Quince

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Al día siguiente, me levanté sintiéndome mucho mejor y más descansada que nunca.

Estaba sobre el pecho de Carl y nuestras piernas y brazos se enredaban de una forma extraña. Su cara estaba sobre mi cabello y pude oír su suave ronquido.

Solté una risita y traté de levantarme pero sus brazos me retuvieron y resopló.

— No, mamá, no me quites a mi osito.

Tuve que morderme los labios para no reír. Intenté levantarme por segunda vez y su abrazo se volvió tan fuerte que dejé de respirar.

Resopló otra vez.

— Ya no comeré galletas, lo prometo.

Y oficialmente mi cara estaba morada. Le di un manotazo en la cara con desesperación y él se levantó bruscamente, haciéndome caer al suelo.

— ¿Qué demonios..? ¡Lucky girl! No sabía que te gustara dormir en el piso.

Lo miré enfadada.

— ¡Idiota! Me estabas asfixiando.

Él frunció el ceño.

— Mamá intentaba quitarme a mi oso en el sueño, lo siento.

— O sea, que parezco un oso. ¿Qué intentas decir?, ¿qué estoy gorda?

Él rió y se sentó.

— Bueno... Digamos que dos kilos menos no te vendrían mal.

Me levanté resoplando y lo tomé por la camiseta para empujarlo. Sus manos tomaron mis muñecas y en un segundo, yo estaba debajo de él en el sofá.

Nuestras narices se tocaban y sonrió.

— Sólo bromeaba, gatita. Eres perfecta.

Sus labios se posaron sobre los míos y comenzaron una danza juntos. Al principio fue dulce pero al paso de los segundos, se volvió necesitado.

Mis piernas rodearon su cintura y mis manos se perdieron en su cabello mientras él tomaba mi cintura con fuerza y mordía mis labios.

Me separé intentando recuperar la respiración y nuestros ojos se encontraron. Por unos segundos ninguno de los dos habló.

Una sensación extraña me embargó y sacudí la cabeza para alejarla.

— Vaya, chico pizza. Eso del mal aliento por las mañanas aplica contigo. ¿Qué comiste?, ¿estofado de cebolla?

Él abrió la boca intentando decir algo pero finalmente la volvió a cerrar. Me miró con los ojos entrecerrados.

— Sé lo que intentas, gatita.

— ¿Gatita?, ¿en serio?

— Sí, a veces puedes ser dulce y otras veces toda una fiera. Te queda– se encogió de hombros.

Lo empujé para quitarlo y poder sentarme. Suspiró y se levantó, pasándose la mano por el cabello.

— ¿Y qué es lo que intento, gatito?

— Alejarme.

Lo miré confundida.

— ¿De qué hablas?

— Sí, no vas a decirme que no sentiste algo distinto con ese beso.

Miré al suelo y caminé hacia la cocina.

— Sentí un aliento terrible.

Pude sentirlo detrás de mí mientras preparaba café.

— Pues yo sentí más que eso, Laila.

¿Laila? Ups.

Sí, había sentido algo distinto pero él no tenía que saberlo. Cuando confesaba o ponía en palabras lo que sentía, todo se venía abajo. Y él... Yo no quería que él se fuera.

Reí intentando esquivarlo del tema.

— Mi nombre suena raro cuando tú lo dices.
Nunca me llamas así.

Me giró con suavidad y apreté los ojos intentando alejar las repentinas lágrimas.

Sentí sus manos sobre mi cara y las lágrimas salieron. Traidoras.

— Oye, lo sé, nena. También me siento abrumado pero me siento bien con esto, aunque seas un dolor en el trasero, a veces– bromeó.

Lo miré con una sonrisa y salieron más lágrimas. No se supone que esto pasara, no se supone que lloraría, no se supone que me sentiría así otra vez.

— Me hicieron daño– admití con un quejido.

— Lo sé y ojalá pudiera borrar eso pero no puedo. Eso te convierte en la persona que eres ahora y si lo piensas, gracias a eso estamos aquí. Y jamás haría algo para que esto – nos señaló– se pierda. Jamás haría algo para lastimarte, lucky girl.

Mi corazón se apretujó más contra mí y latió con fuerza.

— ¿Y si estamos bien como ahora?, ¿y si después de esto las cosas van mal?

Me miró de una forma que no supe identificar y me sonrió.

— Pues entonces trabajaremos para que las cosas vuelvan a ser tan buenas como ahora. No voy a prometerte que no tendremos discusiones y que todo será color de rosa pero lo que sí puedo prometerte, es que a pesar de eso, estaré para ti y haré lo que sea porque esto funcione.

Me besó y sonreí.

— ¿Esa sonrisa significa que ya no tendré que ver películas de amor con mi sobrina y ahora las veré con la fiera de mi novia?

Reí y me giré para poner el café en tazas.

— No, eso significa que ahora verás películas de  terror y que le darás  pizzas gratis a tu bella novia.

. . .

¿Fin?🤔

El chico de la pizza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora