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- ¿Qué te sucedió? –preguntó Marco, tomando de los hombros a ___.

- P-papá y m-mamá. – tartamudeó ella, limpiando sus lágrimas. – No van a venir. –negó con la cabeza.

- ¿Los extrañas, cierto? –ella asintió con la cabeza ante la pregunta del moreno, volviendo a llorar. - ___, no, no llores yo...

- Gracias Díaz, ese "no llores" me ha inspirado. –dijo ella, mientras sonreía tristemente. Escuchó los balbuceos del moreno, mientras fregaba sus ojos. – Simplemente abrázame, ¿quieres?

Y luego de esa última frase, Marco jaló a ___ contra su cuerpo y la envolvió en sus brazos. La chica escondió su rostro en el hombro del chico, pasando sus brazos por alrededor del cuello de él y aferrándose cómo si su vida dependiera de ello. Marco comenzó a acariciar el cabello de la castaña susurrando palabras bonitas. ___ cesó su llanto unos minutos después, pero los sollozos quedaron.

- N-no. –tartamudeó ___, cuándo Marco trató de deshacer el abrazo. – No te separes aún, ¿si?..

- Claro, ___. –Marco volvió a su posición anterior, feliz por poder tener a la chica tan cerca cómo para poder oler el perfume de su shampoo.

Ni siquiera los Díaz irrumpiendo en la habitación de Marco lograron separarlos, el adolescente les hizo una seña de que se fueran y así lo hicieron, Angie gesticuló "Cena lista", antes de cerrar la puerta de la habitación.

- No es que me moleste abrazarte pero... -___ sonrió, separándose.

- Estás muriendo de hambre. –le sonrió al Díaz, mientras pasaba su sudadera por sus mejillas, quitando las machas de lágrimas.

- Exacto, y mamá ha hecho tacos, sabes que amo los tacos. –le sonrió a la chica, tomando su mano. – Además, los tacos curan, ¿lo sabías?

- Entonces vamos a curar la herida que mis padres han dejado con tacos. –habló ___, guiñándole un ojo a Díaz.

Ambos bajaron las escaleras y soltaron sus manos cuándo pudieron divisar a los padres de Marco y Star. Los cachorros estaban en la sala, durmiendo amontonados sobre el sofá.

- ___, ¿estás bien? –preguntó Rafael, ella sonrió.

- Así es. –asintió con la cabeza.

- Tranquilo, señor Díaz. –habló Star. – Marco ha hecho un buen trabajo al consolarla. –cuándo el moreno pasó por al lado de la rubia, le dio un golpecito en la frente. Angie sonrió.

- ¿Sabes que hoy te quedarás a dormir, cierto? –cuestionó, mirando a la castaña, ella asintió. – Rafael los llevará, Marco y tú irán por ropa a tu casa.

- Creo que te quedarás más de un día. –habló Star. - ¡Pijamada!

- Oh no, señorita. –se escuchó. Star levantó aquel artefacto parecido a un teléfono, mostrando a Moon. – Hay escuela, dormirás temprano.

- ¡Moon! –gritó ___, sacudiendo la mano en forma de saludo.

- ¡Hola ___! –se escuchó la voz de River, el rey.

- Tranquila, Moon, haremos que vayan a dormir temprano. –se escuchó la voz de Angie.

Pff, seguro. Los tres se quedaron hasta tarde mirando películas de quién-sabe-qué juntos.

En la mañana, cuándo los Díaz bajaron, se encontraron a Star roncando en una pose rara, mientras Marco tenía su espalda y cabeza sobre el respaldo del sofá, ___ dormía abrazada a él.

Tomaron una foto, antes de que Rafael comenzara a golpear una sartén con una de sus cucharas y levantara a todo el vecindario. ___ y Marco se separaron sonrojados, pero sonrientes.

Al parecer ella se había dado cuenta que no quería al moreno sólo cómo un amigo.

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Díaz. [Marco & tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora