un caso sólido, con pruebas reales o una confesión.

—Eres un inepto, ChanYeol. Yo lo sé, tú lo sabes, toda la estación lo sabe. Deja que la gente grande se haga cargo. Si te pones necio, lo echarás a perder.

—Sal de aquí, por favor.

Sehun suspiró y se levantó despacio.

—No digas que no te lo advertí —después de mirar con desprecio a KyungSoo otra vez, el detective Oh salió de la oficina. 

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