Dieciséis.

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— Hola nena.

Sonreí cuando escuché a mi chico pizza contestar el teléfono.

— ¿Disculpe?

— Lucky girl...

— Estoy hablando a una pizzería, por lo que sé. Debería tener respeto por sus clientes y no llamarme nena.

Él rió.

— Estás sonando una anciana.

Rodé los ojos.

— Envía mi pizza y complace a tu novia hambrienta.

— Tu siempre estas hambrienta, ¿ya checaste tu peso? Ya sabes, no quiero una novia demasiado gorda.

Hijo de... Dios.

— Bueno, engordaré lo que se me venga en gana así que tal vez deberías buscarte a alguna chica delgada sin trasero.

Él río.

— Calma, bolita, te querré aunque peses cien kilos.

— Carl.

— ¿Si?

— Mediana, de queso.

— ¿Comerás una pizza mediana tú sola?

— ¿Algún problema con eso?

Volvió a reír.

— Ninguno, lucky girl, tu pizza estará contigo en menos de treinta minutos.

— Menos mal, esta obesa está que se muere de hambre.

Colgué sin decir adiós y me levanté para recoger un poco la estancia.

Veinticinco minutos después la puerta sonó y corrí a abrir.

— Genial, gracias, ¿cuánto te debo?

— La casa invita.

— Oh no, dime cuánto es.

— ¿De verdad?

— Sí, hablo en serio.

— Lucky girl, ¿tomarás la pizza y me dejaras entrar?

Reí.

— No, soy obesa y yo abarco todo el espacio, lo siento.

Él se a abalanzó y me besó.

— Vamos a comer, wild girl.

. . .

De acuerdo, no hay excusa más que decir que tengo muchísima tarea y que si duermo seis horas, debo estar agradecida.

Espero les guste e intentaré actualizar tan pronto me sea posible😭

Las ama,
B.

El chico de la pizza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora