VEINTICUATRO

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Era la voz de una mujer. Carraspeé.

- Me gustaría hablar con Carl.

Carajo, Laila. Sólo ibas a pedir una pizza.

-¿Disculpa? Yo sólo tomo órdenes de pizza, no soy una recepcionista- bufó.

- Mira, es importante que hable en este momento con él.

Antes de que me arrepienta.

-Aunque quisiera pasártelo, él no está aquí. Tenía una cita y se fue temprano.

Una cita. Tragué en seco.

Era obvio que él no me iba a esperar toda la vida, yo no lo habría hecho. Él había avanzado con su vida  y yo también debería.

-Entiendo. ¿Podrías enviarme una pizza de queso?

-¿Algo más?- preguntó con cansancio.

- No, es todo, y no le digas que llamé. Por favor.

- Llega en 30 minutos máximo- se limitó a responder y colgué.

Sabía que estaba cerca de llorar pero respiré profundo y me contuve. En este tiempo había podido aclarar mi mente y pensar en lo que sentía, en lo que sentía de verdad.

Sam había sido importante en mi vida, mucho. Lo había amado, pero ya no lo hacía. Una parte de mí se había aferrado a él creyendo que sin importar qué, era él con el que debía estar. Debía.

Pero nunca me había detenido a pensar en lo que quería, y ese era Carl. Aunque en este momento tal vez ya fuera demasiado tarde. Qué buena suerte, Laila.

...

No tengo perdón jajaja, pero estoy en la universidad, es lo único que puedo decir en mi defensa.

Espero aún se acuerden del chico de la pizza :(

Los ama,

B.


El chico de la pizza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora