XXII

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El detective Park suspiraba una y otra vez, mientras hacía girar su silla, impulsándose con los pies sobre el sueño. KyungSoo lo observaba con severidad, como si no supiera si golpearlo o decir algo para animarlo.

—No tenemos cuerpos, KyungSoo... —dijo, girando todavía, con la mirada perdida en el techo—. No tenemos testigos. No tenemos evidencia de que Kim JongDae haya secuestrado y matado a todos esos chicos. No tenemos el arma asesina que terminó con la vida de su esposa. No tenemos... nada. Ni siquiera SeHun tiene pistas.

—Pero, el sospechoso está en condiciones de rendir su declaración ahora. Quizá pueda confesar.

—No estoy tan seguro de que él sea nuestro hombre, KyungSoo. Necesitamos algo más a lo que aferrarnos.

KyungSoo se levantó de su asiento frente al escritorio, y rebuscó entre unas carpetas apiladas en él. Tomó un folder gris y se lo ofreció a su jefe.

—Esta es la lista de los empleados del LOTTE Mart donde Kim JongDae trabajaba. Deberíamos interrogarlos, jefe. Quizá sepan algo.

ChanYeol detuvo los giros. Tomó el folder y miró a le dio a su subordinado una mirada asesina.

—No me llames jefe.


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El detective Park tenía el codo apoyado sobre la fría mesa de metal, y su mejilla descansaba sobre la palma de su mano. KyungSoo estaba de brazos cruzados detrás de él, observando con recelo la escena. Su jefe parecía embobado, como un niño frente al aparador de una juguetería.

—No puedo creer que JongDae sea sospechoso de asesinato. Sí, tenía problemas con su esposa, pero eso ocurre en todos los matrimonios, ¿no es así?... Cuando me case, voy a tratar bien a mi pareja para evitar los problemas. Aunque yo no soy del tipo que pueda matar a alguien, ¿sabe, detective? Soy más del tipo relajado que evita la tensión. El pobre JongDae se veía tenso casi todo el tiempo, ahora sé que los problemas con su esposa eran fuertes —un suspiro—. ¿Quién lo hubiera dicho? Se veía tan simpático y amable.

BaekHyun no paraba de hablar. ChanYeol apenas le había hecho una pregunta, y el muchacho había pasado los siguientes quince minutos parloteando. Aunque, eso no incomodó al detective, quien parecía fascinado por las delicadas y graciosas maneras del interrogado.

—Lo hubiera creído más del señor Kim —BaekHyun tuvo un escalofrío y se retorció un poco en su silla—. Ese hombre sí era tenebroso. No me extrañaría que hubiera matado a alguien.

—¿De qué señor Kim habla? —preguntó KyungSoo, detrás de ChanYeol. Todavía tenía los brazos cruzados sobre su pecho.

—El señor Kim era nuestro ex jefe —comenzó BaekHyun, mirando al subordinado—. Desapareció el día que JongDae mató a su esposa. Lo cual resulta bastante extraño, ¿sabe? Porque el tipo era un ejemplo de formalidad. Nunca faltó al trabajo en no sé cuántos años. Todos decían que no era un ser humano, porque rayaba en la perfección. Parecía más un robot asesino, como el de esa película americana... ¡TERMINATOR!

—¿Dice que desapareció el día que JongDae mató... quiero decir, el día que la esposa del señor Kim JongDae fue asesinada? —preguntó ChanYeol con interés.

BaekHyun asintió frenéticamente.

—El señor Kim era totalmente aterrador. Tenía todo el LOTTE Mart vigilado. Estoy seguro de que incluso instaló cámaras en los baños. Eso es un delito, ¿no es así? Era un pervertido de closet. Ya me lo imagino masturbándose frente a la computadora mientras nos veía orinando —BaekHyun tocó sus mejillas sonrosadas con sus manos—. Yo se lo dije a JongDae, pero no me hizo caso. Se hizo amigo del señor Kim. ¿Quién se puede hacer amigo de ese hombre tan extraño?

—¿Qué quiere decir, señor Byun? ¿Qué clase de relación había entre Kim JongDae y ese señor Kim?

BaekHyun se inclinó sobre la mesa, para hablarle más cerca, como si fuera a contarle un secreto al detective.

—No es nada seguro, pero había rumores en toda la tienda. Algunos pensaban que eran más que amigos, si sabe a lo que me refiero.

El detective Park se aclaró la garganta. Sin apartar la vista del lindo interrogado, le pidió a KyungSoo que trajera el retrato hablado para mostrárselo.

—Este hombre, ¿le parece familiar, señor Byun? —preguntó ChanYeol, poniendo el dibujo sobre la mesa de metal.

—¡Oh por Dios! ¡Es el señor Kim! ¡Es Kim MinSeok! —otro escalofrío lo hizo retorcerse de nuevo.

El detective y el subordinado se miraron por un minuto. Ambos se sentían sorprendidos.

—Ha sido de gran ayuda, señor Byun —ChanYeol le dedicó una gran sonrisa al interrogado—. Por favor, no salga de la ciudad. Quizá, sea necesario que declare otra vez, ¿está de acuerdo?

BaekHyun asintió con entusiasmo.

—¿Usted me va a interrogar la próxima vez?

—Claro. Será un placer verlo de nuevo —la sonrisa del detective Park se llenó de insinuaciones.

KyungSoo se aclaró la garganta.

—Jefe, será mejor que empecemos a investigar a este señor Kim MinSeok.

—Claro, claro... Puede usted retirarse, señor Byun.

El detective Park estrechó la mano del interrogado con un apretón suave pero firme, que hizo que ambos se sonrojaran. Después de que KyungSoo se aclarar la garganta por enésima vez, Byun BaekHyun salió de la sala de interrogatorios.


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—No hay mucha información en la base de datos nacional, jefe —anunció KyungSoo, mientras ponía un folder marrón sobre el escritorio, frente a ChanYeol— Kim MinSeok, nacido en Gyeonggi-do en 1990. Sus padres murieron hace diez años. No aparecen registros suyos en ninguna universidad. La última dirección registrada a su nombre, es una escuela ahora. Fue gerente general del LOTTE Mart por cinco años. Desapareció el día del asesinato de la esposa del señor Kim JongDae. Nadie sabe mucho acerca de él, a juzgar por los interrogatorios.

Park ChanYeol tomó el folder y comenzó a revisar su contenido. El teléfono sonó sobre su escritorio.

—Park Chanyeol —contestó.

Detective Park, llamamos desde el hospital Songdo. El paciente Kim JongDae ha demostrado una mejoría notable. El director del hospital ha dado su aprobación para visitas. El señor Kim ya puede ser interrogado.

—Entendido. Estaremos allí en veinte minutos. Gracias.

ChanYeol colgó el teléfono y se levantó de su silla.

—¿Qué ocurre, jefe?

—El sospechoso despertó. Vamos al hospital... Y, por favor, ¡no me llames jefe! 

El jardín de almas  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora