Capítulo 16: Un buen día.

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Siempre creí que nunca tendría a nadie en este mundo, que estaría sola el resto de mi vida. Que nadie me querría.

Tenía ese pensamiento molestando mi cabeza desde los 7 años, pero hice lo posible por alejarlo.

Pero desde el accidente, deje que viniera a mi y me abrazara, fuertemente para dejar que se acoplara a mi. Tal vez ahora no es un pensamiento, si no una afirmación.

En estas últimas semanas, me he dado cuenta de que esa afirmación es erronea. No necesitas a alguien para ser feliz, si no tengo a nadie el resto de mi vida, pues me tendré a mi y eso es lo que importa.

Pero sin embargo, convivir con Finn me ha hecho pensar y es verdad. Él es una persona increíble y no puedo creer que tardé tanto para saberlo.

O simplemente tardé tanto en aceptarlo.

Me he dado cuenta de que me gusta demasiado, y que quiero que todos los días sean como ayer.

Me estaba despertando, sabía que Finn hacía la comida, pero algo me impedía levantarme. No sabía qué.

Hoy según Finn, me llevaría a hacer algo que jamás he hecho. No sé que es, pero el dice que sabe que nunca lo hice.

Es cuestión de ver.

-¡Ap! -gritó Finn.

Me levanté apresuradamente de la cama.
-Ya voy. -hablé medio despierta.

Me fui rápidamente al baño a lavarme los dientes y arreglarme.

Cuando llegué al dichoso baño me dí cuenta de que estaba peor que un perro de esos esponjosos.

Y me dí cuenta, para que fuera peor, que me había salido una pepa en toda la cara. No sabía que hacer, así que opté por bañarme.

Ya lista, con un montón de crema en la pepa de la cara, me vestí y salí de la habitación.

Cuando iba caminando a hacia la cocina, vi a Finn hablando por su teléfono con expresión molesta.

Me fui deteniendo lentamente para que no se diera cuenta de mi presencia.

-Papá, no quiero hacerlo. -dijo el susurrando. -¡Por el amor de Dios, no lo haré!

Retrocedí cuando lo vi apretar los puños.

-No me da la puta gana. -habló el aún en voz baja.

No quiere que lo escuche.

-Ahorita mi vida va de maravilla, no necesito que la dañes, como lo has estado haciendo en los últimos años. -dijo él. -¡Te digo la verdad! He conocido a alguien.

Mis latidos se incrementaron 18 veces más de lo normal. Mi respiración de pronto era apresurada.

-Sí papá, y de verdad no quiero perder a esta persona.

Mis ojos se abrieron de par en par.

-Hablemos de esto cuando vaya a casa, ahorita no puedo. -dijo simplemente y trancó.

Se volteo para agarrar la comida y simulé entrar como si no hubiera escuchado nada, pero la verdad no sabía que decirle.
-Niñaaa, ¡pensé que habías muerto! -me dijo al verme.

No pude evitar reirme, pero aún sentía tensión.

-Estoy segura de que no he muerto aún.

Él me miró con su plato en la mano.

-A no, yo también tranquila. -me dijo burlandose de mi.

Sin embargo me reí.

-¿A dónde me llevarás? -pregunté sentada en la mesa, esperando a que el se sentara.

-¿Quieres esperarte? -preguntó.

-Me he estado esperando.

-Te diré cuando estemos allá.

¿Queeee? ¿Y si no me gusta?

-Dime ahora.

-No quiero. - me dijo gracioso mordiendo su sandwich. -¿No piensas comer?

-No comeré hasta que me digas. -amenacé.

El rió y me miró fijamente.

-Te irás a morir de hambre.

¡Que descarado!

-Eso es maltrato, maltrato doméstico. -le dije aguantando la risa por mi estúpida excusa.

Él echó una carcajada.

-¿Maltrato doméstico? -preguntó riendo.

-Pues sí. -respondí riendo yo también.

-Entiendo. -me dijo parandose de la silla para llevar el plato al lavabajillas. -Estás loca si no vas a comer.

Lo miré mientras entraba a la cocina, y me dí cuenta de que era súper musculoso, algo en lo que no me había fijado.

Me levanté de mi asiento y fui a su encuentro, agarrando mi plato de comida aún completo.

Sin que el me viera, me comí un gran pedazo de sandwich recordando mi hambre.  Y sin darme cuenta me terminé el sandwich en menos de 5 minutos.

Tenía que admitir que el cocinaba maravilla.

Llegué a la cocina y le dejé el plato al lado. Miró el plato y se echó a reir.

-¿Lo tiraste por la ventana? -me preguntó

-Si. -mentí riendome.

-Ve a cambiarte. -me dijo, y yo salí corriendo animada.

El echó la carcajada más fuerte que le hubiera escuchado. Mientras yo tambien estaba muerta de la risa.

Yo misma no me esperaba esa reacción. Pero por fin sabría a donde me llevaría.

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Nota de autora:

Hooooolaaaaaa, lameeento demasiado no actualizar y lamento muuucho no hacerles saber que estoy viva.

No he podido, pero les prometo que prontro actualizaré bastante.

Lamento este corto capítulo, pero por razones que después explicaré no he tenido mucho tiempo extra.

Nos estamos leyendo, mandarinas.

Dani.

La Aventura de la vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora