Capitulo 17: Fiesta

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Espero q disfrutéis mucho de este capítulo, q ya se va completando la historia poco a poco! A disfrutar!
J.S

Nada más llegar a la "puerta" de su casa, (si se le puede considerar a eso una puerta, claro, porque parecían unas murallas enormes de color blanco que no te permitían ver más allá). Mágicamente se abrieron y nos dejaron entrar para poder ver los mágicos y hermosos jardines llenos de platas exóticas iluminadas por diferentes luces de colores.  Había personas corriendo en ropa interior y gritando barbaridades, vasos de plástico Rojos esparcidos por todo el interminable césped que rodeaba una enorme mansión con un montón de cristales donde se podía ver un poco del lujoso interior. Caminamos por el ancho camino hasta llegar a una puerta de madera. Llamamos al timbre y un  chico desconocido nos atendió. Su piel era oscura con su pelo negro lleno de trenzas que les llegaba desde la raíz hasta sus hombros. Parecía de Jamaica. Nos sonrió divertido. Mostrando sus dientes blancos que contrastaba con su piel morena.

-Venga pasad- habló apartándose de la puerta.

Ya se podía ver desde afuera  la de gente que había metida ahí dentro y La música electrónica que sonaba a todo volumen retumbaba. No estaba muy seguro de entrar. Todavía había oportunidad de que nos marcháramos y la estaba considerando. Pero Coco se dio cuenta de mi duda y me dio un pequeño empujón para que entrara. Tuve la sensación de que nada más pisar ese terreno desconocido nos pusimos todos en alerta y nos pegamos más los unos a los otros. Excepto Max, que ya le había perdido la pista. Nada más pisar esa casa había desaparecido. Bueno, estaba en su habitad natural, era el típico chico rico, guapo, que tenía de todo y no le faltaba de nada. El chico cliché que no falta en ningún instituto americano.

Intentamos caminar por los llenos pasillos de la casa y después de mucho esfuerzo y múltiples empujones llegamos a La Cocina donde había todavía más gente, Las chicas bailaban provocativamente encima de la mesa que prácticamente estaban en ropa interior. Tíos de todas las estaturas, formas y colores se encontraban ahí metidos a presión.  Y eso que La Cocina era como el salón de mi casa. Decidimos salir al jardín para poder respirar aire fresco y puro que no estuviera contaminado por el olor a alcohol.
Nada más salir unas vistas a una enorme piscina llena de personas se hicieron visibles, las hamacas estaban perfectamente colocadas al rededor. Las chicas seguían sin casi ropa y no dejaban de excitar al personal con sus movimientos y curvas. Haber como hombre que soy ,estaban muy buenas y se te podía ocurrir cualquier cosa divertida con ellas en la cama. Wow, wow, Kevin, hecha el freno, que tú no eres así.
Suspiré y intenté centrarme. Pero me encontré con la mirada pervertida de mi amigo. Descubriendo exactamente mis pensamientos. Una de dos, o soy demasiado transparente o Bady tiene súper poderes y puede leer las mente de las personas.
Me volví a dirigir al grupo de personas que estaban tumbadas en las hamacas. Pero al ver ahí a Tyler hablando con sus amigos, me quitó la respiración durante unos segundos. Le di un par de codazos disimuladamente a Bady para que se diera cuenta, él solo me miró pensativo y sin saber muy bien que quería decir. En un intento de desesperación moví la cabeza hacia la dirección de Tyler de la manera más disimulada posible. Tardó un poco pero al fin se dio cuenta y su piel se volvió blanca como si hubiera visto a un fantasma. Aún que en ese momento hubiera sido mejor que lo que teníamos casi a un par de metros de nosotros. Respire e inspire varias veces para poder tranquilizarme y no perder la compostura. Las chicas se habían ido a por algo de beber. Deberíamos ir a buscarlas y salir de allí cuánto antes. Pero si nos vamos de repente seremos demasiados sospechosos. Él no sabe que somos nosotros los que hicimos todas esas cosas en su casa, así que solo hay que ignorarlo y hacer que no pasa nada. Aún que será complicado porque no es mi fuerte eso de actuar. Me giré de la manera más poco natural posible, como si fuera una máquina de hojalata que no le habían echado aceite en años. Bady hizo lo mismo y decidimos perdernos en la gente y pasar desapercibidos. Pero antes de poner nuestros pies en el interior de la casa, la voz que menos quería oír en ese momento nos llamó con nuestros respectivos nombres. Solo una palabra apareció en mi mente. MIERDA.

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