Capítulo Nº 12

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- Andres, soy yo. Camila. Es tu hermana - Abrió los ojos un poco más.

- Ca...Camila? - Preguntó. Camila besó su mano y las lágrimas comenzaban a correr por sus mejillas. Ella asintió.
- Estás segura...?
- Estoy segura, Andres. Estoy aquí - Él soltó otro gemido de dolor y se volvió a dormir. Camila besó su mano otra vez y lo dejó descansar. Sintió que iba a estallar por tantas emociones abrumadoras que giraban en espiral a través de ella. Quería que él despertara de nuevo y le contara todo. Pero si ella había esperado seis años, esperaría un poco más.

Lauren no prestaba atención en sus clases. Sus ojos vagaban fuera de la casa, más allá de la sala, más allá de la ventana y al aire libre. No podía centrarse en ninguna cosa. "Tal vez podrían darle empleo al chico. Tal vez eso era todo lo que le quedaba de esa familia. Siempre necesitaban otra mano en la mansión".

- Mademoiselle Jauregui! - Su instructor de francés gritó - Por favor, preste atención! Esta es una lección muy importante, a la cual le encontrará uso cuando decida casarse con la realeza! - Lauren se encogió de hombros.


- Me disculpo. El encuentro de ayer me ha dejado... bastante distraída - Ella dijo. El instructor lanzó su libro.
- Ya veo. Bueno, así lo escuché y siento mucho oír lo que pasó. Quizá deberíamos continuar nuestra lección en otro momento, entonces? El preguntó. Lauren asintió con la cabeza. Ella sabía que su instructor estaba pensando en el encuentro con el perro y no se molestó por corregirlo.

Sus lecciones terminaron temprano, mucho mejor. Miraba hacia la puerta donde se encontraba su criada algo tímida para el día. Rodó los ojos con asco. Ella quería a Camila, alguien que le animara después del aburrimiento que había aguantado.


Su profesor de música no era tan amable como el de francés. Tenía un poco de mal genio y Lauren podía notar la molestia cada vez que sus bigotes temblaban cuando llegaba a la nota equivocada sobre el piano.

- Pon tus emociones en juego! Si sentiste miedo, transmítela! - Insistió.
- Sólo quiero acostarme - Ella dijo - Ha sido un día agotador y preocupante para mí.
- Luego, ahora pondrás atención a la música! - Dijo, haciendo un gesto algo dramático. Lauren suspiró y había logrado sacar algunas notas más alegres.

Era bien entrada la tarde cuando finalmente concluyeron sus lecciones. Su nueva criada la había seguido y ella correteaba más que caminar. Lauren perdió la agilidad y la gracia cuando Camila caminaba a su lado. Charlaban sobre el día, Camila se burlaba de cada instructor y Lauren se reía alternadamente de sus bromas. Pero ahora, le lanzó una mirada a la sirvienta, ella estaba con alguien que ni siquiera sabía cómo hablar ni dos palabras.

- Espere, señorita!
- Creo que estaré bastante bien el resto del día - Lauren se apartó. La chica retrocedió.

- Pero señorita...su padre dice que yo soy su sirviente personal y la seguiré dondequiera que vaya - Señaló. Lauren frunció el ceño.
- Sí, te entiendo, pero ella ha estado conmigo desde que éramos jóvenes. La compré como mi regalo de cumpleaños, yo no te compré a ti. Si mi padre se queja, dile que me he escapado. Pero si eres lo suficientemente inteligente, seguro que no tienes que explicarle por qué no estás conmigo.
- Pero señorita.
- O te arriesgas y te escondes de mi padre, o te arriesgas conmigo - Lauren se fue molesta y con razón. Ella no sabía por qué era tan difícil comprender que simplemente no quería que la siguiera. Si alguien iba a seguirla, iba a ser su criada Camila . La chica parecía asustada y no se movió durante un momento. Entonces ella se inclinó con una reverencia y se escurrió como un ratón. Lauren dejó escapar un suspiro de alivio y continuó su camino.

La próxima vez que Andres despertó, se quedó así por un largo rato. Revuelto, abrió sus ojos y gimió. Camila se puso de pie y miró por encima de él.

- Estás bien? - Preguntó.
- Estoy bien...Ie... - Miró con los ojos muy abiertos - Camila? - Su voz era débil y pequeña, pero estaba audible. La castaña besó su mano.

- Sí. Sí, Andres, soy yo. Es tu hermana.
- Imposible...- le susurró - Tu... fuiste comprada por el Conde...
- No, Andres. Fui rescatada - Ella dijo. Andres intentó sentarse, pero gritaba de dolor y cayó de nuevo sobre la mesa. Camila le apretó su mano - No te muevas, te lesionaste gravemente.
- Me alegra que estés a salvo. Dijo. Las lágrimas comenzaban asomarse por el borde de sus ojos - Creí que...Pensé que te habían llevado.
- No. Mi ama me rescató. Ella me compró de las manos del Conde ese día - Se detuvo cuando recordó a su padre.
- Ama? - Andres preguntó.
- Sí, la señorita Lauren Jauregui. Ella me compró, me salvó. Y yo ahora le sirvo - Camila se sonrojó. Los ojos de Andres se abrieron nuevamente.

- Seguro es familia del Duque Jauregui? - Preguntó. Camila asintió con la cabeza y sonrió a través de sus lágrimas. Andres también sonrió y luego empezó a reír. Pero las risas provocaron que con un ataque de tos se disolvieran. Camila le acarició su cabeza
- Quién te hizo esto? - ella cuestionó. La sonrisa del chico se desvaneció y sus ojos se oscurecieron - Andres, te duele mucho?

- El Conde York- soltó. La sangre de Camila se le heló. Pensó que jamás volvería a escuchar ese maldito nombre. Pero allí estaba de nuevo el Conde, quería lastimarla a ella y a su familia. Ella apretó su mandíbula y trataba de no pensar en él.
- Pero... pero por qué?
- Fui a salvar a Sofia - al escuchar esto, Camila se congeló y su cara se volvió una sombra pálida.
- Sofia? Qué quieres decir? - Ella sabía pero temía la respuesta.
- Se llevó a Sofia! Andres comenzó a llorar y con su mano agarró por la blusa a Camila... - Después...después que te arrancó de los brazos de nuestro padre, regresó. Él nos había comprado todos los alimentos, pero mamá no permitiría que ninguno de nosotros comiera. Ella estaba llorando histéricamente, decía que ese dinero, era dinero manchado con sangre y estaba maldito. Al mediodía, el Conde vino a nuestra casa, exigiendo que le entregáramos a Sofia. Papá se negó, pero el Conde lo golpeó. Dijo que pagó más que suficiente para comprar a tres campesinos más y que mi padre tuvo suerte de que había tenido muchos hijos. Mamá intentó razonar con él, intentó decirle que Sofia era muy joven...
- No se llevó a Sofia cuando apenas era una bebé, verdad? - Camila respiraba agitadamente.

- No, mamá lo convenció de que esperara hasta que ella fuera mayor. El Conde se alejó después de eso, prometiendo que iba a volver para llevársela algún día. Papá nos hizo actuar de inmediato y tuvimos que huir – Andres tosió.

Por eso el mensajero no pudo encontrarlos esa noche. Por eso se habían ido...Camila pensó para sí misma.

- Nos escondimos durante seis años. Papá no permitiría que tomara así por así a su otra hija.
- Cómo los encontró? - Andres la miró. Sus ojos estaban rojos de tanto llorar.
- Del mismo modo te encontró a ti. No hace mucho tiempo, llegó a nuestra nueva ciudad y casi atropelló a la pequeña Sofia. Papá salió corriendo a la calle y fue cuando lo vio el Conde. Papá lo reconoció al instante. Agarró a Sofia, la llevó dentro del carruaje y se marchó. Papá intentó perseguirlo pero no pudo. Papá trató de decirle a los guardias de la ciudad pero el Conde York era demasiado poderoso. Nadie podía hacer nada - Andres apuñó su mano a la de Camila y más lágrimas se filtraban en sus ojos.
Camila sintió su cuerpo entumecerse y lloró en silencio.

- Así que volviste para salvarla - Andres asintió.
- Pensé que podía encontrar a la pequeña Sofia pero sus guardias me encontraron primero. Me llevaron hacia el Conde y me golpearon casi hasta matarme. Entonces me llevaron y me montaron sobre uno de sus caballos. Se montaron conmigo durante horas y luego me dejaron en un terreno desconocido lejos de la finca del Conde. Me dejaron por muerto, pero me las arreglé para ponerme en pie. No sé cuánto caminé... y ahí fue cuando encontré esta finca y a ti - Andres se acercó y le tocó la mejilla.

- No te preocupes. Yo misma iré a por Sofia - dijo, sollozando y le ofreció una débil sonrisa. Las cejas del chico se surcaron.

-Cómo?
- Hablaré con el Duque, estoy segura de que me va a entender, seguro que nos ayudara. Él me ayudó, él ayudará a nuestra hermana - Ella se levantó y soltó su mano. Andres cerró los ojos, estaba agotado - No tardaré mucho - se limpió los ojos y salió de la habitación con determinación.

Lauren estaba sentada en la biblioteca, leyendo casualmente cuando vio caminar a Camila. Su cara estaba roja de tanto llorar y caminaba muy enérgicamente hacia algo. Lauren cerró su libro y cautelosamente se asomó a la vuelta de la esquina. Camila caminó directamente hacia el Duque quien se dirigía en ese momento a una reunión con el Rey para discutir un asunto financiero importante.

- Duque - Camila cayó de rodillas y tocó con su frente el suelo. El Duque se detuvo y le miró, sorprendido.

- Camila! Exclamó.
- Por favor, ayúdeme - suplicó. El Duque se dobló hacia abajo.
- Es tu hermano? -Preguntó - Qué pasa?
- Es mi hermana, Duque. El Conde se la ha llevado, como él quiso alguna vez llevarme - Camila miraba hacia arriba y abiertamente sollozaba. Los ojos del Duque mostraron preocupación.
- Tu hermana? - dijo.
- Mi hermana es muy joven, no tiene sino solo seis años. El Conde York se la ha llevado lejos de mi familia, la secuestró. Por favor, debe ayudarme - Lauren cubrió su boca en estado de shock mientras observaba la escena que se desplegaba frente a ella. El Duque le ayudó a ponerse de pie y trató de limpiarle las lágrimas.
- Camila, escúchame. Entiendo que esto es difícil. Si de mí dependiera, el Conde sería despojado de su poder y riqueza para así evitar este tipo de cosas - la castaña lo miraba incomprensiva. - Pero tal como está, no puedo hacer nada. Yo no puedo gobernarlo.
- Pero usted me ayudó! - dijo en voz alta.

- Sí, Camila, te ayudé. Y sé que sobrepasé mis límites. Pero no puedo ir disponiendo hasta sus tierras y exigir que libere a tu hermana. Simplemente no puedo. Sin duda ya le ha pagado suficiente a los funcionarios de alto rango para decir que tu hermana fue obtenida legalmente. El Conde no es ningún tonto cuando se trata de esto y no puedo levantar cargos contra él cuando tiene una docena de hombres de mayor rango a sus servicios. Eso está más allá de mi poder.
- Tiene que ayudarme! - Camila volvió a gritar. Los ojos de Michael se tensaron un poco.
- No puedo ayudarte, Camila - Dijo - Y debo advertirte que estoy en contra de que estés levantando la voz para dirigirte a mí. No me malinterpretes, estoy agradecido por salvar a mi hija. Pero esto es un asunto de carácter personal, y simplemente no puedo interferir - Camila rompió en llanto y cubrió su rostro con ambas manos.

-Mi hermana, mi bebé Sofi...- Camila se atragantó. El Duque colocó una mano reconfortante en su hombro.
- Voy a tratar de interferir con el Rey. Haré mi mejor esfuerzo, Camila, pero no te garantizo nada. Lo que el Conde hace más allá de la corte, ya es de su dictamen. Estoy realmente... realmente lo siento - le dio una palmada en el hombro otra vez y siguió su camino.

Odiaba al Conde, la mayoría de la gente lo detestaba, pero lo que le dijo a Camila era cierto. A menos que el propio Rey interviniera, o de resto sería una causa perdida. Había visto lo que le había sucedido a otro hombre que trató de insistir en que el Conde había tomado por la fuerza a su hija. El hombre fue decapitado por "difamación", aunque era bien conocido entre los plebeyos que el Conde había hecho tal cosa.
Miró atrás, sobre su hombro a Camila y la chica se había caído sobre sus rodillas, llorando incontrolablemente. Su corazón no podría soportarlo así que giró su cabeza hacia adelante. Tenía una reunión muy importante y no podía dejar que esto perturbara su cabeza.

Lauren caminó hacia fuera delante de él, habiendo presenciado toda la conversación. Los ojos lo quemaron con ira - Por qué no puedes ayudarla?!!- Ella presionó.
- Lauren, es impropio de una dama escuchar a escondidas - Respondió.
- Camila me salvó la vida! ¿Por qué no puedes ayudarla!
- Lo hice, salvé la vida de su hermano -respondió el Duque - Créeme, que me gustaría ayudarla a que recupere a su hermana. Pero el Conde juega sucio. Él sabe cómo cubrir sus huellas, sabe que su palabra valdrá más que todo de su familia junta.
- Entonces usa tu palabra! Habló la ojiverde.
- No puedo arriesgar mi estado y mi reputación por un plebeyo - Él respondió. Se alejó de ella. Sus palabras trajeron a Lauren chocando con la realidad. Su padre tenía razón. Eran sólo plebeyos. Su familia no interfería con los problemas de la gente que estaba por debajo de ellos. Pero como Lauren vio llorar a Camila en el piso, ella no podía ayudarla, pero sentía como si fuera su padre, ella correría el riesgo para traer de vuelta la sonrisa en la cara de Camila.

Lauren estaba preparándose para ir a la cama cuando la puerta se abrió. Ella miró y vio entrar a Camila.
- Puedes venir? - dijo. Camila entró y cerró la puerta detrás de ella en silencio - Es tu hermano? Está bien?
- Sí, señorita - Camila susurró. Su voz era ronca por el llanto y sus ojos estaban ligeramente hinchados. Lauren la miró, fingiendo indiferencia pero veía a la castaña de una manera que ella jamás le había visto y sabía lo mucho que sufría.

- Todo bien? - Camila negó con la cabeza. Los ojos de Lauren cayeron en cuenta y vio una pequeña cartera en manos de la castaña. Su mirada voló hasta la cara de Camila.
- Tengo que salvar a mi hermana - dijo rápidamente - No puedo dejarla en manos del destino - Lauren se puso de pie.
- No vas a ir! - le ordenó. Camila miró, y sus ojos brillaban con tristeza - No puedes ir sola.

- No entiende, señorita Sofia apenas tiene solo seis, yo no puedo dejarla...YO...Tengo que salvarla - insistió. Lauren piso fuerte como una niña enojada - No puedes ir! Si intentas convencer a mi padre otra vez mañana por la mañana... - Camila meneó la cabeza.
- No puedo esperar más sobre este asunto, señorita. Lo siento. Entiendo si no quiere que le sirva después de que haga esto, pero es algo que tengo que hacer - bajó su cabeza y dio la vuelta para salir. Lauren saltó hacia ella y la tomó de su brazo. Ella giró a Camila que parecía sorprendida por su acción.

- Espera. Espera. Si debes ir, iré contigo - dijo.
- No, señorita! Puede ser peligroso! Y su padre, el Duque, qué dirá? - Lauren se encogió de hombros.
- Tú eres mi regalo, recuerdas? Te compré al Conde y yo no te devolveré a él si es que se trata de eso. Soy la hija del Duque, mi palabra debe tener un poco de peso, no? Si fueras a ir sola, no te dejaría salir tan fácilmente. Pero si te acompaño... - Ella siguió un poco. La castaña esperaba que no le hicieran ningún daño si vendría con ella o alguno de ellos tal vez todo se resolviera y si iba a contar con la propia hija del Duque, podría estar más segura. Pero no quería poner en riesgo a su propia patrona - No puedo dejar...

- Voy contigo y que no se hable más. Otra palabra de objeción y gritaré a por mi padre - Lauren dijo firmemente. Se dio la vuelta - Ahora ayúdame a vestirme - Camila sonrió a pesar de sí misma y bajó su cabeza un poco avergonzada. Lauren iba a ir tan lejos para protegerla como ella siempre lo había hecho.

Una Caja Musical me Llevo a TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora