Capítulo 4: Nada, nada justo.

641 27 2
                                    

-¿Qué tal, amigo? -pregunté sonriendole a Ryan. 

Se veía tan frágil. Estaba en una cama de hospital con tan solo 5 años. Eso no era nada, nada, nada justo. O así había dicho él. 

Resulta que había tenido un paro respiratorio y una baja de azúcar al mismo tiempo. Como tiene una edad muy corta, su cuerpo no resistió y empezó a convulsionar. El doctor dijo que tal vez le volviera a ocurrir dos o tres veces más. 

Eso dejó a Robin como una maniática. Sin embargo, el doctor dijo que no era nada grave. Se podía ir hoy mismo, pero no sin antes hacerle un par de exámenes. Luego, hablarían con Robin, para explicarle como tendrá que tratarlo. 

Ahorita, el doctor está hablando con Robin y me dejaron con Ryan y una enfermera que le está tomando el pulso. Aunque tuviera pánico de cuidar a niños, y peor, a uno en una cama de hospital. Era Ryan, y esta vez si esa enfermera no estuviera, que le doy gracias a Dios porqué esté, igual estaría con él.

-Adolorido. -me dijo sonriente. 

Eso era una de las cosas más lindas de él. Hasta cuándo estaba en una cama de hospital, con el cuerpo destruido, no deja de sonreír  y ser positivo. 

Siendo un niño podría aprovecharse de la situación perfectamente. Haciéndose el moribundo para que le compraran lo que fuese, para que le dieran lo que fuese. Hasta para no ir al colegio. 

En cambio, Ry le encantaba su colegio. Eso lo admiro de él, ya que yo la detesto. Y no sé de dónde él sacó ese gusto, porque Robin es anti-educación. 

-¿Quieres un dulce? -le pregunté. 

-No. -respondió. -Quiero ir a casa a seguir dibujando. 

Eché una carcajada. Él me miró sonriendo pero de manera interrogante, yo le sonreí de manera dulce. 

¡A eso me refería!

-¿Tú no descansas? -le pregunté aún con la sonrisa puesta en mi rostro. 

-Pues no, soy un trabajador. -me dijo sonriente. 

Me reí de nuevo y fui a abrazarlo. Él era una de esas personas con las cuales te gusta pasar el tiempo, igual que Robin. Cada vez que estaba con Ry me divertía, mucho. Él me hacia tener más alegría en un día que lo que tendría un mes. 

Creo que a eso se refería el doctor Rainolds. Necesitaba que me hicieran sentir así todo el tiempo, pero no solo una persona. Y ese era el problema.

Necesitaba sentirme así por mi persona, y no por otra...  Pero no sabía como hacer eso.

-Tía ¿puedo pregutarte algo? -me dijo de manera confidencial. Aunque hubiera una enfermera de por medio en la habitación.

Él se dió cuenta de ello y se apartó de mi. Ella nos vió sonriendo. Mientras calibraba la sustancia que le suministraban a Ryan se dió cuenta que le faltaba más.

-Ya vuelvo. -dijo retirandose.

Oh Dios mio.

Esto era lo que no quería que pasara. Simplemente salió dejandome con Ry. Pero tenía que dejarme de estupideces. Tenía que hacerlo por él.

-¿Te puedo preguntar ahora? -continuó Ryan.

-Claro... -tartamudee.

Dios ¡April no seas marica!

-¿Te acuerdas de la película que vimos? La de los niños que se amaban. -preguntó.

¿Niños que se aman?

La Aventura de la vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora