1

3.5K 193 3
                                    

Antes de empezar me gustaría que me perdonárais si aparece esta raya (-) en vez de esta (). Es un error de Wattpad
que estoy corrigiendo.
Ahora si, disfrutad.

------------------------------------

Abro los ojos. Miro mi habitación y logro distinguir una cara en la puerta.

—¿¡Damon?!— grito y me siento rápidamente en la cama. —¿¡Qué haces aquí?! ¡Sal de mi habitación!— me levanto y voy a cerrarle la puerta.

—Bonito pijama, preciosa— me mira de arriba a abajo. Ruedo los ojos

—Veo que sigues sin cambiar— le cierro la puerta en las narices.

—¡Tranquila fiera!

¡¿Cómo se le ocurre venir a mi casa sin permiso?!

Comienzo a quitarme él pijama. Me pongo una blusa de color magenta. Y cuando estoy a punto de ponerme los vaqueros, veo como él pomo de la puerta gira muy despacio, casi sin emitir sonido alguno.

—Damon, como se te ocurra abrir esa puerta, te aseguro que lo único que vas a a volver a ver será tu lápida — lo amenazo.

—Vale, vale.— suelta él pomo.—Perdón señora Larwen

Oh no. Eso no. Camino furiosa hacia él. Abro la puerta.

—¿¡Qué has dicho?!— grito aún mas furiosa. Damon tiene una cara de asombrado. ¿Qué pasa? Sigo la dirección de sus ojos y doy con la respuesta. No me he abrochado los vaqueros. Mierda.

—¿Has venido por que querías que te vea?— me mira pícaro y sonríe.

—¿¡Qué?!—noto él calor en mis mejillas y entonces cierro la puerta de un portazo.
Escucho un golpe fuerte y un quejido de dolor de parte de Damon.
Él calor de las mejillas sigue sin desaparecer. Me miro en él espejo y noto que estoy roja. ¿Vergüenza o ira? Me abrocho los vaqueros y entonces abro la puerta.

—¿Por qué siempre que estamos solos acabo sangrando?—pregunta indignado en el suelo tapándose la nariz con la mano ensangrentada.

—¿Y no eres capaz de ir a la cocina a coger un pañuelo?—camino hacia allí. De verdad que no sé si de verdad este hombre tiene la edad que dice tener. 

—No pensé en eso— le doy un pañuelo y se limpia los rastros de sangre en su nariz y su mano — Eres mas agresiva que cuando te conocí, y eso que ahora tienes veintiún años— Me quedo observándolo de pies a cabeza. Pero entonces él me mira y lo recuerdo.

—¿Cómo has entrado? — pregunto ya más calmada.

—Tengo llaves— ruedo los ojos y me voy.

Caminamos al salón y le sirvo un vaso de agua. A mi uno de fanta de naranja. Ninguno habla, nos quedamos en silencio. Damon sigue con él papel en la nariz, lo que hace que se vea muy gracioso.

—¿Te han dicho que Matteo y María se van a casar?— suelta Damon de repente. Abro los ojos como platos.

—¿¡Qué?! ¡¿Por que no me han dicho nada esos dos?!

—Quizás estabas depresiva con lo de...— le tiro una almohada a la boca. Damon protesta, pero al final ríe.—Me dijo María que te lo diga, está muy liada con los preparativos y las invitaciones— se levanta y va hacia la cocina.

Me alegro por ella. De verdad que me alegro, pero no al 100% al saber que le puede pasar como a mí. Y no es una experiencia agradable. 

Miro a la mesa del comedor. ¡Los papeles! Me levanto rápidamente y trato de guardarlos, pero Damon los coge antes.

—Devuélveme eso— le ordeno tratando de quitárselos.

—¿Qué es esto? ¿Una declaración de amor para mi? No tenías por que molestarte— dice con cara de bebé. Entonces comienza a leer. Oh, no. Lo arruiné todo.

—¿Pero qué? —pregunta desconcertado.

—Devuélvemelos ya— trato de que me los de, pero sin ningún resultado— Eso no te incumbe 

—¿Que no me incumbe? Si que me incumbe. Eres mi amiga y Blair como mi hermano. ¡No podéis separaos!

—Si que puedo, aun tengo que enviárselos y él firmarlo. Así que devuélvemelos ya

—Por muy idiota que haya sido, no puedes hacerlo, piensa en todo lo que habéis pasado juntos, en todos los problemas que habéis superado. ¡Hasta la oposición de su madre! ¿Por qué no arregláis esto de una vez?— trata de hacer que entre en razón. Pero no lo haré.  Lo tengo muy claro.

—Tu no sabes todo lo que él me ha hecho sufrir. He tenido que soportar que me diga que se iba a quedar en España y me dejaba a mi sola, sin ninguna explicación. También en él hotel me dijo que si me voy, no volviera y no pienso arreglar todo este embrollo 

Damon se queda perplejo.

—Conozco a Blair desde que tengo uso de razón, no hace ni dice eso sin ningún motivo, y menos a la chica que ama con todas sus fuerzas— él corazón se me acelera levemente, pero logro calmarme. Me ha recordado a él. Pensé que ya tenía esto superado.

—Pues parece que no lo conoces lo suficiente— le quito los papeles de divorcio bruscamente de las manos y me voy a mi habitación.

Me siento en la cama y me abrazo las rodillas. ¿Damon... Puede tener razón? ¿Habrá hecho Blair eso por algo? No. No puedo tener dudas, sobre ese tema. 


Miro una parte de mi habitación. Todo me recuerda a él ahora mismo.
¿Por qué no soy fuerte? Soy una incompetente que no sabe olvidar a alguien. ¿Me he vuelto una débil? No, no puede pasarme a mi. Rebeca Philm no es débil. Entonces... ¿Por qué sufro aún por él?

Mi teléfono suena. Un mensaje. ¿Podría ser de él? No, es mejor olvidarlo. Todo se acabó.
Es María. Me invita a su boda. En dos días. ¿Se le ha ido la cabeza? No puede prepararlo todo en dos días. A no ser... Que ya lo haya hecho... Que mujer. Le agradezco su invitación y le digo lo feliz que estoy por ella. 

Tengo que comprarme un vestido para la boda.




Él viento de bochorno me roza las mejillas y me mueve suavemente el pelo.
Entro en una tienda, no miro ni el nombre, no estoy para perder él tiempo.

—¿Señorita que desea?—una señora que no medirá mas de 1,40 se acerca a mí con una sonrisa de oreja a oreja.

—Estoy buscando un vestido para asistir a una boda

—Acompáñeme— la sigo. Me lleva hasta una sala donde hay muchos vestidos elegantes de todos los colores.—Elige el que quieras, aquí tiene tacones a juego, cuando esté lista, salga y le diré que tal— asiento sonriendo.

Me pruebo un vestido con corte de sirena delicado. Me gusta mucho como me queda ya que realza mis curvas, así que busco unos tacones plateados y salgo del probador  en busca de la dependienta. Camino tratando de no arrastrar mucho él vestido. Es de color salmón
Miro hacia atrás un segundo y me tropiezo con una mujer que estaba agachada buscando algo.

La cabeza me da vueltas. Me pongo de pie rápidamente y ayuda a la chica a levantarse.
Le pido miles de disculpas.  Pero cuando se levanta para mirarme...

—¿Jane?— casi ni la reconozco. Tiene un gran moratón en la cara y él ojo lo tiene morado. A pesar de la gran cantidad de maquillaje que tiene encima, se le nota — ¿Qué te ha pasado?— le pregunto preocupada.—¿No estabas con tu... hermano?— casi se me atraganta la palabra.

Ella mira al suelo rápidamente, avergonzada. No quiere que le vea la cara, pero algo me dice que eso no se lo ha hecho por que se ha caído.

—Tengo un problema 

𝓟𝓻𝓸𝓶𝓮𝓽𝓸 𝓪𝓶𝓪𝓻𝓽𝓮 𝓼𝓲𝓮𝓶𝓹𝓻𝓮 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora