Capítulo 1: Conoce A&A

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La capacitación acababa de terminar.

El gran grupo de jóvenes asistentes comenzó a retirarse uno a uno.

La jornada de tres días había sido intensiva.

Cecilia se sentía completamente satisfecha; el curso había sido un éxito. No solo por la gran concurrencia sino por el gran interés demostrado en participar y ser voluntarios activos que habían demostrado aquellos jóvenes.

Llevaba doce años trabajando para la fundación A&A (Amor y Acción), desde hacía cuatro años había comenzado a dar en las iglesias e instituciones cristianas de Latinoamérica los cursos de capacitación para voluntarios y asistentes de catástrofes.

Junto con sus hijos Farid y Akira capacitaban a jóvenes entre 18 a 30 años a estar preparados para ayudar a su ciudad en caso de cualquier catástrofe natural.

Primeros Auxilios, Recursos Naturales, Legislación de Emergencia entre otros eran los temas a tratar.

Ella misma formaba parte del equipo de fundadores y directores de A&A, quienes desde el año 2004 habían asistido a diferentes países afectados en tsunami, terremotos, guerras e inundaciones.

Su organización no solo atendía a los damnificados con alimento, ropa, atención médica y lugar donde dormir, sino que también era un medio evangelístico para llevar la luz y esperanza de salvación en Cristo Jesús.

Esta era la primera vez que realizaban este tipo de jornadas de capacitación en la ciudad de Córdoba.

La respuesta había sido positiva de parte de las iglesias.

Más de 500 jóvenes asistieron durante los tres días que duraron los talleres. La mayoría de ellos con grandes inquietudes misioneras, queriendo informarse de cómo trabajan en A&A para predicar aun en países que el evangelio está prohibido.

Sustentada económicamente por ofrendas, la fundación estaba muy bien equipada con diez carpas estructurales, catres, frazadas y utensilios para más de 400 personas. También una carpa hospital, con todo lo necesario para dar atención sanitaria y médica a cada persona alojada.

Como La Cruz Roja, Médicos sin frontera, Manos Tendidas y demás fundaciones de ayuda humanitaria, A&A es una organizacion imparcial, neutral e independiente, que tiene la misión de proteger la vida y la dignidad de las víctimas de la guerra, violencia interna, y catástrofes naturales, acercandolas a Dios en medio del dolor y desesperanza, sin tener en cuenta su raza ni religión.

La excelente labor realizada durante estos doce años, había abierto más y más puertas. Tanto las embajadas, como Secretarias de Seguridad Nacional de muchos países se mostraban cada vez más interesadas en formar parte de "La red de Amigos" que tenía la fundación, por medio de la cual los países podían solicitar la presencia de un grupo de A&A en caso de sufrir alguna necesidad.

_ No es lo mismo escuchar y ver fotos de las misiones en las que hemos estado, que vivir en carne propia el trabajo en un campo de refugiados_ dijo Farid en una de las últimas charlas_ nadie está preparado para ver morir a un niño, o  ver a una familia perder todo lo que tiene, o encontrar a alguien en medio de unos escombros... Pero alguien tiene que hacer esta tarea.
A&A intenta mostrar, que como cristianos, somos los que debemos dar el primer paso y asumir esta responsabilidad de llegar a quienes están sufriendo y padeciendo en el mismo momento del dolor...
Los voluntarios de A&A no reciben ninguna remuneración, pero estamos seguros que el Juez Justo, aquel que todo lo ve, les dará una recompensa eterna que valdrá cualquier sacrificio_ concluyó diciendo.

El auditorio silencioso escuchaba con asombro a aquel joven moreno de poco más de veinte años. Su porte serio y firme, sus rasgos denotaban provenir de un país o región Árabe. Su español era casi perfecto, no tenía acento ni trabas al hablar. Desde muy corta edad trabajaba junto a su madre promoviendo el ministerio de A&A.

Cecilia continuó: _ Lo que hace la diferencia en nuestra fundación es Dios.
Cada integrante tiene en claro que vamos a servir a Dios al atender a cada persona que sufre, vamos a demostrarles el amor de Dios aun en medio de tanta violencia en muchos casos y a darles esperanza en medio de la pérdida.
Nuestro mayor desafío es llegar lo más pronto posible. Y como lo más difícil es conseguir los voluntarios, realizamos al final de estos cursos un banco de datos donde todos quedan fichados. En caso de una misión serán informados por mensaje de texto o whatsapp y los primeros 100 voluntarios en responder serán citados de inmediato a la sede más cercana. Sabemos que no es sencillo responder a un llamado que llega de improvisto a cualquier hora del día y en cualquier época del año, pero así es nuestro trabajo, tenemos siempre un bolso listo con las cosas necesarias y al sonar el teléfono, sin dudarlo estamos preparados para salir.

La mujer de unos cincuenta años caminaba de un lado al otro del escenario mientras concluía: _ No todos somos llamados a lo mismo. Dios nos ha capacitado de maneras diferentes y ser parte de A&A también debe ser respuesta al llamado de Dios... Así que oren, clamen, rueguen, para que Dios les muestre si esto es lo que quiere para cada uno de ustedes... Antes de despedirnos mi hija Akira les contará su testimonio.

Una pequeña y delgada muchacha de rasgos orientales subió al escenario. Con voz suave y dulce comenzó a relatar:

_ Yo le debo mi vida a la fundación A&A, fui sobreviviente del terremoto y tsunami de Japón en 2011 en el cual murió toda mi familia. Esa tarde del 11 de marzo yo estaba en la escuela cuando comenzó a temblar todo. Corrimos hacia el patio, donde las cosas se pusieron aun peor. Los arboles y columnas  comenzaron a caer sobre los niños. Todos corrían sin saber qué hacer, regresé al aula a buscar refugio bajo un banco. Fue entonces que el techo del aula cayó sobre mí. Quedé atrapada bajo un montón de escombros. Perdí el conocimiento en varias oportunidades, las horas pasaban y nadie venía en mi auxilio, pensé que iba a morir... _ hizo una pequeña pausa y continuó_ No creía en Dios. Crecí con miedo a la muerte. Sin fe y ni esperanza, creyendo que la vida es todo y la muerte el final. Así que estaba completamente sola y desconsolada. Dos días pasé allí atrapada bajo ese banco cubierto de escombros, sintiendo hambre y sed. Aun cuando no creía, en ese instante entre la vida y la muerte, yo le pedí a Dios que si realmente existía salvara mi vida... fue después de esta oración que un grupo de A&A me encontró... Entre ellos estaba mi hermano Farid, quien era muy joven pero ya trabajaba de voluntario. Ver su rostro asomar entre aquellos escombros fue volver a vivir. Cuando su mano me tocó, fue como sentir la misma mano de Dios diciendo: _ Aquí estoy Akira, no te he olvidado!... Me llevaron al campo de refugiados y me cuidaron... Allí conocí a Cecilia y a todos los miembros de la fundación. Estuve con ellos los seis meses que permanecieron en Japón.
Me hablaron del amor de Dios y de cómo cuidó mi vida en medio de esa terrible tragedia... Mi madre fue encontrada muerta en nuestra humilde casa, mi padre y hermanos fueron unos de los 5000 desaparecidos que seguramente se tragó el mar luego de la gigantesca ola... Cecilia pidió mi custodia legal y desde ese día es mi familia. Trabajo a su lado en la fundación y cada nueva misión me esfuerzo por salvar a personas que se encuentran atrapadas no solo por una catástrofe, sino por estar lejos de Dios... llegar a tiempo en estos momentos de gran desesperanza y dolor es para cada una de estas personas las respuestas a sus plegarias...

Todos salieron impactados. Nadie podía negar lo asombroso del trabajo de aquellas personas que dedicaban su tiempo para salvar la vida otros, no solo al llevar la salvación y fe en Jesucristo, sino también al exponer sus propias vidas para salvar a otros que sufren.

El mundo necesitaba de muchos como ellos, muchos más que estuvieran dispuestos a ir y alcanzar a los que claman por ayuda y salvación.

A través de Sus Ojos  (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora