Epílogo

704 49 4
                                    


~7 años después~

A pesar de que sabían las dificultades que habían tenido antes, de los retos que vendrían, de lo peligroso que era el mundo para los mutantes, del miedo que les tenían por ser más ágiles, fuertes y poderosos, del cuidado que conllevaba la decisión y de la sociedad tan preocupante de la que tendrían que protegerse; a pesar de lo mucho que tardaron en pensarlo y decidir, finalmente llegaron a una hermosa culminación, algo que cambiaría sus vidas de forma permanente, que los haría más responsables, maduros, cuidadosos y sensibles a la vez...

Dos niñas, dos bellas niñas habían tenido Charles y Raissa.
La primera en el año en que se casaron, y la segunda era un año menor.
Ambas tenían el cabello castaño y los ojos azulados como su padre, pero poseían la gentileza de su madre y su intuición. En cuanto a poderes no se encontraban muy seguros, ambas eran muy pequeñas para comprender de lo que se trataba, de igual manera no le apresuraba a ninguno de los dos siempre y cuando las pequeñas estén fuera de todo peligro.
Las pequeñas se paseaban por los jardines todas las mañanas junto a su madre, les gustaba mucho el picor del pasto en sus descalzos pies y el aroma fresco y suave de las flores.
Mientras que Charles les miraba desde la ventana de la gran biblioteca, siempre sobre su silla de ruedas, su vieja amiga que había decidido volver a usar para que Hank pudieran concentrarse en los estudios de sus estudiantes, en lugar de crear más y más fórmula que Charles consideraba que usaba egoístamente.
A Raissa le pareció noble aquel gesto, aquello de sacrificar su caminar por el cuidado y atención de los chicos, y por supuesto nada de eso le molestaba, de hecho adoraba ver a su amado esposo ir de un lado al otro con sus dos lindas hijas sobre su regazo, siempre contándoles historias o intentando enseñarles e introducir en ellas siempre un nuevo conocimiento.

Año tras año se conmemoraba una gran fiesta que Charles se empeñaba en dar, en ella siempre se mencionaba en un discurso a todos los seres queridos que habían partido o a aquellos que se encontraban lejos. Como Raven o Erik, quienes habían vuelto a sus vidas por separado justo después de la sorpresiva visita el día de su boda.

En la Mansión todo marchaba de maravilla, nuevos chicos llegaban de todos lados del mundo, al igual que nuevos empleados con ganas de ayudar y aportar algo bueno.
Hank había mejorado mucho sus habilidades e inventos y se encontraba trabajando en muchos más gracias al tiempo de sobra que ahora tenía.
La convivencia entre todos era muy buena. Se respiraba la tranquilidad y a todos les hacía feliz aquello.

Mientras tanto, en algún lugar del mundo, Raven se aferraba a sus ideales de libertad, aún no había conseguido sentirse cómoda con su verdadera imagen, a demás de que por los lugares en los que normalmente se paseaba odiaban a los mutantes y los obligaban a trabajar de una manera algo humillante.
Día con día ella se empeñaba en  liberar a más has mutantes, ayudarles a escapar y buscar una nueva vida. Eso creía ella que era su deber.

Por otra parte Erik vivía en un lugar alejado. Un pequeño pueblo en donde nadie lo conocía, trabajaba todos los días en una fábrica y por las noches volvía a su cabaña en el bosque, donde vivía con su pequeña familia que había formado. A la chica la había conocido alguna vez que en algún otro pueblo pequeño, mientras se refugiaba. Al inicio tuvieron problemas debido a su padre, pero pronto escaparon los dos, tan enamorados y decidieron vivir en otra parte para no ser molestados. El fruto de su amor les había otorgado una pequeña niña.
Erik ahora comprendía lo que el amor significaba, lo que Charles sentía al querer proteger a sus amigos y familia, y el miedo que eso albergaba en el fondo.

Y a pesar de la distancia, todos seguían siendo una gran familia, sabían que se reunirían en momentos difíciles y que juntos siempre estarán.

X-Men: El Camino Del Futuro Pasado {Charles Xavier}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora