Abrí los ojos lentamente, acostumbrándome a la luz del medio día que entraba filtrándose por las cortinas entreabiertas de la ventana.
Cuando estuve medianamente consciente noté que tenía otra respiración pesada en el cuello, un ligero peso en el costado y agarrándome con firmeza la cintura. Me gire lentamente y con dificultad hacia la misteriosa persona que dormía en mi cama. Casi se me sale el corazón al descubrir quién era. Bucky.Se removió intranquilo y me estrujó más contra él, cubriéndome con su cuerpo, básicamente me estaba aplastando.
Ahora su cara estaba mi cabello y su respiración me provocaba escalofríos en el oído y cuello. Me abrazaba como un koala.
Me sentía muy bien, notaba su cálida piel sobre la mía, ambos estábamos en ropa interior, obviamente. La pregunta aquí era: «¿Cómo hemos acabado así?»
Decidí despertarlo.
—Bucky—susurré—Bucky—repetí esta vez más alto.
Se movió un poco.
—Bucky, me aplastas. Muévete
Intenté zafarme de su "abrazo".
—Mmmh—murmuró.
Abrió un poco los ojos y se incorporó con sus brazos posicionados a cada lado de mi cabeza. Nos miramos a los ojos, como si nos estuviésemos escaneando y procesando todo.El abrió los ojos como platos. Se quitó rápidamente de encima mío y se sentó en el borde de la cama con la cabeza entre las manos, las cuales, estaban sosteniéndose apoyadas en sus rodillas.
—¿Qué pasó anoche?—pregunté.
—No...lo se—dudó un momento.
Giró y me inspeccionó lentamente con la mirada, por un momento vi deseo en su mirada. Como si él fuese un depredador y yo la presa más deliciosa.
Simplemente sonrió y respondió:
—Supongo que nos acostamos ¿No?
—Creo... Creo que supones bien.
—Ojalá me acordase, muñeca. O si no...—dijo con voz sexy. Dios.
—O si no ¿Qué?—tenía mucha curiosidad por saber que tenía en mente.
Sonrió de forma pícara mientras gateaba lentamente hasta el otro lado de la cama, donde yo me encontraba.
En un rápido movimiento me cogió y me posicionó bajo suyo. Con una mano me acariciaba la mejilla y el cuello y con la otra se sujetaba para no aplastarme.
—O si no—se acercó a mí oído—podríamos recordarlo practicando lo otra vez... Y otra... Y otra—finalizó mordiendo el lóbulo de mi oreja.
—¿Por qué no empezamos ahora?
—Me gusta como piensas, muñeca.Caímos en la cama, con las respiraciones agitadas. Ambos mirábamos el techo, pensando. Me giré y lo miré, él hizo lo mismo.
—Eres insaciable—dice.
—Lo dice él que me tuvo cuatro horas seguidas teniendo sexo.
—No te vi quejándote mientras gritabas mi nombre.
Ambos soltamos una carcajada.Ya duchados y cambiados fuimos a la cocina por algo para picar. Eran las 9, todos ya habían cenado, solo estábamos nosotros. Bucky, se sentó en la mesa, observando, mientras yo preparaba un par de sándwiches. Me acerqué con los platos e intenté sentarme en una silla pero, Barnes, se me había adelantado y me posicionó en su regazo.
No me dejó levantarme de sus piernas y finalmente, comimos así.
Estábamos tranquilamente hablando, seguíamos en la misma posición, cuando entró, Steve, medio dormido y despeinado, por la puerta. Nos miro unos segundos murmurando un «Hola».
Siguió a lo suyo y de repente se atragantó con el agua.
—¿Estás bien?—pregunté.
—Si—tosió—. Vosotros... Sois... Esto...¿Qué?—era muy cómico de ver. Iba a responder pero Bucky se me adelantó.
—Si, Steve, es mi hermosa novia—acabó dándome un pequeño beso en la mejilla.Me quedé en shock, procesando toda la información. Es obvio que diría eso, nos habíamos acostado y él ya no es un mujeriego, como antes. Sigue teniendo su lado coqueto y sexy, pero no salta de mujer en mujer.
Volviendo a lo de antes, básicamente nos hicimos novios y necesidad de palabras. «Dios, ya no se ni lo que pienso».
—Por fin, así dejarás de darme la lata hablando de lo hermosa que es, de todos sus gestos etc—respondió.
Lo miré sorprendida, no sabía que, Barnes, hubiese "enamorado" de mí, para decirlo de alguna forma.
—Cállate, idiota—dice Buck.
—Es la verdad—sonrió—. Buenas noches—se fue de la cocina.
Me giré a mirar a Barnes. Ojalá hubiese podido sacar una foto, era adorable, se había sonrojado.
Solo nos mirábamos, puse mis manos en sus mejillas y las acaricié lentamente, él hizo lo mismo con mi cintura.
Nos fuimos acercando hasta que nos besamos, no fue como los anteriores besos, este fue más tímido y paciente, simplemente fue perfecto. Nos separamos después de saborear un rato más nuestros labios.
—¿Es verdad—susurré—lo que ha dicho Steve?
—Claro, desde que te vi en el gimnasio entrenando, no pude apartar la vista de ti nunca mas—me besó, como antes, pero incluimos nuestras lenguas en el juego.
