Capítulo 22: No me quiero enamorar

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Priscila despertó con el mismo dolor que la noche anterior.

Sus mareos seguían. Y la cabeza parecía que se le partiría.

Esta vez sintió temor. ¿Qué le estaba pasando? ¿Sería algo normal o había algo más?

Ya no podía seguir fingiendo que todo estaba bien.

No podía seguir queriendo ser fuerte y hacer de cuenta que nada pasaba.

Pensó en su familia. ¡Cuánto deseaba que su madre estuviera cerca! Que su padre la acompañara a hacerse estudios y escuchar juntos un diagnostico médico.

No era desconfianza en las capacidades profesionales de Bransen o Cáceres, era la necesidad de estar cerca de sus seres queridos.

Se cambió y mientras estaba en el baño, sintió un fuerte mareo. La vista se le nubló y sentía que iba a desplomarse en el suelo.

Respiró profundo. Se tranquilizó y caminó lentamente hasta la carpa hospital.

Buscó con la mirada a Lucca. Estaba sentado revisando un señor mayor que tenía una herida en la pierna y no cicatrizaba desde hacía días.

Se paró en la puerta de la enfermería sosteniéndose de uno de los postes, porque nuevamente se sentía mareada.

_ ¿Estás bien?_ preguntó Martina que la notó pálida

_ No me he sentido muy bien...

_ Lucca!_ gritó la muchacha sosteniendo a Pri que se desmayaba_ necesito que vengas!

El joven médico volteó su mirada y al ver a Priscila, de dos saltos ya se encontraba a su lado.

La tomó en sus brazos y alzándola, como todo un príncipe de cuentos, la llevó a la salita en donde antes había estado atendida.

_ ¿Pri, puedes escucharme?_ dijo con voz fuerte tratando de despertarla mientras aun la sostenía en sus brazos.

_ Mmm, si... _ respondió con dificultad.

_ Martina trae el tensiómetro!

La recostó suavemente en la camilla.

_ 45 – 79 respondió la enfermera luego de tomar su presión

_ Es muy baja

_ Trae algo de sal gruesa. Y ayúdame a poner sus pies en alto.

Martina buscó un banquito y lo subió a la camilla donde apoyaron los pies de Pri y luego corrió al comedor a buscar la sal

_ ¿Mejor?_ preguntó Lucca

Pri se llevó la mano a la frente. Sus ojos aun permanecían cerrados.

Lucca le sostuvo la mano para tomar su pulso mientras la escuchaba decir suavemente...

_ Nunca me había sentido así..._ murmuró respirando profundamente y cayéndole unas lágrimas por la mejilla.

_ Ya te sentirás mejor, no llores_ la consoló poniendo su mano sobre el hombro de Pri.

Mientras le sostenía la mano, sus miradas se cruzaron. Ella podía sentirlo tan cerca, tan afligido, tan dulce en su trato y en sus palabras, más que un doctor preocupado por su paciente, era un hombre preocupado por una mujer.

Esto ponía en riesgo su voluntad de no enamorarse. No era tan fuerte como para seguirse resistiendo teniendo un chico tan maravilloso como Bransen a su lado.

Martina regresó con la sal y le dieron un poco.

_ Priscila... ¿Qué sientes? ¿Desde cuándo estás así?

A través de Sus Ojos  (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora