Capitulo 37: Indiana

6 0 0
                                    


-¿Coco estás segura de esto?- sigue insistiendo Bady no muy convencido por la decisión que acababa de tomar.

-Sí, Bady, necesito despedirme de él, es la manera de curar el remordimiento que tengo, ponerle la tirita o esa chorrada que decís- contesta sin apartar la vista del ordenador de Verónica.

-¿Como se llama tu padre?- pregunta Verónica sin dejar de teclear en el ordenador.

Coco aprieta la mandíbula y duda en si decirlo o no, tardando varios segundos en contestar.

-Robert Bush-

Verónica asiente y vuelve a su mundo informático. Lo bueno de tener una Hacker profesional en el grupo.

Agarré La Bolsa de patatas y empecé a comerlas, puñado por puñado, esperando a que Verónica dijera algo, se estaba haciendo de noche y no sabíamos nada todavía. No me malinterpreteis no estoy dicedino que la casa de Coco sea incomoda... ¡Pero que digo! ES SÚPER INCÓMODA. Emma y Bady estaban dormidos y ocupaban  todo el mini sofá. Coco y Emma estaban en la mini cocina sentados en una mesa plegable. ¿Max y yo?, en el suelo, a los pies del sofá, con una manta durmiendo con Morty, el chihuahua de Coco. Mire mi reloj y eran las ocho, era muy pronto pero mis párpados se sentían pesados. Si duermo un poquito no va a pasar nada ¿no creéis?. Me despertaré en diez minutos.

Oigo unas voces, no consigo distinguirlas, abro los ojos y mi vista está nublada. Parpadeo varias veces para ver con más claridad, observo cuidadosamente lo que hay a mi al rededor y instantáneamente me fijo en mi reloj, las doce de la noche. Miró mi móvil y tengo mil llamadas perdidas de mi madre, decido ignorarlo, aún que sé que esa decisión me va a costar la vida. Max ya no estaba a mi lado, levanto el brazo y empiezo a palpar el mini sofá que se encontraba detrás mía, pero no sentía ningún pie. Ya estaba desconcertado. Decido levantarme y quitarme la manta que tan calentito me tenía. No tardé mucho en darme cuenta que todos estaban reunidos en la cocina. Emma está apoyada en la encimera, Max no tenía muy buena cara y bueno, Bady... estaba blanco como un fantasma. Todos se miraban serios y eso no era nada bueno.

-Chicos, ¿Que está pasando?- intenté no sonar muy somnoliento, pero mi bostezo me delataba.

-Kevin no queríamos despertarte- dice Verónica un poco intranquila, haciendo que mi ceño se frunciera automáticamente por dos simples razones. La primera, su comentario y la segunda que Verónica este intranquila es raro y creo que eso no es bueno.

-Ya soy mayorcito Verónica, no tengo ocho años, pero ¿Que está pasando que tenéis esas caras tan desconcertadas?- las palabras que salieron de mi boca hicieron que todo el mundo se incomodada y que nadie quisiera responder a mi pregunta. Hasta que Coco decidió darme una explicación.

-Hemos encontrado a mi padre, pero no está muerto...- para y suspira pesadamente. -Se encuentra en la prisión estatal de Indiana-

Las palabras se esfumaron de boca, mis labios se sellaron, no sabía qué decir.

-Pero Coco, sigo pensando que es mala idea que quieras ir a visitarlo a esa cárcel, puede ser peligrosa- la voz triste de Bady hace que nuestra miradas se centren a él.

Mi cara se llenó de confusión y asombro ante esa afirmación. ¿Coco quería visitar a su padre?.

-Lo voy a hacer Bady, no insistas, esto es algo que debo solucionar y esta es mi última oportunidad de hacerlo- Coco estaba segura de lo que quería hacer.

-Chicos, apoyemos a Coco en su decisión, ella sabe cómo va a arreglarlo, nosotros tenemos que estar con ella y ayudarla- Emma va a su lado y le da una sonrisa tierna haciendo que Coco se tranquilizara un poco.

-De acuerdo- murmura Bady sin estar muy convencido. -Pero si algo sale mal nos vamos inmediatamente de ahí-

-Está bien, mañana a primera hora nos vamos- Coco se va al sofá y se acomoda para dormirse.

Le diré a mi madre que me quedo en casa de Coco esta noche para que se tranquilice. Mañana va a ser un día muy muy largo.

***

Nos encontrábamos enfrente de esa prisión, era enorme, estaba dividido en dos edificios de color naranja arcilla, la bandera de Estados Unidos se encontraba en la entrada. Nadie quería acercarse, teníamos demasiado miedo para hacerlo, pero un policía nos observó y se acercó a nosotros.

-Hola chicos, ¿Que hacéis aquí?- pregunta el Policía con una sonrisa amable.

-Emmmm queremos visitar a una prisionero...- contesta Coco en un susurro.

-De acuerdo, acompañarme- su mirada estaba pisada en los ojos de Coco y no los apartaba. No se fiaba de nosotros.

-Decir a esta chica el nombre y apellido del preso- nos deja con una señora de unos cuarenta años de caderas anchas con gafas en forma de pico que estaba atendiendo al teléfono. Tuvimos que esperar unos minutos hasta que finalizara la llamada.

-Bueno niños, decirme que se os a perdido por aquí- la señora soltaba las palabras con un ligero tono de amargura, aún que intentaba ser dulce, pero no salió eso, sino una sonrisa forzada a más no poder.

-Quiero visitar a uno de vuestros presos, se llama Robert Bust- las últimas palabras le salieron como si no le quedará aliento para decirlas. Coco se incomodaba mucho con eso y no me extrañaba para nada.

-Dame tu DNI, tengo que saber si eres mayor de edad- la señora entiende la mano y nos regala una sonrisa de superioridad.

Mierda, todos somos menores, aún que dentro de poco cumplimos los dieciocho, pero aún así...

Coco la mira a los ojos y una risa sale de su boca, dejándonos a todos extrañados. Mete su mano en el bolso y saca el DNI, antes de entregárselo le paro el brazo.

-¿Que haces?- le susurró en el oido.

-Lo tengo controlado- me contesta, le quitó de mi agarre y le entrega la tarjeta. La mujer la agarra rápidamente y su sonrisa desaparece al momento.

-De acuerdo, espera un momento- dice ente dientes a la vez que teclea en su ordenador del año 2000.

Automáticamente cojo el DNI y mira la fecha, veintitrés de abril..., su cumpleaños fue hace tres días exactamente.

-¿Por que no nos has ducho que fue tu cumpleaños?- Coco me miró y sonrió.

-Porque odio cumplir años y además no era importante- me dio la espalda y se apoyó en la pared, esperando.

La mujer odiosa no tardó mucho en regresar.

-Ya está listo, te espera, pero sólo puedes ir tú-

Coco asiente y la sigue, dejándonos en espera.

No sé cuánto tiempo pasó, pero se nos estaba haciendo eterno. No podía estar cómodo, me movía de un lado a otro y mi fiel reloj parecía que estaba roto por q siempre marcaba la misma hora, minutos, segundos, milésimas, horas... puede que lo esté exagerando pero era un matojo de nervios. Un sonido de tacones hizo que me diera la vuelta y mirara a Coco, tenía los ojos rojos y hinchados y iba sin maquillaje.

-¿Que ha pasado?- pregunta Emma velozmente.

-He perdonado a mi padre por todo lo que hizo, aún que no quiero volver a verlo, el ya no es parte de mi vida pero no le tengo rencor- hace un puchero y respira con dificultad- Mi padre me ha dicho que ha cambio de mi perdón me dijo, que mi madre no está muerta- lágrimas se resbalan por sus mejillas, pero se las limpia con el brazo rápidamente. -Se llama Charllote Sellers y vive en Berverly Hills- sin tener más fuerza se desploma en el suelo y tapa su boca con sus manos, totalmente paralizada.

SEIS LÁGRIMAS DE ACERO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora