Capítulo N° 49

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** Antes de que lo lean les recomiendo que escuchen una canción super sad la que mas les deprima así sufrirán mejor, la verdad llore como la ptm con este capitulo mas en la parte de camila sin mas disfruten el cap...**  este capitulo es para hacerte feliz niña te quiero mi lectora fav..

- Volverás? - Lauren preguntó tímidamente.


- Mi familia me necesita - Camila respondió - Y no puedo. No con tu madre allí - La ojiverde se mordió el labio.

- Camila, ella será castigada. Si fue ella, mi padre no dejará pasar por alto esto - Alargó su mano otra vez para tomar la de Camila - Te extraño - La castaña rechazó la acción. Estaba muy cansada. Aunque Lauren no tuviera nada que ver con la tragedia de su familia, la herida estaba aún fresca. El saber que la mujer para la cual había trabajado y que potencialmente había arreglado todo aquello, fue demasiado para ella y aún tenía que procesarlo.

- Necesito un tiempo para estar con mi familia. No puedo dejaros como están - La castaña, dijo. Los hombros de Lauren se desplomaron. – Entiendo.

La castaña ya no podía soportar la atmósfera y se puso de pie - Con su permiso señorita

Lauren camino hacia Camila - Te amo - Esta vez, Camila se acercó y tocó suavemente su mano.

- También yo - Ella dijo. Aquello fue suficiente para Lauren. Parecía tanto aquel tiempo tan corto a su lado, pero había encontrado a Camila y eso fue suficiente para ella.

- Vuelve pronto - Su voz era más débil de lo que quería y se dio cuenta que estaba a punto de llorar. La castaña sólo le pudo ofrecer una débil sonrisa como respuesta. Pero no era una promesa. Lauren había llevado esa carga todo el camino a casa.

Lauren se marchó, y Camila salió a buscar comida para su familia con el poco dinero que tenía en su bolsillo. Cuando regresó, la mitad de sus hermanos ya no estaban en la sala. Sólo Sofia y los gemelos se mantenían allí. Junto a la cama, había un hombre viejo. Camila lo reconoció como el herrero que acogió en un momento a Andres como su aprendiz. Cuando Camila entró en la sala, este finalizó su conversación.

- Por favor, considere mi oferta - Dijo. La castaña esperó hasta que se fuera. Los tres jóvenes hermanos quitaron inmediatamente la comida de las manos de Camila. Esta veía a su madre con ojos interrogantes.

- Qué oferta? - Camila preguntó. Su madre acarició su frente. Pensó un poco antes de responder.

- El maestro de Andres sabe de un herrero que necesita un par de manos que le ayude en la herrería. Sería ideal para los chicos. Con tú padre... - Ahogó sus palabras - Con tú padre fallecido, necesitamos todo el trabajo que podamos - Camila se sentó en el suelo junto a su madre.

- Hay algo que no me están diciendo - Camila señaló.

- Andres, naturalmente se quedaría aquí. Él todavía está aprendiendo. Pero no tenemos donde vivir, y si nos mudamos, nos dará refugio - La castaña sostuvo la mano de su madre y esperó que siguiera contando - Nos mudaremos fuera del país - Los ojos de la castaña se abrieron mucho.

- ¿Fuera del país? ¿Dónde?

- Al norte. Sería un viaje de algunos días desde aquí - Replicó su madre. Camila suspendió el agarre de la mano de Sinu - Dejaremos este país... - Los ojos de Sinu se llenaron de lágrimas los cuales secó de inmediato con sus manos - Andres tiene una cama donde su maestro, pero nosotros no tenemos un techo sobre nuestras cabezas. El posadero ha sido tan amable que nos deja quedarnos cuanto necesitemos. Pero tus hermanos no pueden dormir en esta planta, Camila. Tenemos que irnos.

- Iré contigo!!! - Camila anunció - No puedo dejarte - Sinu puso una mano en el hombro y fue solo entonces que Camila se estremeció.

- Has hecho una vida aquí - Dijo tranquilamente - Sería injusto que te vayas lejos. Tienes tantas cosas aquí, que has hecho y conseguido por ti misma. ¿Cómo te pedimos que no nos sigas?

- No preguntarías. Me voy por voluntad propia - Camila declaró - Te puedo ayudar. Puedo poner el pan sobre la mesa. Es lo que mi padre hubiera querido.

- Tu padre querría dar todo por nuestro bien - Su madre respondió con frescas lágrimas en sus ojos. Camila bajó tranquilamente su cabeza y lloró con las manos cubriendo su rostro. Ella no quería perder a su familia pero al mismo tiempo, sabía todo lo que iba a dejar atrás. Significaba dejar atrás todo lo que ella amaba.

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Los guardias no se habían movido un centímetro desde donde el Duque les dejó hace horas y se presumía que su esposa no se había movido tampoco. Movió a los guardias a un lado y estos obedecieron respetablemente. Su esposa todavía estaba sentada en una esquina y detalló que estaba leyendo el mismo libro y parecía que no había avanzado más de una página.

- He hablado con el Rey - Dijo. Y la Duquesa cerró el libro que tenía en su regazo.

- Has regresado - Ella observó - Y su Majestad, ha decidido qué día va a decapitarme? - Lo dijo tan bruscamente, como si ella sabía que nunca llegaría a eso. Michael suspiró y desvió su mirada de sus ojos burlones.

- Tendrás que salir por la mañana - Dijo. Los labios de la Duquesa hicieron presión cuando apretó sus dientes. Michael la miró a la cara - Tienes que mudarte al campo. Tengo una pequeña finca por ahí donde mi padre era el dueño. Vas a vivir con un guardia a tu lado en todo momento.

- Incluso cuando me desnude? - La Duquesa se mofó, apenas para creer lo que había escuchado. El Duque no mostraba signos de buen humor y su malvada sonrisa se desvaneció. Miró por la ventana - Eso fue lo mejor que pudiste hacer? - Se burló de nuevo - Pensé que eras más poderoso que él. El rey solo apenas es un bebé y su padre murió hace poco. Prácticamente tenías al niño a tus pies. Seguramente tenías más influencia - Ya no era por el castigo que recibiría, se trataba de lo máximo que podía humillarlo, le preocupaba muy poco lo que pudieran hacerle. El Duque, sin embargo, no se pondría a su nivel. Se puso frente a ella y le miró a los ojos, por primera vez sentía que debía recuperar lo que le quedaba de su orgullo.

- Espero que vayas arreglando tus cosas. Toma lo que necesites. Tengo que ir anunciarle al Rey por la mañana - Con eso salió por la puerta y la cerró suavemente. Clara miraba a su alrededor en el estudio, había llamado a regañadientes ese lugar "casa" durante más de dos décadas.

- He hecho todo lo que pude - Susurró en el aire. Casi podía oír un susurro de voz que le hablaba, ¿qué has hecho? ¿Cuál era el propósito de todo? Era una pregunta que tenía que responder con el corazón.


Lauren llegó poco después que su padre. Cuando entró, el aire estaba tenso y silencioso. Buscó, pero incluso hasta los sirvientes no estaban a la vista de la presencia humana sólo estaban los guardias frente al estudio como estatuas amenazantes. Escuchó un ruido estrepitoso que venía desde arriba del estudio principal de su padre y se apresuró a ver si todo estaba bien. Abrió la puerta y vio una mancha roja oscura en el suelo.

- ¡ PADRE! - Ella irrumpió en la habitación sólo para ver a su padre doblado sobre una copa de vino tinto oscuro que había derramado. Su corazón parecía que iba a explotar.

- Lauren...- Se puso de pie en vez de levantar la copa.

- Pensé que algo te había sucedido - Lauren respondió. Aunque no era sangre, su padre era rara vez que bebía. Un escalofrío corrió por su columna vertebral. El Duque tropezó con algo, claramente estaba embriagado y se sentó en el borde de su escritorio. Estaba completamente borracho.

- Algo ha pasado - Suspiraba - Tu madre nos deja - Las palabras golpearon la voluntad de Lauren con todas sus fuerzas como un puñetazo en el estómago. Respiró hondo y se obligó a estabilizarse a sí misma.

- ¿Nos deja? - Repitió Lauren.

- ¿Sabes cuál es el castigo por asesinato?- Preguntó. La sangre drenaba en la cara de Lauren. Seguramente su madre no iba a ser condenada a muerte. El Duque sonrió débilmente - He convencido al Rey que en su lugar le dé exilio. Ella irá a un lugar lejano donde no pueda hacerle daño a nadie - Lauren tragó en seco.

- Cuándo? - Preguntó.

- Ella nos dejará mañana al amanecer - Michael lanzó la botella de vino contra el borde de la mesa, salpicando el suelo y las paredes con el color rojo oscuro. La ojiverde saltó en su lugar, asustada por la cólera repentina de su padre. La rabia de su juventud apareció repentinamente como ella solamente lo había visto en una oportunidad y esa vez fue cuando se enfrentó al Conde York. Agarró una segunda botella y la tiró por toda la habitación donde la hizo trizas contra una estantería, manchando papeles y libros.

- Déjame sólo - Ordenó en voz baja - Lauren hizo lo que su padre pidió. Había una oscuridad en los ojos del mismo, que le hizo temblar sus piernas y temblorosamente dejó la sala. Tan pronto como la puerta se cerró, escuchó el grito ahogado de rabia de su padre y ella corrió a su habitación. Cubrió sus orejas con una almohada, no quería saber nada más. No tenía a nadie que la abrazara o besara las lágrimas mientras su familia se venía abajo.

"Camila, te necesito aquí conmigo! - suplicó en silencio, llorando sobre su cama - Te necesito".



Una Caja Musical me Llevo a TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora