Steve Rogers

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Hanna, fue criada como una asesina a sangre fría controlada por HYDRA, su familia. La habían secuestrado cuando apenas era un bebé, la entrenaron e instruyeron como a un ser carente de empatía o conciencia, la convirtieron en un monstruo, una máquina de matar. La corrompieron como persona desde incluso antes de que pudiera caminar, la alimentaron de falacias y odio.


Pero todo cambió en una de sus misiones, su objetivo era el gran Capitán América, tenía que aniquilarlo, quitarlo de en medio. Pero ella titubeó, cuando su mirada se chocó con la del hombre algo dentro de ella cambió por un instante, instante el cual cambiaría su vida. Steve sintió lo mismo, fue como algo sobrenatural. 

La dejó inconsciente y la sacó de ese horrible lugar en brazos, cuando consiguió ver su rostro de más cerca, juró que nunca había visto unos rasgos tan perfectos y delicados en su vida. Sintió la necesidad de protegerla y repararla, y así hizo.

En los últimos meses, la chica, había estado teniendo unos horribles terrores nocturnos, cosa que perturbaba al capitán, ya que Hanna poco a poco iba decayendo. Las ojeras cada vez eran más oscuras y sus sonrisas más forzadas.

Decidió llevarla con Wanda, la bruja podía intentar apaciguar esos recuerdos haciendo que se sintiera en paz con su pasado, pero tenía un precio. Su sufrimiento, tenía que enfrentarse a su mayor miedo. 

-Una vez ella entre en este trance, tengo que advertirte de que ella no podrá salir de él, no hasta que consiga superarlo ¿Entendido Steve?- le dijo Wanda al Capitán, el cual asintió-. Puede ser muy peligroso, yo no tendré forma de sacarla de ahí, solo ella misma puede hacerlo.
-Ella es muy fuerte, puede con esto- respondió con confianza, mirando a Hanna dormida en el sofá de su salón.
-Bien, empecemos.

Después de que Wanda empezara con su hechizo, Hanna empezó a moverse, como si algo la incomodara, luego empezó a hablar.
-No, no, no, por favor, no ¿Qué he hecho? STEVE. Lo siento, lo siento- estaba sollozando y con la voz agitada-. No cierres los ojos, escúchame, no lo hagas. No me dejes sola, no me abandones, no ahora -Steve no podía aguantar las ganas de coger a la chica en brazos, pero tenía que controlarse-. Vamos, aguanta. No me dejes, tú eres él único que ha estado ahí para mi siempre, eres él único que me ha tratado bien, el único al que no le ha importado mi pasado. Sé que a veces te saco de quicio por no controlar mi lenguaje, por ser una desordenada y lo siento. Pero tú a pesar de todo sigues ahí, me sigues despertando con una sonrisa y con un brillo en los ojos como si estuvieses viendo lo más hermoso del mundo. Me sigues llevando en brazos a casa, solo porque estoy destrozada después de correr con Sam y contigo- Steve sonreía con lágrimas en los ojos y mejillas, al recordar todo aquello-. Siento haberte hecho esto, no era mi intención, no se si me perdonarás. Pero por lo que más quieras no te mueras en mis brazos, porque te juro que no podré con ese dolor. Eres lo único que tengo, no tengo a nadie más. Te amo, abre los ojos, por favor -Steve no pudo más y la abrazó, él no dejaría que su amada estuviese ahí llorando mientras veía imágenes irreales.

Steve se arrepintió de haber accedido a tal cosa, nunca la había visto tan destrozada, tan rota. Siempre había sido tan fuerte, tan independiente, no habría sido capaz de imaginarla en tal estado. Lo rompía por dentro. Le dio un ligero beso en la frente sintiéndose culpable de su dolor.

Eso hizo que la chica abriese los ojos, estaban rojos y oscuros de tanto llorar, al igual que los de Steve, el cual contenía las lágrimas. No esperó más y la besó, un beso lleno de amor, cariño y delicadeza, no podía seguir esperando el momento correcto, la quería y no podía seguir escondiéndolo. Los dos por fin aceptaron lo que sentían. Ese era el inicio de una larga y hermosa historia.

-Al fin- susurraron ambos, para luego reír y seguir demostrándose el amor que habían retenido durante tanto tiempo.

-Yo aquí sobro- susurró la pobre Wanda, caminando hacia la puerta del departamento. Con una sonrisa de conformidad, ambos merecían ser felices.

One-Shot MarvelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora