Capítulo 12: Hall Of Fame

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Me desperté con el agradable olor del café proveniente desde la otra estancia de la suite. Estaba sola en la cama. Las cortinas no dejaban pasar la luz a la habitación, lo que hacía más difícil que quisiera levantarme y facilitaba a mis ojos que se cerraran para seguir durmiendo.

Mi mente me decía que tenía que levantarme. Algo me hacía sentir que era muy tarde y que tenía que encontrarme con la persona que había hecho ese café.

Volviendo a abrir los ojos y restregándomelos con el dorso de la mano, me senté a un lado de la cama y miré a mi alrededor con los ojos entornados. Me levanté como un zombie y salí del cuarto.

Justin estaba vestido con sus vaqueros luciendo unos perfectos abdominales. Muy buenas vistas para estar recién levantada, pasó por mi cabeza. Me mordí el labio viéndolo apoyado contra la barra. Él alzo la vista al notar mi presencia y sonrió descaradamente.

Pareces un gnomo.

Me quedé parada procesando lo que acababa de decir. Él empezó a reírse y yo me miré a mí misma en el reflejo de una ventana. Yo también me reí negando con mi cabeza. Tenía todo el pelo revuelto y los ojos brillantes y entrecerrados por el sueño. Iba descalza, con una camisa holgada y unos pantalones cortos. Me faltaba un gorrito rojo en punta para parecer un verdadero gnomo.

No todos podemos ser deseables recién levantados – me crucé de brazos. Luego me di cuenta de lo que acababa de decir – No es que tú seas deseable ahora mismo – fruncí el ceño estudiándolo. Que mala mentirosa eres, ___. – Doy pena – mascullé para mí.

Justin volvió a reírse mientras cogía otra taza blanca y me la acercaba.

Me gustan los gnomos – bromeó.

Son graciosos – me encogí de hombros cogiendo la taza y dando un sorbo – Pero me has rebajado de princesa a gnomo – hice un puchero con el labio inferior.

No hagas eso – sonrió dulcemente.

¿Esto? – volví a poner cara de cachorrito mojado.

Sí – rió – Haces que quiera darte lo que se te antoje.

Puse mi mejor cara de pena y luego no aguanté hasta volver a reírme junto a él. Justin pasó su brazo por mis hombros atrayéndome hacia él y me dio un beso en la sien. Miré el reloj colgado en la pared mientras seguía tomando mi café y casi me atraganto.

Son casi las dos – balbuceé – ¿A qué hora te has levantado?

Me desperté sobre las doce pero no me levanté hasta hace media hora – miró distraídamente al suelo – ¿Dormiste bien?

Asentí. Se había quedado viéndome dormir en la mañana como yo lo había hecho en la noche cuando yo no podía conciliar el sueño. Noté el rubor subir a mis mejillas.

Voy al baño. Vuelvo enseguida – dije dando un último trago al café y dejándolo en la barra.

Él asintió yendo a sentarse en el sofá frente a la televisión. En el baño hice mis necesidades y después me peiné el pelo. Me lavé los dientes y fui a mi cuarto para vestirme con unos vaqueros, un top blanco y unas sandalias a juego.

Justin tocó a mi puerta y le dije que pasara. Se asomó tímidamente y después sonrió.

Qué guapa – me halagó. Agaché la cara dejando caer el pelo hacia delante para que no viera mi sonrojo – ¿Vas a acompañarme al partido esta tarde? – se acercó por detrás.

Claro. Te dije que sí ayer, Justin – me giré y topé con su cuerpo – ¿No te vas a poner una camisa? – me lamí los labios inquietada por su cercanía.

Hall Of Fame (Justin Bieber y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora