Capítulo 3: Robot

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Al despertarme todo mi cuerpo se sentía tenso. Algo dentro de mí tenía ganas de salir y no había manera de sacarlo de otra manera que con gritos o pegando a alguien. Finalmente me levanté de la cama decidiendo que no pegaría a nadie pero que si me desquitaría haciendo algo de ejercicio.

Poniéndome unos pantalones cortos, unas zapatillas de deporte y un top sin tirantes salí de la suite para bajar rápidamente por las escaleras. Sí, eran varias plantas pero me sirvió como calentamiento antes de llegar al gimnasio. Por el camino le mandé un mensaje a Scott.

Para: Scott

Voy a estar en el gimnasio. Si se puede … dejamos mi clase por hoy? No le digas nada a mi madre. Aún no quiero verla.

El gimnasio estaba ocupado por un par de hombres usando las máquinas de pesas. Era temprano en el hotel, y poca gente iba a esa hora cuando en verano venían a relajarse. Dejé mi bolsa de deporte a un lado. En ella había metido una toalla, agua y un bikini por si me apetecía refrescarme en la piscina. Sin pensarlo mucho fui primeramente al aparato de correr.

Ajustando de golpe la velocidad a ocho kilómetros por hora empecé a poner mi esmero en controlar mi respiración. Con cada zancada me fui sintiendo mejor. Mi corazón iba latiendo con más y más fuerza a medida que pasaban los minutos.

La noche anterior no había parado de pensar en todo lo que había sucedido desde el momento en que entré al salón hasta el punto en que le di con la puerta en las narices a Justin.

Recordé lo bien que me había sentido cantando con él y no pude evitar reconocer que él me había abierto los ojos sobre la poca libertad que tenía para tomar mis propias decisiones. Incluso cuando había empezado a salir con Taylor mi madre tuvo que aprobarlo. Al ser guapo y tener padres adinerados no puso queja. Solo sobraron sus comentarios sobre la suerte que había tenido una chica mediocre como yo.

Realmente Justin me había provocado para subir al escenario … aunque no sabía para qué, supuse que como siempre para jugarme alguna de sus bromas, aunque se le salió de las manos. Había decidido que era imposible que Justin supiera de la visita de mi madre cuando yo tampoco me había dado cuenta. Su aparición fue una sorpresa que nadie esperaba. Ni siquiera mi padre debía estar enterado del repentino viaje de la caprichosa Macy Hudson.

La máquina repentinamente aceleró de velocidad y yo apreté mi paso saliendo de mis pensamientos, entonces vi a Justin a mi lado con una mano sobre el botón de dar más velocidad.

¿Qué tal estás? – preguntó.

Bien – dije sin aliento.

Sus ojos recorrieron la longitud de mis piernas y se mordió el labio. Rodé los ojos y traté de bajar la velocidad de la máquina, en respuesta él dio más velocidad. Aquello era peligroso. Gemí buscando aire y sacando fuerza en mis brazos y mis piernas para impulsarme hacia adelante.

Le dijiste a Scott que no querías ver a tu madre. No me mencionaste a mí.

No hay problema – fui breve.

¿Viniste a desahogarte? – asentí corriendo – ¿Qué tal tus pulsaciones?

A mil – respondí.

¿Sirve de algo? – preguntó con curiosidad.

Negué con la cabeza. Justin apagó de golpe la máquina y yo me impulsé hacia adelante. Puse mis manos sobre la baranda y me libre de caer. Lancé dagas en su dirección.

Ven – me indicó.

Justin, ¿qué quieres?

Le seguí recuperando la respiración y él pasó de los dos hombres trabajando sus brazos hacia unas colchonetas donde había un saco de boxeo colgando. Justin se agachó a coger unos guantes rojos y se puso delante de mí. Cogiendo una de mis manos colocó un guante y después me puso otro. Lo miré con atención y torcí mis labios.

Hall Of Fame (Justin Bieber y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora