Capítulo Nº 13

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**PERDÓNAME PADRE**

Habían caminado unos cinco kilómetros cuando Lauren se dio cuenta que no tenían ningún plan de acción y que lo que estaban haciendo era probablemente la cosa más estúpida que ellas podrían haber hecho. Se detuvo a medio camino. Camila se detuvo, mirando hacia atrás a su ama con una expresión confundida.

- Pasa algo malo? Está cansada? Porque podemos descansar un poco - Camila, dijo. Habían despertado temprano, antes que los demás y habían emprendido su viaje.

Lauren convenció a Camila de que viajar en plena noche no era prudente dado cuán fácilmente podrían haberse conseguido perder en la oscuridad. Había conseguido dormir un poco, pero no mucho.

- No, estoy bien, Camila - respondió - Yo sólo...Estoy segura que mi padre vendrá - la expresión de Camila cambió.
- Está teniendo dudas, señorita? Todavía puede devolverse - Ella dijo. Lauren negó con la cabeza.
- No es eso. Bueno, creo que mi padre necesitaba tiempo para pensar. Somos dos chicas, Camila. Qué vamos a hacer cuando lleguemos allí? - preguntó.
- Salvar a mi hermana - Camila respondió como si fuese la respuesta más simple del mundo.

Lauren frunció el ceño y lanzó un suspiro. Ella miró a su alrededor, esperando que algún tipo de milagro cayera del cielo. Pero viendo que no pasaba nada extraordinario, volvió a ver la cara de Camila - Esto es imprudente. Realmente deberíamos volver.
- Señorita, puede irse si lo desea - Camila dijo firmemente - Pero no dejaré que mi hermana pase otro día allí. No cuando... no cuando ese hombre está allí - Visiblemente se estremeció ante aquel pensamiento.
- Y si te atrapan? - La ojiverde exigía - Esto es una locura. Voy a hablar con el príncipe, seguro que podemos...
- Señorita, por favor - Camila, dijo. No podía satisfacer esa petición a los ojos de su ama - Perdona si le interrumpo, a veces se me olvida - dio una sonrisa débil - Conozco mi lugar. Soy una campesina, una sirviente. Y entiendo que quiere ayudar, pero nadie podría ayudar a alguien de mi clase - Lauren no respondió. Sabía exactamente a qué se refería la castaña. Lauren sabía, que no importaba que influencia tuviera en el príncipe o incluso en el Rey, estos no ayudarían a alguien de la clase de Camila. Si lo hacían, tendrían a cada campesino al borde de la Unión exigiendo que el propio príncipe cuidase o interviniera en sus asuntos personales.

Si tan sólo Camila hubiese nacido en la nobleza o incluso con un rango menor, las cosas serían diferentes. Pero de nuevo, Lauren recordó, si Camila hubiese sido de cualquier otra clase, nunca la habría visto.

- Lo siento – dijo Lauren.
- No, señorita, no se preocupe - Camila sonrió tristemente - Me siento honrada de que se preocupe por alguien como yo - le miró de nuevo - Debería... tiene que volver. Su padre estará preocupado, así como su madre.
- Tienes razón - afirmo Lauren. Camila asintió lentamente y se dio la vuelta.
- Espera, Camila - se detuvo y se dio la vuelta - Todavía iré contigo - Lauren no entendía por qué lo hacía. Tal vez era alejarse un poco de lo aburrido de su vida, tal vez lo había hecho por Camila. Sólo sabía que no podía dejar que la castaña fuera sola.
- Señorita, no puede...
- No me ordenes - dijo autoritariamente - Además, no sabes a dónde vas, verdad? - Camila hizo una pausa. Todo el tiempo que había estado siguiendo a Lauren, ya que era quien parecía conocer el camino a la finca del Conde. Cuando dejó de pensar en ello, no sabía en qué dirección siquiera empezaría a caminar. Bajó la cabeza, avergonzada. Ella se había escapado tan rápido que no había pensado en nada, mucho menos en cómo iba a llegar. Sólo pensaba en salvar a su hermana.
Sintiendo que ella había demostrado que Camila no podría hacer nada sin ella, Lauren sonrió un poco.

- Además - añadió - Eres de mi propiedad, no lo olvides. Y tengo el deber de que no lastimen mis pertenencias - Camila conocía ese tono de voz. Era el tono de finalidad, el tono que Lauren utilizaba con todo el mundo a su alrededor. Camila sabía que Lauren no iba a dejar atrás todo esto. Volvió a bajar su mirada.

- Yo no soy digna de esto... de esta ayuda.
- No pienses en eso como una ayuda - Lauren dijo secamente - Recuerda, estoy aquí sólo para prever que no te ocurra nada. Voy muy decidida a ayudarte a que vuelvas con tu hermana. Si resulta que el Conde al verme con contigo, y suponiendo que mi presencia fuera más que suficiente para que la recuperes, entonces será mera coincidencia.
Camila se sentía tan feliz que quería abrazar a Lauren. Pero eso sería demasiada falta de respeto para una sirvienta como ella. Siempre supo que tenía mucho miedo si se enfrentaba a todo aquello ella sola. Estaba segura de cómo reaccionaría el Conde si ella aparecía delante de él, tal vez le haría lo mismo que le hizo al pobre Andres. Pero con Lauren a su lado, se sentía más segura. Aunque no pudiera tocar a Lauren, el sólo tenerla allí era un consuelo que Camila no podía describir.

- Gracias a usted, señorita - Ella dijo. Sabía que al estar con alguien con el estatus de Lauren y meterse en problemas, le ganaría estar muchos años detrás de un muro de piedra. Pero también sabía que Lauren podía persuadir cualquier obstáculo.

- Cada segundo que pasamos aquí, es otro segundo que tu hermana tiene que pasar con... con ese hombre - Lauren dijo, poniendo cara de asco. Ella era demasiado orgullosa para echarse para atrás ahora. Su honor como una noble no le permitiría retractarse de una promesa y si le gustaba o no, si era apropiado o no, ella le había hecho una promesa a Camila de quedarse a su lado.
Ella iba adelante y avanzaba decididamente, Camila se puso de pie. Ver la espalda fuerte de la Ojiverde y su figura a la vanguardia, renovaba su esperanza en su corazón que tal vez, incluso una oportunidad en 1 millón, tal vez ella sería capaz de rescatar a su hermana.

Caminaron a lo largo de la carretera de tierra, lejos de la carretera principal para que no las vieran. Camila podría haber pasado como un plebeyo pero Lauren desde luego que no. Incluso sin su ropa cara, llevaba un aire de respetabilidad que hacía para quien las viera, llamar un poco su atención. Camila sonrió para sí misma, pensando que realmente tenía a alguien como compañera de viaje. Era como si el cielo quería que las dos ese día compartieran aquella travesía.

Brillaba el sol, aunque no demasiado. Las nubes punteaban en el cielo, proporcionando un alivio de otra manera para tan abrasador astro. La brisa soplaba junto a ellas mientras caminaban, como si las persuadieran para seguir hacia adelante. Lauren, mantenía el paso como podía. Cuando viajaba, siempre lo hacía sobre un carruaje donde tenía la ventaja de mirar por la ventana como pasaba delante de sus ojos el paisaje de manera rápida. Ahora que estaba caminando, el cielo le parecía más azul, el sol más caliente. Diferentes olores impregnaban el aire, el olor a hierba fresca, de las flores al florecer. Cerró los ojos y escuchaba a los pájaros mientras cantaban.

Mientras Lauren disfrutaba de su entorno, Camila la observaba con una sonrisa en su rostro. La ojiverde era tan buena con ella. La castaña estaba tan agradecida a diario de que Lauren hubiese sido quien en aquella oportunidad la salvara. Camila raramente había visto a Lauren tan tranquila y en paz. La mayoría del tiempo, su ama siempre tenía la guardia arriba, ahora le gustaba más ver a Lauren así, sus expresiones no eran falsas. La ojiverde abrió los ojos y giró su cabeza hacia Camila.

- Qué estás mirando? Hay algo en mi cara? - Preguntó ella, llevándose una mano hasta la mejilla. Justo entonces, entró directamente un rayo de la luz del sol que golpeó a Lauren en una forma que la hizo brillar. El aliento de Camila se quedó atrapado en su garganta cuando la vio. Mi ama es la mujer más hermosa que he conocido. Camila pensó. Por qué no lo noté antes? La señorita tenía pómulos, rosa fresca, piel lisa y ojos como el cielo en verano. Se preguntó por qué el príncipe no estaba clamando en la puerta de su casa para casarse con ella.

- Camila? dijo - Qué pasa? Estás bien? Está demasiado acalorada? - Camila meneó la cabeza para despejar su mente.
- Nada, señorita. Me distraje.
- Segura que estás bien? - Lauren preguntó otra vez.
- No se preocupe por mí, señorita. Si alguien, debería estar cansada, debería ser usted - Señaló. Lauren se cruzó de brazos y frunció el ceño.
- Que quieres decir? - exigió.

- No quise faltarle el respeto, señorita - Camila rápidamente intentó remediar su declaración -Es sólo que usted...su linaje, tenerla caminando tan lejos...debe ser agotador.
- Puedo caminar tan lejos como cualquier plebeyo. No me insinúes que no estoy en forma! - Lauren dijo indignada. Camila rió de su arrebato repentino, que sólo sirvió para enfurecer más a Lauren.
- Lo siento, señorita, por favor, perdóneme - Camila reía.
- Te atreves a reírte de mí? No olvides lo que soy! respondió. Camila inclinó su cabeza pero sobre todo para disimular la risa.
- Estoy muy, muy apenada, señorita. No lo haré otra vez - Se disculpó. Lauren había detectado todavía alegría en su voz y abrió su boca para comentar algo cuando un repentino aguacero empezó a empaparlas. Chillaban simultáneamente mientras corrían hacia la cubierta más cercana, un afloramiento de rocas en el bosque. Cuando estaban a salvo de la lluvia, Camila retorció su cabello.
- Fue tan lindo! - Lauren exclamo.
- Había una nube en el cielo.
- Eso fue muy repentino, no? - Camila accedió. Se sacó un pañuelo de su bolsillo y comenzó a secarle el cabello y la cara a Lauren. La ojiverde solo la miraba.
- Qué haces? - Preguntó.
- Estás empapada - Camila observó como ella se secó su mejilla con el paño. La castaña se concentró en el secado de su ama, pero Lauren no ayudaba ya que estaba concentrada aparentemente en cada rasgo del rostro de Camila. Las gotas de agua goteaban de su pelo mojado y corrían por su piel. Lauren sentía la necesidad de acariciar cada diminuta gota. Evitó la mirada de Camila y giró su cabeza a otra parte. Cómo podría pensar tal cosa? Para alcanzar y tocar a una criada así... ella ni siquiera soñaba hacer eso con alguien de su clase.
- Listo? - Lauren murmuró. Camila retiró su mano, un poco sorprendida por la forma atípica de Lauren dirigirse a ella. Siempre hablaba claramente y elocuente, era siempre su manera de ser. Pero al escucharla hablar tan demandante, hacían preocuparla.

- Te sientes bien? - Camila preguntó. Lauren rodó los ojos.

- Estoy muy bien, Camila. Simplemente comentaba que ambas estamos empapadas por la lluvia repentina y bien, nadie ha cogido un resfriado tan rápido! - Ella concluyó, reanudando un defensivo tono en su voz. Camila se preguntaba si simplemente se estaba imaginado todo.

Comenzó a secarle el cabello a Lauren. La ojiverde empezó a sentirse incómoda, pero no dijo si había sido por causa de su pensamiento anterior o si era porque su ropa se aferraba a su cuerpo.

- Puedes detenerte ahora - le ordenó la ojiverde.
- Pero señorita... - Camila se opuso.
- Estoy bien, asístete ahora a ti misma. - Ella dijo. Camila guardó su pañuelo y se sentó en una de las rocas. Miró hacia el cielo.
- La lluvia pasará rápidamente - Camila comentó. Lauren se acercó y se sentó junto a ella. Por unos minutos, escucharon como la lluvia caía alrededor de ellas rítmicamente. El estruendo de un trueno sonó por encima de ellas y aunque no fue particularmente fuerte, Lauren se agarrotó. Camila miraba a su ama, que le estaba agarrando sus brazos como si se iba a caer.

- Señorita?
- No digas nada - dijo. Otro suave trueno sonó y Lauren se acurrucó más. No le costó mucho prenderse de Camila.
- Señorita, está...
- Sí, Camila, estoy un poco asustada por el trueno. Y si nos golpea un rayo de luz? Entonces, qué? – Lauren exigía. Camila resistía no reírse, algo que no fue difícil al percatarse como Lauren temblaba.
- Señorita...
- Por favor, no... por favor no te rías – dijo Lauren.
- Señorita, nunca lo haría - dijo. De nuevo se escuchó otro trueno solo que esta vez fue más estrecho y más fuerte que antes. Lauren soltó un pequeño grito de miedo y se cubrió los oídos con las manos.

- Haz que se vaya! - Lauren le ordenó. Cada vez que sonaba algún trueno, se escondía en su habitación donde estaba más segura. Pero ahora que ella estaba afuera y expuesta a la intemperie, estaba aterrorizada. Camila mordió su labio. Pensando en la mejor forma de ayudar a Lauren.

- Señorita? - Hacía todo lo posible para mantener el juicio como una sirvienta que era, así que tomo las manos de Lauren entre las de ella. Los ojos de Lauren se abrieron mientras veía como Camila se colocaba delante de ella arrodillada sobre el húmedo suelo - Señorita, puedo contarle una historia? - Lauren asintió como respuesta. Ella estaba muy consciente de las manos cálidas de Camila que envolvían las de ella. Eran demasiado suaves como para ser de una criada y como podían ser tan Jodidamente reconfortantes?

- Ade...adelante -dijo. Miró nerviosamente hacia el cielo.
-Tenía miedo de los truenos también cuando era más joven. Mi madre me dijo que cuando sonaba un trueno era simplemente para espantar a la lluvia. Un trueno tiene que ser aterrador para que pueda dejar de llover y dejar que el sol vuelva a brillar.
- Es más brillante cuando sale - Señalo Lauren - Realmente crees eso? - Ella miró hacia abajo con las manos, todavía juntas. Camila sonrió tranquilizadoramente.
- Señorita, Dios no podrá atacar a alguien como usted con un rayo. Eres demasiado amable y hermosa para salir de este mundo – Lauren miró hacia arriba a Camila quien estaba de pie y se encontró que sus ojos Verdes se vieron invadidos por aquel Chocolate que jamás habían conocido los suyos. Un escalofrío violento viajó hacia abajo de su columna vertebral, como si de hecho hubiese sido golpeada. Sin saber qué hacía, cerró sus manos alrededor de las puntas de los dedos de Camila. Los ojos de Camila habían buscado los de Lauren y la ojiverde buscaba leer su mirada. Buscaban algo que ni siquiera sabía que era. Otro trueno retumbó otra vez y Lauren instintivamente tiró sus manos lejos de las de Camila y las colocó cerca de sus oídos. Camila se levantó rápidamente y miró al cielo detrás de ella.

- Se detuvo - Ella anunció. Lauren admiraba, aunque prefería mejor concentrarse en el cielo y no en Camila. La ojiverde se puso de pie y se asomaba bajo el afloramiento.
- Mi madre siempre tenía razón. El trueno espanta la lluvia - le dirigió una sonrisa a Lauren y salió del refugio temporal. Lauren la siguió. Camila giraba alrededor de la luz del sol.

- Nos secará más rápido! - dijo. Lauren se maravillaba por lo despreocupada que lucía Camila. Hace un momento se sintió un poco avergonzada por sus acciones pero a Camila parecía habérsele olvidado ya.
- Vamos, Camila, todavía tenemos un largo camino por recorrer - Ella dijo, trayendo a Camila de nuevo a la realidad. Su sonrisa se perdió y asintió con la cabeza.
- Sí, señorita - respondió.

Las dos caminaron en silencio y Lauren encontró que se sentía algo incomoda al lado de Camila, incluso más que cuando ésta comenzó a trabajar en la mansión. Lo atribuía a la sensación de haber descubierto un lado vulnerable y ligeramente infantil de ella. En un esfuerzo por romper la tensión entre ambas, que se convenciera a ella misma que solo era producto de su imaginación, buscó un tema.

- Nunca hablaste de tu familia - Ella dijo - Esta era la primera vez que lo has hecho, aparte de tu hermano por supuesto - Lauren inmediatamente lamentó el tema de conversación. Desde el día cuando Camila descubrió que su familia había desaparecido, nunca más la castaña había hablado de eso. Buscó el rostro de Camila para saber si había cruzado alguna línea, pero en la expresión de Camila no había cambios. El silencio se coló entre ellas y Lauren pensó que había arruinado la oportunidad de charlar con Camila.

- Tengo cinco hermanos y una hermana. No sé cuántos han sobrevivido hasta nuestros días. Cuando me fui, mi hermano menor, Vladimir, enfermó justo antes de... - Se detuvo para no descomponerse ella misma. A su memoria vinieron recuerdos, el día que su padre la había vendido - Antes de que mi padre me llevara a la casa de subasta.
- Es un hombre horrible - Lauren dijo airadamente - Qué clase de padre haría eso?
- Mi padre era un simple Zapatero - Camila continuó - Tenía ocho bocas que alimentar incluso a él mismo o hubiésemos muerto de hambre. Él trabajaba duro todos los días. Mis hermanos, quienes eran casi de mi edad, rogábamos en la calle por un pedazo de comida, pero nunca era suficiente - Lauren escuchaba atentamente. Camila nunca había hablado tanto sobre su vida antes de convertirse en la sirviente de Lauren.

La ojiverde sabían que eran pobres, pero nunca imaginó que estaban tan desesperados.

- Entiende que era lo que estaba haciendo cuando me vendió. Tiene que entender, si no lo hacía, todos hubiésemos muerto - Lauren abrió su boca para comentar que no importaba, que su padre no tenía ningún derecho a hacer lo que hizo. Pero la mirada en la cara de Camila la hizo guardar silencio. Quién era ella para juzgar? Ella había nacido con todo lo que podría desear un niño. Ella no entendía las dificultades de vivir en las calles. Entonces dijo algo diferente.

- Háblame de tus hermanos y hermana - sugirió. Quizá ese sería un tema más feliz.

- Eran todos unos ángeles - Camila, dijo, aclarando un poco - Andres, es el mayor de todos ellos. Siempre estaba protegiendo a los demás si yo no estaba por allí. No importa cuán grande fuese el niño, se peleaba con las uñas y los dientes - Ella miró hacia arriba y arrugó las cejas junto al pensamiento - Es difícil recordar... Ha pasado ya mucho tiempo, éramos tan jóvenes. Luego le seguía Sergey Jr, luego Anatoly. Finalmente los mellizos Dimitri y Valdimir. Sofia había nacido apenas unas semanas antes de irme - Los ojos de Lauren se ampliaron. Se preguntó qué hubiera sido si tuviera tantos hermanos. Ser hijo único, a veces era muy solitario y una pequeña parte de ella deseaba tener tantos hermanos para jugar cuando había sido apenas una niña.

- Para que veas – Camila continuó - Mi padre tuvo que alimentar a todos ellos. No tenía otra opción.
- Estás poniendo excusas para con tu padre.
- Quizás - Los hombros de Camila se encogieron.
- Pero no soporto que tomara esa decisión - Lauren cállate. Ella misma pensó. Que un padre vendiera a su propia hija por cualquier razón le hacía pensar en lo desgarrador del momento - Yo nunca te vendería - dijo - Y rescataremos a tu hermana - Camila asintió.
- Lo se señorita. Confío en usted.    

Una Caja Musical me Llevo a TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora