XVIII

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Aquella mañana. JongDae llegó puntual hasta la bonita puerta de madera de MinSeok. Apenas tocó el timbre, su jefe abrió para tomar su mano y jalarlo hacia adentro de la casa. Un beso de buenos días, caricias de bienvenida y la desnudez de estás en tu casa. No hubo tiempo para palabras. Los hombres se comunicaron a través de sensaciones y gemidos, a través de miradas y sentimientos, que parecían brotar de sus poros.

A las diez en punto, mientras era penetrado casi desquiciadamente, JongDae se dio cuenta de que estaba estúpidamente enamorado de su jefe. A las diez menos diez minutos, mientras halaba los negros y suaves mechones de cabello, entrelazados entre sus dedos, MinSeok se dio cuenta de que estaba locamente enamorado de su empleado. Ya no había vuelta atrás, la aventura se había convertido en un romance verdadero.

Entre jadeos, se confesaron, con palabras que viajaron sobre dulces suspiros Por primera vez en años, JongDae sonrió de verdad, y el corazón frío del asesino dio un vuelco dentro de su pecho agitado. Alcanzaron el clímax casi al mismo tiempo, luego permanecieron en la cama unos momentos, con los brazos y piernas entrelazadas, como si quisieran formar un solo ser.

—En cuanto nazca mi hijo, la dejaré —JongDae acariciaba con ternura el cabello castaño del asesino.

—La dejarás... —repitió MinSeok, quien se encontraba abrazado a la cintura del más joven. Así como su sangre hervía de pasión y amor por aquel muchacho, sus ideas revoloteaban agitadas alrededor de una sola palabra: Venganza—. La dejarás y olvidarás todo lo que te ha hecho.

—Solo me importa mi hijo. La dejaré. Buscaré un lugar para vivir. Un bonito departamento donde pueda pasar tiempo con mi hijo. Estoy seguro de que podemos llegar a un acuerdo. Y tú y yo podremos estar juntos —los ojos de JongDae parecían perderse en alguna ensoñación.

MinSeok resopló. Pensó que el muchacho era demasiado inocente.

—¿De verdad crees que ella estará dispuesta a llegar a un acuerdo contigo? ¿Vas a dejar que esa horrible mujer críe a tu hijo? —MinSeok se incorporó. Sentado sobre la cama, miró fijamente a JongDae.

—Oye, tranquilo. Ella no es tan mala. Quizá se amargó un poco con el tiempo. Pero, hubo una época en la que SooYun era una chica dulce.

MinSeok resopló de nuevo. Con una sonrisa burlona adornando su rostro, abandonó la cama.

—¿Estás molesto? —quiso saber JongDae, quien se había incorporado también.

—No. No es mi asunto. Sólo creo que no es buena idea.

El jefe entró al baño para lavarse la cara y los dientes. Buscó su ropa en el armario y se preparó para marcharse al trabajo.

—Solo trato de pensar en lo que es mejor para mi hijo —JongDae se puso su ropa interior y su camisa.

—No creo que ser criado por una mujer tan vulgar, sea lo mejor para tu hijo. Pero, te repito. No es mi asunto —MinSeok se sentó en la orilla de la cama para ponerse los calcetines.

—Será tu problema también. Yo... quiero que me ayudes a criar a mi... a nuestro hijo.

Por fin, JongDae confesó un pequeño sueño que se había formado en su cabeza, cuando despertó en la cama de su jefe la primera vez. Por supuesto, le había parecido ridículo, y todo este tiempo lo había guardado celosamente, junto a los sueños que sabía que no podían cumplirse. Sin embargo, ahora que las confesiones estaban hechas, se atrevió a dejarlo salir.

MinSeok se quedó inmóvil al escuchar aquello. Su corazón no dejaba de moverse inquieto dentro de su pecho. Apenas había aceptado que amaba al muchacho detrás de él, quien lo observaba expectante. Odiaba eso, esas complicaciones que siempre venían como una molesta carga en todas las relaciones humanas. Sin embargo, aquella complicación, dibujó una pequeña sonrisa en su rostro.

—¿Voy muy rápido? —JongDae se acercó a su jefe y rodeó su cuello con los brazos—. Puedes decir que no. Yo, sólo es algo que pensé. Ahora que sé que mis sentimientos son correspondidos, me di permiso a mí mismo de soñar un poco. Pero, dime que me detenga y lo haré.

MinSeok acarició uno de los brazos alrededor de su cuello y depositó un beso gentil en ellos.

—Creo que debemos hablar más sobre esto, JongDae. Todo esto está pasando muy rápido, sí, pero solo necesito un poco de tiempo para asimilarlo —MinSeok deshizo el abrazo y se puso de pie. Tomó al más joven por los hombros, para mirarlo directamente a los ojos—. Ese bebé es y será siempre parte de tu vida. Yo te quiero en la mía, así que, obviamente, ese bebé también será parte de la ecuación. No te estreses por eso ahora, ¿sí? Ya lo hablaremos con más calma. Ahora, debo ir al LOTTE Mart.

El asesino le robó un cálido beso a JongDae. Un beso que lo dejó sonriendo, de pie, junto a la cama.

—Quédate aquí y espera por mí. Puedes tomar cualquier libro de mi colección. Hay calabazas frescas en el jardín, prepara algo rico para desayunar, ¿está bien? Regresaré temprano para verte.

MinSeok lo miro mientras salía de la habitación. JongDae asintió, se quedó ahí, escuchando cómo los pasos se alejaban hacia la puerta principal. Una vez envuelto por la soledad, se entregó a la alegría que sentía. Su preciosa sonrisa lo acompañó mientras se puso los pantalones. Estuvo con él cuando entró al baño a lavarse. También lo siguió al bajar al jardín a cortar las calabazas y fresas. Sin embargo, la sonrisa se desvaneció un poco al percibir un extraño hedor. Se preguntó de dónde podía provenir.

El jardín parecía incluso más hermoso que la primera vez. Pero el desagradable aroma, rompía en mil pedazos la ilusión de estar dentro de un sueño. JongDae pensó que algún animal había muerto por ahí. Se dedicó a buscar entre las orquídeas, entre los arbustos perfectamente podados, entre los frutos frescos y las verduras. Lo único que pudo descubrir, es que todas las plantas habían sido consentidas con abono fresco. El hedor no le permitió examinar más a fondo aquello, así que regresó a la casa para alejarse de él.

Encendió la cafetera, sacó un par de huevos del refrigerador y se dispuso a lavar lo que había recolectado. Tomó un vaso de agua fría para eliminar las náuseas leves que el desagradable olor le provocó. Luego, comenzó a preparar el desayuno. Comió sin prisa. Era agradable estar ahí, lejos de los gritos de su esposa. Cuando terminó, lavó los platos con cuidado y organizó el pequeño desastre que había hecho.

Aunque habían pasado poco tiempo juntos, JongDae ya conocía mucho sobre su jefe. Sabía que era un hombre organizado y cuidadoso. Así que decidió respetar su espacio, y dejarlo impecable, así como lo había encontrado.

Después de limpiar, se dispuso a explorar la casa. De verdad, amaba la pequeña librería que MinSeok había armado en la sala. Acarició algunos tomos viejos, los acercó a su nariz para inhalar su agradable olor, casi olvidándose por completo de aquel que había percibido antes. Después recorrió el comedor. MinSeok tenía un excelente gusto para decorar. Entre más habitaciones conocía, más se enamoraba de su jefe. Abrió la primera puerta del pasillo, donde encontró un pequeño despacho lleno de archivos, los cuales supuso, eran del LOTTE Mart. El muchacho avanzó un poco más, hasta la puerta al final del pasillo. La abrió con cuidado. Cuando encendió la luz, vio unas escaleras que se extendían frente a él. Era el sótano. Mientras bajaba, JongDae se preguntó si un hombre tan organizado como MinSeok, tendría algún sucio secreto oculto en el sótano. Sería como una película de terror, y el muchacho sonrió divertido por sus propias ideas. Sin embargo, todo rastro de alegría se borró de su mente, cuando percibió de nuevo, aquel terrible hedor.


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