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El uniforme era simple; una camisa blanca, moño en tres tonos, una falda azul marino y un suéter del mismo color. Medias largas y zapatos negros.

Su anterior uniforme le había sentido más cómoda, ya que por la falda de su antigua escuela, le asentuaban en su color de piel y ya que la falda era corta, mostraba más de lo que tenía que mostrar. Su reputación era más resaltatante y llamativa con su anterior uniforme.

¿Como iba a resaltar como la niña mala de siempre, si parecía una ñoña?

Yoonji gruñó para sus adentros y cepillo nuevamente su cabello. Estaba tan molesta por su nueva escuela, la mudanza, el nuevo uniforme y su inexistente reputación, que se le fueron las horas y para cuando estaba arreglando su mochila, su madre le gritó que se le hacia tarde.

Todo el camino de ida a la escuela, se la pasó mirando la ventana y gruñendo cada vez más fuerte para mostrar su incomodidad a sus padres.

— Yoonji, mi cielo, ¿dejarías por favor de quejarte? — pidió su mamá a punto de estallar.

— Madre querida, ¿podrías regresarme a mi anterior escuela? — contestó la pequeña con el mismo tono de voz que uso su madre.

La señora Min se quedo callada y gruñendo para sus adentros, siguió conduciendo hasta llegar a la escuela.

Para cuando llegaron con la directora, para enseñar a la nueva alumna y acomodarla en la escuela, su madre ya quería irse corriendo y tomarse unas largas vacaciones de paso. Y es que era de esperarse ya que la pequeña Yoonji, se la pasó gruñendo todo el camino y quejándose acerca de cada cosa “mala” que veía en la escuela nueva y tomando pretextos de que debía regresar a la anterior.

Llegaron a la dirección y su madre no tardo más de cinco minutos en arrumbarla por ahí y despedirse lo más rápidamente posible de la directora, quien estudio a la pequeña Yoonji con la mirada.

— Acompáñame por favor — dijo la directora —. Te llevare a tu salón.

Yoonji asintió mientras daba una pequeña reverencia y muy obedientemente hizo lo que su superior le pidió.

Yoonji sólo pensaba en como debía de empezar, como debía presentarse, que cara debía poner y... A quien de todos los ingenuos del salón, debía agarrar de banquillo para sus pies. La directora, en cambio, pensaba muy seriamente en si había hecho bien en aceptar a una niña con tan mala reputación, y aunque a ella le quedaba claro, que escuela nueva podía ser comportamiento nuevo, Min Yoonji no le daba el presentimiento de que quisiera cambiar en la nueva escuela.

Ambas avanzaron a un paso medio y para cuando la directora paró, a Yoonji ya se le habían ocurrido nuevas maneras de espantar a sus compañeros nuevos.

— Aquí será tu salón. Compórtate y preséntate — la directora abrió la puerta y le hizo una señal para que entrará, para después hacerle una a la maestra y cerrar después de que Yoonji entrará.

Yoonji entró en pánico.

Había más niños que niñas y su plan se había ido por la borda con esta nueva información.

— ¡Haber todo el mundo! — la maestra aplaudio unas cuantas veces para callar a sus estudiantes —. Tengo una nueva alumna y quiero que se porten bien.

Yoonji tragó.

— Les presento a Min Yoonji — la maestra miró a la niña, quien miraba sus zapatos.

— H-Hola... — Yoonji maldijo por su tartamudeo —. S-Soy Min Yoonji, por favor, c-cuiden de mi.

El salón entero quedo en silencio.

Y ella jamás se había sentido tan intimidada y estúpida al mismo tiempo.

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Soy Min Yoonji. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora