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Justin llegó a la casa de los Díaz media hora después de que ___ le llamara, con aspecto de recién levantado, pero la confusión brillaba en sus ojos.

- ¿Qué querías, ___? –cuestionó el rubio, mirando a la chica que lo había llamado.

- He estado pensando y... -ella sacó sus dotes para la actuación. – Creo que, pues bueno tú y... -suspiró. – Mira Justin, te extraño y quiero volver contigo. –soltó de una vez. Marco estaba apretando sus manos en puños, los demás trataban de no reírse.

- ¿E-es enserio? –Justin parecía no creérselo. ___ se tragó la carcajada y asintió con la cabeza, conservando su cara seria. – Yo también he pensado y... -se sonrojó. - ¡Me encantaría volver contigo! –la tomó de la cintura, acercándola a él. ___ abrió los ojos cómo platos y Justin le guiñó un ojo con complicidad, sin que nadie más lo notara. Ambos habían dicho que nunca volverían con el otro, porque su relación había sido más cómo una amistad. - ¿Qué dices?

- ¡Claro que sí! –gritó ___, envolviendo sus brazos alrededor del cuello de Justin, quién rió ante la mueca de Marco.

- Tú Díaz parece querer matarme, ¿crees que es suficiente? –le habló Justin al oído. ___ asintió con la cabeza.

- Esperen... ¿ustedes en serio...? –Star parecía no poder creerlo.

- ¡Cayeron! –hablaron ___ y Justin al mismo tiempo, para luego chocar los cinco y comenzar a reír.

Justin se fue luego de unos minutos, bromeando acerca de por qué no lo habían invitado a la pijamada.

- Tranquilo Díaz, sabes que te quiero. –habló ___ en el oído a Marco, cuándo pasó a su lado para ir hacia la cocina.

Marco tragó saliva, sonrojándose.

- Lo oímos. –habló Ferguson.

- Y déjame decirte que si no te gustara esa chica, yo ya la hubiera conquistado. –habló Alfonzo, acomodando sus gafas.

- Pff... ¡seguro! –ironizó Marco.

Los tres comenzaron a reír, comenzando a subir la escalera. ___ se estaba tardando y Marco decidió ir a la cocina para ver que le sucedía. Ella estaba sentada en el suelo, con su móvil en las manos y derramando lágrimas. El moreno no necesitó que ella se lo dijera, sabía que se trataba de sus padres porque la castaña no lloraba por otra cosa.

- Tranquila, ___. –habló Marco, abrazando a la chica. – Voy a darte todo el amor que tus padres no. –continuó el chico, dejando un beso en la coronilla de ella.

- De eso no me cabe duda, Díaz. –dijo ella, pasando sus brazos por la cintura de él, apoyando su mejilla en el hombro del chico.

- Entonces no llores. –la tomó de las mejillas y limpió sus lágrimas. -.Tienes algo mejor que unos padres, ¡un chico seguridad! –sonrió felizmente. ___ comenzó a reír.

- Creí que eras un chico malo. –habló ella, clavando sus ojos en los de Marco. Se perdió en lo bonitos que eran.

- No me importa ser un chico seguridad si se trata de ti. –susurró Marco, con la esperanza de que ___ no le oyera.

- Es un halago, Díaz. –pero si lo hizo.

- Yo... -ella lo calló.

- No hables, ¿sí? Sólo abrázame. –Marco asintió con la cabeza antes de dejar un beso en la mejilla de la castaña.

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Díaz. [Marco & tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora