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- Díaz. –Marco no se inmutó. – Díaz, Díaz, Díaz. –repitió ___.

- No voy a decirte "¿qué?" para que luego digas "hola". –habló el moreno, mirando de reojo cómo la castaña bufaba.

- Sólo contesta, no diré "hola". –Marco rodó los ojos, y luego asintió. – Díaz.

- ¿Qué? –respondió con indiferencia.

- Eres tierno. –él abrió los ojos cómo platos y miró en dirección a ___, quién le sonreía dulcemente. Le tocó la frente, no porque no creyera lo que acababa de decir, pero el tono con el que lo había dicho parecía ser el de una ebria.

- ___, estás ardiendo. –le dijo Marco, yendo a la cocina por un paño y un poco de agua fría.

- Gracias, tú también. –ella rió tontamente, guiñándole un ojo. Enserio, cualquiera pensaría que estaba ebria, Marco ya había estado presente durante las gripes de ___ y siempre reaccionaba de la misma manera.

- No de esa manera, tonta. –la obligó a recostarse en el sofá, con un cojín bajó su cabeza. – Tienes fiebre. –puso el paño húmedo sobre la cabeza de ella. – Quédate aquí, no te muevas.

El moreno subió las escaleras y bajó con una manta a una velocidad que muchos considerarían inhumana, pero así de preocupado estaba por ___. Así de mucho la quería.

- Pero tengo calor. –bufó la castaña, mientras sentía la manta sobre su cuerpo. – Quítala, Díaz.

- No voy a hacerlo. –Marco negó con la cabeza y ella soltó un gruñido, mientras sentía el paño en su frente.

- Pensé que me querías. –ella se cruzó de brazos, mirando "ofendida" a Marco.

- Si te quiero. –habló él. – Por eso mismo estoy haciendo esto, ahora quédate quieta y trata de dormir.

___ se quitó la sudadera que llevaba puesta y la arrojó a algún lugar de la sala, cómo llevaba una playera, se le hizo menos caluroso el tener la manta sobre ella.

- ¿Ya estás mejor? –preguntó el Díaz, Green asintió. –Bien, ahora duerme.

- Pero... Tendrás que hacer esto y te quedarás solo. –habló ___, señalando el agua y luego el paño en su frente. – No quiero que te quedes solo por mí.

- Tonta, estarás conmigo. –dijo él, sacudiendo ligeramente el cabello castaño de ___ provocando que sonriera tontamente. – Ahora duerme, debes descansar.

- Te quiero, Díaz. –habló ella, luchando para que sus párpados no se cerraran.

- Yo también te quiero, ___. –él la arropó, segundos antes de cerrar sus ojos, la castaña sonrió. – También te quiero. –quitó el paño y dejó un beso en la frente de ella, que provoco otra sonrisa.

Enserio estos chicos son tontos, ¿acaso no se dan cuenta del amor mutuo que se tienen?

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Díaz. [Marco & tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora