Veintidos

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Me encontraba cerrando una herida en la cabeza de Ritha a causa de su idea de ser escaladora.

No podía hablar.

Hacia calor dentro de la habitación o tal vez era que Carl estaba lo suficientemente cerca de mí como para querer lanzarme a sus brazos... carajo, ¿qué es esto?, ¿Romeo y Julieta?

Estúpido amor.

Estúpida yo.

— Mamá dice que también debería descartar esa opción.

Me reí y asentí con la cabeza.

— Escucha a tu madre. Las mamás son sabias... a veces.

— ¿Sabia?

— Que sabe mucho de la vida.

— Oh, ¿me darás una paleta?

Rodé los ojos mientras terminaba la curación y dije que sí con la cabeza.

— Listo.

Me di la vuelta y tomé el bote con las paletas, dandole a elegir a Ritha.

— ¡Gracias!

Se levantó y se dirigió a la puerta. Carl la siguió sin mirarme.

— Carl, ¿podemos hablar un segundo?

Frunció el ceño y vi cómo una serie de cuestionamientos pasaban por su cabeza. Finalmente, suspiró.

— Eh... sí. Ritha, nena, ve a la cafetería y ordena lo que quieras, ya te alcanzo.

Ritha nos miró confundida pero se encogió de hombros y se fue.

Nos quedamos ahí parados, sin saber por dónde comenzar.

Abrí la boca para disculparme pero él alzó la mano, deteniéndome. Carajo.

— Sé lo que vas a decir, sé que dirás que lo lamentas y está bien, lo acepto.

Suspiré aliviada.

— Ya lo sabes pero te pido perdón, Carl. No fue buena mi manera de tratarte y...

— No sabes lo que quieres, Laila.

Esperen, ¿qué?

— ¿De qué hablas?

— Estabas conmigo, teníamos una relación y se sentía maravilloso pero una parte de ti no estaba conmigo, y lo sabes. Tú aún lo amas.

— Hey, no, Carl. Eso creí yo pero...

— ¡Es que no es algo que crea, Laila! Lo amas. Lo vi aquel día en tu apartamento, por la forma en que lo mirabas.

Negué con la cabeza y los ojos se me llenaron de lágrimas.

— Lo amo, sí. Lo amo cómo se ama un recuerdo, lo amo como a alguien que fue importante en mi vida, como a un amigo. A ti te amo ahora, Carl, te miro y pienso en el ahora, pienso en que te quiero en mi vida.

Me miró por un largo rato y me abrazó, me abrazó con fuerza y una parte de mí se rompió. Así abrazaba a papá antes de que se fuera, cuando era niña. Sabía lo que significaba.

Tomó mi cara entre sus manos y yo negué.

— Ni siquiera lo digas.

— No estás preparada para esto, Laila. Necesitas encontrarte contigo misma, saber quién eres y si después de eso, quieres buscarme, aquí estaré. Te amo, nena, y es por eso que lo hago.

Me quedé callada porque sabía que tenía razón,  ¿cómo podía entregarme a él cuando ni siquiera me conocía?, ¿cuando tenía que arreglarme primero?

Besó mi frente y dio la vuelta.

Yo lo miré y en él vi lo que dicen que se encuentra una vez en la vida.

— Te daré queso extra cuando quieras, lucky girl.

Sonreí.

— Adiós, chico pizza.

.
.
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Yyyyy, este es uno de los últimos capítulos de esta gran historia.

Chicas, estoy eternamente agradecida por la paciencia y el amor que le han dado. voallorar.

Le tengo un final bueno, no se preocupen aunque no sé cuántas vayan a estar conformes pero... creo que es así como debe terminar.

Pronto lo sabrán.🌚
Las amo mucho mucho,
B.

El chico de la pizza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora