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- Así que tú has estado saliendo con Marco y no nos has dicho nada. –concluyó la señora Green. - ¿Desde hace cuánto tiempo nos has ocultado esto?

- Nosotros comenzamos a salir la segunda semana luego de que se fueran así que... -la castaña sonrió culposamente.

- ¡Eso son casi dos meses, ___! –habló su padre. – Deberías saber que somos tus padres, tenemos derecho a saber lo que haces.

- Pero quería decírselos cuándo volvieran de su viaje. –dijo ella, cruzando sus brazos. –No se los oculté por gusto.

Los Green suspiraron, mirando a su hija. Ella estaba turnando su vista entre los dos mayores y tenía una mueca preocupada.

- Quita esa mueca, peque. –se escuchó que dijo el señor Green. – Yo lo aceptaré, pero mis celos de padre no se irán.

La chica sonrió, sintiendo cómo su padre le sacudía el cabello amigablemente. Miró a su madre y ella suspiro, segundos antes de asentir con la cabeza mientras tenía los labios apretados.

___ abrazó a ambos. Ellos le sonrieron a su hija antes de prepararse para cenar con los Díaz y hablar con ellos acerca del noviazgo de sus hijos y por qué no habían sido informados de aquella relación.

La adolescente corrió hacia su habitación y cambió su ropa de casa por unos shorts negros y una camisa a cuadros. Sus pies fueron cubiertos por unas vans negras y amarró su cabello en una coleta. Realizó su usual maquillaje y bajó las escaleras con su celular en la mano.

Sus padres estaban sentados en el sofá, esperándola. Tampoco vivían muy lejos así que podrían ir a pie.

Llegaron a la casa de los días cinco minutos después de que ___ bajara las escaleras. Angie estaba sonriendo nerviosamente y Rafael trataba de actuar despreocupado al enfocarse en hacer los tacos que cenarían.

- ___, si quieres ver a Marco él está en su habitación. –le susurró Angie a la chica. Ella le sonrió y se despidió de sus padres para caminar arriba, recibiendo una mirada de desaprobación por parte de su padre

Tocó la puerta de Marco y el chico abrió ésta con una sonrisa. No dudo en atraerla hacia su cuerpo y besarla. Se separaron con una sonrisa y ___ había mordido el labio del chico.

- ¿Cómo estás, Díaz? –cuestionó ella, dejando su teléfono sobre la mesita de noche de él y lanzándose a su cómoda cama.

- Muy bien. –respondió el chico, sentándose al lado de su novia. – Y más ahora.

- Esa frase de nuevo. –la castaña rodó los ojos. – Eres un cliché, Díaz. –canturreó ella, arrebatándole su teléfono

- ¿Qué vas a hacer? –preguntó el moreno, tratando de observar lo que ella estaba haciendo con su teléfono.

- Sólo escribiré en tu Facebook que eres mío. –respondió ____ de manera inocente. – Y luego jugaré Candy Crush.

- ¡Pero ___...! –los labios de la chica le impidieron a Marco continuar su oración. Ella se separó con una sonrisa y lo empujó contra su regazo. El moreno no se quejó y acomodó su cabeza, sintiendo cómo la chica comenzaba a masajear su cabello oscuro con sus dedos. Podría dormirse allí mismo. Sentía el calor de las piernas de ___ y sus caricias, sin duda era el tercer mejor lugar para estar con ella. El primero era estar sobre ella, el segundo estar debajo.

- ¿Vas a prestarme atención o me abandonarás por un artefacto tecnológico? –habló Marco, tomando la mano con la que ___ estaba observando su teléfono y fundiendo sus ojos con los de la chica.

- Tienes razón. –respondió Green, dejando el teléfono a un lado. – Levántate, vamos a besarnos. –Marco se acomodó en la cama con una sonrisa pícara en los labios.

Ni bien pudo tomar aire su boca estaba pegada a la de ___, sus manos en el trasero de ella y las suyas en los hombros de él. Sus bocas jugueteaban y encajaban. Ambos realmente disfrutaban el besarse y era cómo una adicción para ambos. El moreno acomodó a la chica a horcajadas sobre su cuerpo y ___ pegó sus pechos, continuaron besándose.

- ¡Chic...! –Angie miró a los adolescentes. – No haré comentarios. –continuó la mujer. – La cena está lista. –miró a ___. – Tienes suerte de que no haya sido tu padre.

La chica gesticuló un "Gracias". ___ se levantó de la cama y caminó hasta la mesita de luz, tomando su teléfono y saliendo por la puerta. A mitad del pasillo, Marco la abrazó por detrás y le dio un beso en el cuello, mientras con su mano apretaba el trasero de ella ligeramente. ___ solamente se mordía el labio.

- D-debemos ir a cenar. –dijo ___.

- ¿Para qué quiero comer? –habló con voz ronca el moreno, contra el cuello de ella. – Si te tengo a ti.

- Díaz, yo... -sintió un mordisco en su cuello y sus ojos se cerraron fuertemente. ___ se liberó del agarre de su novio y volteó a verlo. – Luego terminaremos esto.

Díaz sonrió pícaramente antes de pasar por el lado de su novia y darle una palmada en el trasero, bajando las escaleras casualmente tras ello.

mb$?T

Díaz. [Marco & tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora