—Te amo—susurró en mi oído.
Al principio pensaba era una alucinación pero, era imposible.Estábamos en medio de una emboscada sorpresa por parte de HYDRA, en una de nuestras misiones. Yo me encontraba luchando junto con Bucky contra unos agentes y, de repente escuchamos un chasquido, algo había caído al suelo. Sin poder evitarlo mi vista se dirigió hacia el lugar de donde provino aquel sonido, entonces, la vi, una granada. Todo paso muy rápido, Bucky derribó a los agentes restantes, cuando vio la granada, no esperó más, me agarró y nos tiró al suelo. Él encima mío protegiéndome, no teníamos tiempo para huir.
Cerré los ojos fuertemente, aferrándome a Bucky, tanto como pude. Nuestras respiraciones estaban muy agitadas por el miedo y la adrenalina del momento.
—Te amo—susurró en mi oído.
Al principio pensaba que era una alucinación pero, era imposible.
Entonces pasó, mis oídos pitaron por el fuerte estruendo, apreté más los ojos y me aferré con más fuerza aún, la bomba había explotado.Unos minutos más tarde, cuando todo pasó, empujé a Bucky de encima mío para poder respirar correctamente, ya que, con él encima se me hacía difícil. Algo andaba mal, algo fallaba, me giré a verlo, tirado en el piso y los ojos cerrados, no se movía.
Se me formó un nudo en la garganta y la respiración se me entrecortó.
—¿Bucky?—llamé—BUCKY—esta vez grité.
Me acerqué a él rápidamente. Las lágrimas caían por mi rostro quitando la suciedad y dejando un rastro limpio. Cogí su cara entre mis manos y puse su cabeza en mi regazo, aún respiraba, acaricié su pelo y rostro con una mano.
Con la mano libre cogí el transmisor y llamé a la base.
—¿Pa...—no dejé a Tony terminar.
—Código rojo, SOS, código rojo. Soldado caído—dije rápidamente mientras seguía llorando.
—Entendido, el Capipaleta Rogers está en camino—respondió.
Dejé el transmisor y seguí acariciando el rostro de Bucky con ambas manos.
—Vas a estar bien—dije, sorbiendo la nariz—. No te va a pasar nada más. Abre los ojos o haz algo, por favor—mi voz se quebró al final.Después de cinco minutos, apareció el Capitán, al ver nuestro estado lamentable se acercó rápidamente y me ayudó a llevar a Bucky hasta la nave.
Ya en la enfermería, curaron mis heridas, unos pequeños cortes en la cara y una torcedura de muñeca, nada grave, ya que, mi compañero me hizo de escudo y se llevó lo peor.
Estaba sentada en el suelo, al lado de la puerta de su habitación, en el hospital. Me encontraba con la mirada perdida en un punto fijo del pasillo, cuando salió Steve y me sacó de los pensamientos, sobre la misión, que tenía.
—¿Cómo estás?—me pregunta.
—Bien—respondo—¿Cómo está él?—espero ansiosa la respuesta.
—La explosión le ha dejado varias quemaduras—empieza a explicar—, y la onda le ha provocado unas roturas, cuatro costillas y el tobillo. Ahora está sedado, tardará en despertar, ves a verlo, sé que lo necesitas—finaliza con una pequeña sonrisa, la cual, respondo.
—Gracias—lo abrazo.
—Ves, anda.Entro a la habitación, todo es blanco. Mi vista inspecciona el lugar y luego se detiene en la camilla, en la cual se encuentra Bucky. Me acerco con paso apresurado, cojo una silla y me siento a un lado de la cama, junto a él.
Con una de mis manos le acaricio el pelo, la mejilla y la frente, con la otra entre lazo su mano humana con la mía. Simplemente lo observo, su respiración está calmada, se ve como un ángel mientras duerme, es hermoso. Tiene unos cortes, como yo, en el rostro pero, sigue siendo hermoso.
Lo sigo observando hasta que el cansancio me gana, el hecho de no haber dormido durante 32 horas esperando por su diagnóstico, me ha dejado destrozada.
Mis ojos empiezan a no poder mantenerse abiertos y caigo presa del sueño, con nuestras manos entrelazadas y mi otra mano en su mejilla.Siento un pequeño movimiento y, un apretón en la mano, estoy cansada, no me acuerdo de nada. Escucho algunas pequeñas voces. Steve.
—Ella no ha dormido nada—dice—, estaba muy preocupada—siento una caricia en el pelo—. Tenías que haberla visto, casi mata a la enfermera porque no la dejaba verte.
Está vez siento una caricia que recorre desde mi sien y se detiene en mi mejilla acariciándola, su tacto es muy frío como... Metal.
Mi mente reacciona y abro los ojos como platos, me levanto rápidamente casi tirando la silla. Lo primero que veo es a Bucky mirándome sorprendido por mi rápido movimiento, no esperó y cojo su rostro con mis manos.
—Dios, estaba muy asustada—empiezo—¿Cómo estás? ¿Te duele algo? Di algo, no vuelvas a hacer eso, podrías haber muerto.
—Tranquila, respira—contesta sonriendo, coloca una de sus manos sobre una de las mías, que están en sus mejillas.
—Os dejo solos para que habléis—anuncia Rogers, ambos asentimos.Escuchamos el ruido de la puerta al cerrarse y yo me vuelvo a sentar, cojo una de sus manos, la de metal y juego con sus dedos, él observaba nuestras manos.
—¿Estás bien?—me pregunta.
—La pregunta aquí es: ¿Tú estás bien?
—He tenido días mejores. Sinceramente, me alegro de que sea yo el que está en una camilla y no tú—confiesa.
—¿Por qué?—estoy aturdida.
—Ya te lo dije, te amo—esta vez estoy segura de que no es una alucinación.Dejo de jugar con sus dedos y subo mi mano de vuelta a su mejilla. Acerco mi rostro al suyo. Nos separan pocos centímetros, ambos estamos perdidos en la mirada del otro, nuestras respiraciones están entrecortadas y los labios entreabiertos. Finalmente nos besamos, primero es un pequeño roce, luego, va cogiendo intensidad y se convierte en una batalla entre nuestras lenguas. Mi mano, la que estaba situada en su mejilla, se dirige a su cabello y una de sus manos hace lo mismo. El aire nos empieza a falta y nos separamos, yo mordiendo su labio inferior. Al ir abriendo nuestros ojos puedo notar que los suyos tienen las pupilas dilatadas.
Apoyo mi cabeza en su pecho, mientras sigo sentada y acariciando su pelo, él hace lo mismo con su brazo de metal.
—Yo también te amo—susurro finalmente.
—¿Quieres ser mía?
—Si, me encantaría ser tuya, solo tuya.
—Solo mía.
