Ocho

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— Joder, no.

Y por obra del destino, estornudé. Y boom, las cataratas aparecieron.

— Maldito seas, Andrés– dije entre dientes.

— Ehh... ¿Gracias?– y Andrés, la persona, estaba detrás mío. Lo miré con los ojos abiertos.

— No se lo decía a usted, doctor, perdone.

Rió suavemente.

— Descuida Laila, sólo necesitaba unos reportes.

Y como siempre que Andrés el doctor estaba cerca, me quedé pasmada. Era tan guapo, guapo de verdad. Rubio y ojos azules, sonrisa perfecta, mandíbula marcada... Mm.

— ¿Laila?– me miró con atención– ¿Estás bien?

Sí, Laila. Siempre tienes que actuar como una estúpida.

Mi labio tembló, era tan tonta.

— Oh por dios, ¿estás bien?– me tomó los hombros suavemente– ¿Por qué lloras?

Y entonces, me enojé.
Venía y se paraba frente a mí luciendo perfecto y me hacía sentir tonta. ¡Y tenía el descaro de preguntar!

— Estoy bien– me alejé y le di los reportes que estaban en el escritorio.

Él sólo me miraba como si estuviese loca. Tomó los papeles y abrió la boca para decir algo pero no lo hizo, por el contrario, dio las gracias y se fue.

Bien pensado, chico.

Refunfuñé y fui a la máquina expendedora para comprar una barra de chocolate y entonces Dios volvió a iluminarme.

¡La maldita se trabó y mi barra estuvo a nada de caer!

— Maldita máquina– le di un manotazo.

— Mm... No creo que eso te de tu barra de chocolate– un chico de pelo obscuro y ojos grises me miraba con burla.

— ¿Eres técnico?– lo miré con una ceja alzada.

— Ehh... No.

— Entonces lo haré a mi manera, listillo– bufé.

Él me miró con una sonrisa.

— ¿Qué?– ¿tenía monos en la cara o algo?

— Nada, me recuerdas a alguien– soltó una risita.

Rodé los ojos.

— ¡Laila!

Y aquí viene la chica barbie.

— Ritha, hola, ¿cuál fue el problema?

Ella dio vueltas y abrazó al hombre todo poderoso.

— Mi tío vino a que el doctor lo revisara– me dijo con una sonrisa.

Solté una carcajada.

— O sea que eres torpe y encima vienes a decirme cómo sacar una barra de chocolate de una máquina.

Se cruzó de brazos. Vaya, tenía buen cuerpo y un tatuaje... Con lo que me gustan. Lástima que no me gustaran los torpes.

Me dedicó una sonrisa que hizo que su piel blanca se estirara formando dos hoyuelos. Golpeó la máquina y la barra cayó.

— Sí, bueno, ya que no necesitabas de mi torpeza; debería llevarme la barra.

La tomó y se la arrebaté.

— Ni te atrevas, listillo– lo miré enojada– Adiós, Ritha, mantén a tu tío alejado de aquí. ¡Nos vemos!

Caminé con prisa.

— ¡Te volveré a ver!

¿Quién se creía este? Una familia de locos, definitivamente.

Destapé la barra. Una mordida por mi jodido útero, otra por mi soledad, otra por el jodido autobús lento de hoy, otra por el amor.

Después de sufrir dos horas más, llegué a casa e hice lo que se hace con Andrés. Me puse ropa cómoda y me tiré en el sofá.

Llamé a las pizzas porque me la merecía.

— Lucky girl– saludó mi chico de las pizzas.

— Tuve un mal día– fue lo primero que dije y me solté a llorar.

— Oye, no, ¿qué sucedió?– por primera vez su voz parecía suave.

— Estoy en una mala racha y quería un chocolate y entonces se atoró y encima un idiota se vio con la necesidad de ayudarme– me quejé moqueando.

La línea se quedó en silencio un rato.

— ¿Chico pizza?, ¿te he dormido con mi historia?

Soltó una risita que por un segundo me resultó familiar. Maldito Andrés, hasta loca me vuelves.

— ¿Estás llorando por una barra de chocolate?, te creía más fuerte, lucky girl.

Me enojé.

— Pizza de queso con té verde. Más de 30 minutos y es gratis.

— Antes de que me cuelgues– dijo rápidamente y esperé— Eres hermosa, lucky girl– aguarden, ¿qué?

Y me colgó. ¡Otro demente!

La pizza llegó 10 minutos después con una nota:

"Si me pides que sea repartidor, te llevo una caja llena de chocolates, ¿qué dices?"

Mm, qué buena oferta.

. . .
¡Hola a todos!
Escribí este capítulo súper emocionada y es lo único que diré acerca de él. Algunas sabrán por qué.
Los amo.💜
B.

El chico de la pizza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora