— No sé si pueda hacerlo.
— ¿De qué hablas? Dijiste que amabas estas cosas– resopló.
— ¡Hace cinco años!
Frunció el ceño.
— Ya estamos aquí, subiremos.
Miles de insultos pasaron por mi cabeza y francamente no sé si fueron para él, para mí o para la jodida y enorme montaña rusa que tenía frente a mí. Me tallé las manos en el pantalón.
— De acuerdo, no, yo me largo.
Chico pizza me miró burlón y se encogió de hombros.
— De acuerdo.
Gruñí y me dirigí a la salida con la cabeza agachada. ¿Han pasado por ese momento? Donde todos te miran y cuchichean entre sí para burlarse de la patética chica que no pudo subirse a un simple juego mecánico.
— ¿Qué miran? ¡No es mi culpa que tenga vértigo!
Todos rieron y Carl se les unió. Maldito traidor.
Me subiría sólo para callarlos a todos.Pisé fuerte y regresé a mi lugar junto a chico pizza.
— Al fin saliste de tu escondite mariquita– se burló.
Resoplé.
— ¿De dónde sacas esas frases?
Se encogió de hombros.
— Memes.
— ¿Memes?
Abrió la boca como si le hubiera dicho que había tragado mi propio vómito... no se los recomiendo.
— ¡Acabas de defraudar al mundo! Deshonra a la vaca.
Reí y lo golpeé en la cabeza.
— ¿Ahora utilizas frases de Mulán?, ¿qué edad tienes?
— No hay edad para los clásicos de Disney, nena. Cada día me decepcionas más– se llevó una mano al pecho y fingió desmayarse.
Rodé los ojos.
— No hay edad para dejar de ser idiota.
Justo en ese momento llegó nuestro turno y pasé saliva. Me subí temblando al carrito y Carl bajó un tubo que se suponía, nos salvaría la vida. Santo Zeus.
— ¿Se supone que esto nos proteja?
— Sí, aunque cariño, comes tanta pizza que francamente, temo que lo revientes... ¡es broma!– se arrepintió justo cuando mi mano estaba a una pulgada de su cabeza.
Bufó.
— ¿Por qué las mujeres pueden golpear a los hombres y nosotros no a ustedes? No te confundas, no es como que lo haría pero nosotros tenemos derechos.
— Carl, cierra la boca.
— ¿Ves?
— Las madres golpean a sus hijos sin importar si son mujeres o no. Simplemente lo hacen porque son idiotas.
Aún tenía la marca de la chancla de mi madre en el trasero. Qué tiempos.
— Lo hacen porque están locas y tú no eres mi madre.
— Pero tú sí eres un idiota y sí, yo estoy loca.
Frunció la frente.
— Buena respuesta.
El juego comenzó a moverse y yo le tomé la pierna.
— Sé que soy irresistible pero no creo que sea lugar para hacer esto, lucky girl.
Idiota. Ay Zeus, sé que no soy la mejor persona pero soy tan joven y me queda tanto por vivir... por favor, no quiero morir.
La montaña comenzó a subir y cerré los ojos. Padre nuestro que estás en el... Ay no. Entonces vino la bajada y sentí como mi estómago saltó. Abrí los ojos.
— Voy a vomitar.
Chico pizza rió.
— No puedo cr... Joder, lucky girl.– Y sí, digamos que el queso y el jamón de la pizza de esa tarde terminó en el cuello y pecho de Carl.
No pude decir nada porque estaba demasiado ocupada gritando como si me estuvieran sacando las tripas... aunque básicamente eso fue lo que sucedió. Por inercia lo abracé y ambos nos llenamos de mi vómito. La vida me odia.
Al terminar el juego, todos nos vieron y no supe que fue peor: verlos reír o ver cómo algunos vomitaban por el olor.
Ambos salimos en silencio y nos miramos.
— Eso fue...
— Jodidamente asqueroso...
— Ridículo....
Estallamos en risas por lo patética de la situación y huimos de ahí para cambiarnos.
Lo que no esperaba era que al llegar a mi casa, Sam estaría ahí.
. . .
Huuuuola, sí, al igual que Laila, yo también salí de mi escondite y no puedo estar más feliz.🌚Espero que disfruten este mini capítulo porque mañana subiré la continuación y esto se va a poner intensoooo.
Gracias por todo el apoyo y por seguir dándole mucho amor a esta historia💖 he estado considerando la idea de crear una cuenta de ig para poder hacer en vivos o subir info sobre la historia y personajes, idk, ¿qué opinan?
Ya saben que las amo leer, so, díganme que opinan o que creen que sucederá con Sam.
De nuevo, ¡gracias!
Las ama,
B.💖
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El chico de la pizza.
Teen Fiction- Pizzas Carlo's, ¿en qué puedo ayudarle? - Mi novio es un hijo de puta... Bueno, ex novio. Me engañó y gracias al cielo que no tengo tantas cosas de él en mi casa. Sólo tuve que lanzar un par de camisetas por la ventana. Como sea, quiero una de pep...