Capítulo 22: ¿A dónde vamos?

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-¿Miami? -pregunté, viendo el mapa.

-No, muy caluroso.

-¿San Francisco? -pregunté de nuevo.

Él río.

-Tampoco.

Lo miré divertida y alcé las cejas.

-¿Las Vegas? -pregunté.

Él volvió a reir.

-No. -me dijo. -¿Tú quieres ir a alguno de los que me has nombrado?

Me encongí de hombros.

-La verdad no sé.

Él sonrió apretando el volante.

-¿Qué te parece...? -empezó él. -¿Bulgaria?

Se notaba que estaba bromeando, pero yo abrí los ojos cómo platos y lo miré anonadada y él estalló en carcajadas.

-¡No quites la mirada de la carretera! -le dije, ignorando la gracia del chiste, aunque igual sonreía.

-¿Qué tiene de malo Bulgaria? -preguntó él.

Arrugué la cara, a manera de pensar y lo miré.

-Nada, sólo no quiero ir. -sonreí.

-Bien. -acepto burlón. -¿Qué tal Hollywood?

-¿Quieres ir al lugar de viajes mas cliches del mundo? -pregunté con humor.

Él se encogió de hombros.

-Nunca he ido. -admitió y yo no pude ocultar mi sorpresa ante esa revelación.

-¿Nunca? -pregunté y el sonrió.

-No, jamás.

-¿Y quieres ir? -pregunté.

-Desde pequeño. -confesó. -Sería genial ir contigo.

-¿Por qué no vamos? -le dije. -¡Hay que ir!

Él me miró con una sonrisa, y luego suspiró.

-Que bueno que estés emocionada. -me dijo.

-¿Por qué no he de estarlo? -pregunté. -Estoy aquí, contigo y pronto iremos a un lugar totalmente desconocido, y veré cosas nuevas.

Estaba tratando de tirar puntas para que él se diera cuenta.

-¿Quién eres y qué hiciste con April?

Yo me reí al igual que él, pero de su cara no desaparecía la sorpresa que llevaba.

-Se está haciendo de noche. -me advirtió viendo la hora en el reloj del auto.

-¿Cuántas horas llevas conduciendo? -pregunté.

-Unas 3 horas. -me dijo.

-¿Y no estás cansado? -pregunté.

-No tanto, tú me distraes. -me dijo sonriendo, mostrandome sus perfectos dientes.

-¿Dónde estámos? -pregunté dándome cuenta de que no veía nada, sólo carretera y parecía que eramos el único auto.

Ya claramente el cielo estaba oscureciendose.

-En la carretera que va hacía... -se detuvo, viendo los letreros. -Va hacía New York.

-¿Y cuánto falta para llegar? -pregunté.

Él se río.

-Cómo 14 horas, April. -me dijo y de nuevo, no supe ocultar mi sorpresa.

-¿De verdad? -pregunté y asintió. -¿Dónde vamos a dormir?

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